La Virgen de la Antigua de la Catedral

La primera referencia histórica que conocemos sobre la Virgen de la Antigua es la de una iglesia y una talla del siglo XII presentes en el pueblo leonés de La Antigua, aunque la tradición cuenta que el papa San Silvestre fijó su advocación centurias atrás al considerar a María como la consumación de profecías del Antiguo Testamento. Dicho apelativo podría haber llegado a Sevilla en 1248 con las tropas de Fernando III a través de una imagen mariana portátil. En este sentido, la historiadora Teresa Laguna Paúl considera que algún icono bizantino podría haber estado presente en la primera celebración litúrgica oficiada para cristianizar la mezquita almohade y convertirla en la nueva Iglesia Mayor. La figura habría servido de modelo para crear la Virgen de la Antigua que admiramos en la Catedral, pintura gótica del último tercio del siglo XIV de autoría desconocida plasmada sobre un pilar situado frente al mihrab islámico. Asensio de Maseda traslada el mural en 1578 a la grandiosa capilla donde reside en la actualidad, enmarcado por un precioso retablo de mármoles y jaspes contratado en 1734 con Pedro Duque Cornejo.

La hermosa madona muestra una rosa en su mano derecha y el Niño en su brazo izquierdo portando un pajarillo que podría ser un jilguero, símbolo de la Pasión. Dos ángeles de gloria sostienen la corona de oro y pedrería de la Virgen, insertada en 1929 junto a otros elementos. La donante surge en su ángulo inferior izquierdo, asociada tradicionalmente a doña Leonor de Alburquerque, reina consorte de Aragón por su matrimonio con Fernando I: "La ricahembra, la señora mejor heredada que se fallaba en España". La Virgen de la Antigua serviría de prototipo para otras creaciones pictóricas hispalenses de la misma advocación: dos en la Capilla Santa María de Jesús de la Puerta de Jerez; una en el Museo de Bellas Artes; la del Palacio Gótico del Alcázar; la de la Iglesia del Salvador o la que preside el Salón de Actos de la Academia Sevillana de Buenas Letras. Los murales coetáneos de la Virgen de Rocamador de San Lorenzo, la del Coral de San Ildefonso y la Antigua catedralicia presentan grandes similitudes, aunque sus relaciones histórico-artísticas estén poco definidas.

El fervor devocional a la virginal imagen sería impulsado en buena parte por Isabel la Católica, quien rezaba ante ella todos los sábados durante sus estancias en el Alcázar, llegando al Nuevo Mundo a través de descubridores y colonos. Los dieciocho marinos al mando de Juan Sebastián Elcano que regresaron a Sevilla el 8 de septiembre de 1522 del viaje a Las Molucas en busca de las especias, comandado en principio por Hernando de Magallanes, acudieron descalzos al día siguiente a postrarse ante Ntra. Sra. de la Victoria en el convento de los Mínimos de Triana para cumplir la promesa hecha en la partida. El mismo día, marcharon a la Catedral para adorar a la Virgen de la Antigua en señal de gratitud por su milagroso amparo en la circunnavegación de la Tierra.