La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

¡Sevillanos, olvidad los complejos!

Diez días con un féretro de traslado en traslado, de vigilia en vigilia, de funeral en funeral, y aquí preocupados por las procesiones

La corona de Isabel II

La corona de Isabel II

El sevillano ya puede respirar hondo. Tranquilos todos por la mala fama que cargamos por sacar tantos pasos, pasarnos de rosca con las procesiones y convertir en ordinario lo extraordinario. Todos muy calmados. Los homenajes y funerales de la reina de Inglaterra han dejado en nada nuestra afición por los actos externos en torno a un mismo motivo: la Semana Santa. Diez días con el féretro de Isabel II de un lado para otro y todo televisado en directo. ¿Acaso no ha sido una exageración? ¿No ha acabado usted hasta dónde dijimos de tantas horas y horas de retransmisiones, informaciones y análisis sobre el mismo asunto? Ah, cáspita, que resulta que en todos sitios cuecen habas. Y hasta habones, que rima con blandones... de la Catedral. Nosotros tranquilos con las cinco procesiones que vienen ahora antes de Navidad, con la reunión de hoy martes para reordenar la Semana Santa (¡Sin miedo, presidente Vélez!) y después de los mantecados (no olviden los de coco y limón) nos metemos con el Santo Entierro Grande.

¿Nosotros somos unos exagerados? No, por favor, eso en Gran Bretaña, donde se han pasado tres pueblos y varias pedanías con los traslados. Han demostrado no tener complejos, el convencimiento de que hay cosas que tienen que ser de una manera particular y concreta y, por supuesto, un escrupuloso respeto a la liturgia prevista. El tonto de guardia en España hubiera soltado a los dos minutos el calificativo de “rancio” ante cualquiera de los pasajes que hemos seguido por las pantallas durante diez días, diez. Que se dice pronto. No tema el sevillano ser un bicho raro, un obsesivo de sus cosas y un pesado. A lo mejor lo es, pero desde luego no tiene la exclusividad. Cada uno cultiva lo suyo y al que no le guste... para Bollullos.

Los ingleses, su monarquía. Nosotros, la Semana Santa que dura todo el año. ¿Y no dura el fútbol todo el año también? ¿O es que lo que vale para el balompié no sirve cuando se trata de la Corona o de los pasos en la calle? Mire usted, que diría Felipe, los diez días me han parecido excesivos, tanto como la cantidad de procesiones de la pos-pandemia, pero al comprobar los sectores de donde proceden las críticas, me quedo con la claridad de planteamientos de los británicos y de esos sevillanos que sueñan procesiones, ora por el centenario de un barrio, ora por la efemérides de una coronación, ora por el último dato que hemos encontrado de San Fernando, que nos importa poco a la hora de defender su festivo del 30 de mayo, pero sí como coartada para una segunda vuelta el Sábado Santo. O en la Gran Bretaña tienen vetas de sevillanía, o aquí tenemos un alma británica poco conocida. Nos gusta la calle y las solemnidades más que a un guardia suizo.

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