Joaquín José Herrera Del Rey

Una Sevilla sin ruido… en veinte años…

Puntos de vista

Saturación del tráfico en la SE-30 de Sevilla.
Saturación del tráfico en la SE-30 de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

19 de julio 2019 - 12:41

Paseo por Sevilla. Pasan varios coches con las ventanas bajadas con música a nivel de terror, propio de un necesario estudio psiquiátrico para sus ocupantes. Los coches pitan esperando que arranque y se muevan los vehículos (al segundo) con el verde de un semáforo, como si estuvieran en el Circuito de Montmeló. Varias motos pasan a escape libre. Veladores a las tres de la mañana. Terrazas con música y actuaciones en directo. Bares y restaurantes mal insonorizados a los vecinos y que se pueda dialogar en el interior.

Existen zonas acústicamente saturadas, en las que no se toman medidas correctoras, momificadas eternamente. Los consistorios (incluido el de Sevilla), salvo contadas excepciones, son ineficaces en la lucha contra la contaminación acústica.

La normativa de aplicación es oscura y lenta en realizar las mediciones, que se marcan como necesarias, y no dicta en tiempo y forma medidas correctoras sensatas y coherentes (a veces obvias).

El Ayuntamiento de Sevilla no retira los veladores por la noche ni mide por la noche. Y ahora los veladores sólo se ponen por la noche. La vía disciplinaría no ampara a los afectados. Tan sólo una clausura temporal o el precinto de máquinas o equipos de reproducción sería eficaz para combatir el ruido.

La ley que prohíbe fumar dentro de los establecimientos, la crisis económica y la burbuja hostelera, junto con una incorrecta interpretación de la Directiva de Servicios, ha hecho aumentar este problema. Todo por la declaración irresponsable, pero la declaración responsable en ningún caso permite dar licencias que vulneren los derechos fundamentales de los vecinos como la integridad, salud, inviolabilidad, intimidad, etcétera.

Joaquín José Herrera del Rey
Joaquín José Herrera del Rey

El cuidado del medio ambiente exige cautela. El elemento ruido debe formar las políticas del uso del suelo, pues el ruido excesivo los afecta y, específicamente, la calidad de vida de la gente que trabaja y vive en la ciudad. La planeación de los usos del suelo sensible al ruido deberá tener una separación espacial correcta, coherente y habrá de incorporar diseño de sitio y técnicas de construcción que aseguren la compatibilidad con los usos que generan ruido. Las actividades contaminantes no pueden convivir con edificios residenciales. La distancia del foco ruidoso es la única solución real.

En tanto que los ayuntamientos no tengan la empatía de concienciarse de que sus vecinos están realmente afectados en su salud y derechos fundamentales, todo seguirá igual. Nadie denuncia por entretenerse. Es preciso escuchar al ciudadano y mostrar mayor sensibilidad personal y social. Es por ello por lo que, si resulta posible, recomendamos la vía civil.

Los funcionarios relacionados con la contaminación acústica deberían ser eficaces en amparar los derechos fundamentales de los vecinos. Nada más alejado de una actuación formal, virtual o de relleno. Sevilla necesitará más que nunca del espíritu de buena fe y servicio, que se atienda al ciudadano con receptividad. El futuro en veinte años es prometedor frente a un presente muy preocupante. Las políticas planificatorias de nada valen si no se acometen actuaciones en los focos concretos de Sevilla donde la contaminación acústica es conocida y constante.

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