La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Una nueva Sevilla en altura
Esta noche se entregan en Valladolid los Goya, los premios del cine español. Hay quien tiene un Goya, un Oscar de Hollywood, quien ha ganado el Pichichi o el Cervantes. José Manuel Róas Triviño tiene “un Pablo”, como dice expresivamente. Pablo es el cuarto de sus cinco hijos. Nació con parálisis cerebral. Empujando su silla de ruedas, este profesor sevillano ha corrido los maratones de Sevilla, Madrid y Badajoz y los invitaron a participar en el de Nueva York.
“Yo con éste me voy a correr mañana, y no he corrido en mi vida”, dice Manuel ‘Lolo’ Valdivia, farmacéutico de Osuna, al escuchar el testimonio de Róas Triviño, compañero de mesa redonda en el primer día de las Jornadas Católicos y Vida Pública, moderada por la periodista María José García Romero.
Betis y Sevilla apoyaron en 2017 su candidatura al premio Príncipe de Asturias en la especialidad de deporte. Los componentes de la selección de rugby de Nueva Zelanda, que finalmente se llevaron el galardón, si conocieran la fortaleza física y moral de este profesor pensarían que el jurado se había equivocado. Su proeza es similar a la de Abebe Bikila, el etíope que entró descalzó en el Coliseo de Roma ganando el oro en el maratón de los Juegos Olímpicos de 1960 y cuatro años más tarde en los de Tokyo 1964. Y eso que como cuenta “yo no soy ningún héroe; en la primera entrevista que me hicieron, cuando el periodista volvió con lo de héroe le dije que si lo repetía, le colgaba el teléfono. Donde empiezan las heroicidades, termina la acción de Dios”.
El título de la mesa redonda era ¿Para qué sirve la fe hoy?. “La pregunta es cómo se puede vivir sin fe. Vivir sin fe es de héroes”, le da la vuelta al interrogante. Entre el público estaba Mayte, su esposa, la maratoniana en la sombra. Todo iba a pedir de boca. José Manuel se casó con 23 años. Con 28, ya era padre de tres niños. Con 31 nació Pablo y todo cambió. “Vivir sin fe es una cosa muy complicada. La vida, la que vivimos actualmente, está sobrevalorada. La mayor parte es fatiga inútil”.
“Un Pablo te interpela”, dice de su Goya, de su Cervantes, de su medalla de oro particular. “Los cristianos le llama cruz, la gente le llama sufrimiento. Nos dijeron: no habla y no va a hablar; no camina y no va a caminar. Tiene 25 años y sigue durmiendo entre nosotros. Si hay una tienda de cruces, habrá mil tamaños, mil tallas”.
La vida es como correr esos 42 kilómetros y 195 metros que recorrió Filípides para pedirle a los espartanos ayuda a los griegos en su batalla contra los persas. “Vivir sin fe es el infierno, no hay más”, dice Róas Triviño. “Para nosotros la fe es una necesidad, una certeza. ¿La fe es creer sin ver? Eso es magia”. El destino a veces es caprichoso. Estudió Magisterio, en 1988 eligió Educación Especial y un buen día se pone a estudiar lo relativo a la parálisis cerebral. “Esto no será una broma, diez años después nació Pablo. No conozco a nadie, lo habrá, que por un pensamiento que se le haya cruzado abandone el proyecto”.
En una curva del maratón de su vida, todo cambió. “Estábamos celebrando la Eucaristía y Pablo en la UCI”.
Ha conocido a muchos matrimonios con esa problemática, “nadie está preparado. Nosotros vivimos extraordinariamente bien, no sin sufrimiento, esto no tiene almíbar. Vivo con dudas, yo soy muy incrédulo, pero el Señor tiene tanto poder que me ha llamado para que sea feliz sin querer cambiar nada. La fe es una batalla y en esta batalla necesitas ayuda. La comunidad te sostiene. Cuando uno está en crisis de fe, otro está arriba. Todo cristiano tiene crisis de fe, hasta el Papa las tendrá”.
“Qué duro tiene que ser vivir sin fe”. Eso les ha permitido no guardar ningún rencor a los profesionales de la medicina que por una cadena de negligencias propiciaron la patología de Pablo. Siempre le pusieron nervioso “los cristianos ñoños”. “Qué bien ha hecho el Señor las cosas. Cuanto más sientes el sufrimiento, y yo no soy masoquista, más clara ves la actuación del Señor. La alegría que tenemos nos es dada, no es mía”. Para este corredor sin retorno, la fe es “un ven y verás”. “Yo no quiero otra herencia para mis hijos que la fe”.
Gracias a Pablo, tiene alma de etíope, de kenyata. “Gracias a tener a Pablo, tenemos fe. Nos decían que sería una tabla de salvación o de condena. El misterio del sufrimiento de los inocentes es el gran misterio.
Nunca he pedido al Señor que cure a Pablo, el Señor a quien tiene que curar es a mí. Pablo es sencillez, es ternura, es la sonrisa cuando llegamos a la meta, ¿de qué hay que curarlo?”. No se siente héroe, tampoco entre los santos y mártires, el binomio de estas jornadas que plantean Un camino hacia la felicida. El testimonio de Róas Triviño, junto al del farmacéutico Manuel Valdivia, de Comunión y Liberación, se ha escuchado junto a especialistas en Marcelo Spínola, cardenal de Sevilla, beato en proceso de canonización, o en Ángela de la Cruz, que subió a los altares durante el pontificado de Juan Pablo II. Las previsiones de lluvia han obligado a suspender el Festival de las Familias con el que hoy se iban a clausurar estas jornadas en el Campus Universitario CEU en Andalucía en la glorieta Ángel Herrera de Bormujos. Un festival que incluía competiciones deportivas y actuaciones musicales. Lo único que se mantiene es la eucaristía celebrada en la capilla por Ramón Valdivia, obispo auxiliar, rango que también ocupó Marcelo Spínola después de ser párroco de san Lorenzo y antes de llegar a arzobispo de la diócesis y cardenal de Sevilla.
El profesor Róas Triviño no consiguió el premio Princesa de Asturias pero sí logró por unanimidad el Fernando III. Premio a la excelencia en el Deporte que se le entregó en noviembre en el Alcázar junto a otros galardonados: el nuncio de la Santa Sede en Sevilla, el filipino Bernardito Cleopas Auza, los directores de las Academias de Ciencias Sociales y del Medio Ambiente de Andalucía, Antonio Pascual, y de Jurisprudencia y Legislación de España, Manuel Pizarro, y las empresas Corporación Tecnológica de Andalucía y Ghenova.
Su gran premio es “un Pablo”. El cuarto de sus cinco hijos. Su tándem por las calles de Madrid, Sevilla y Nueva York que cambió su destino, como de Pablo de Tarso. No le llames héroe que te cuelga el teléfono. Un Filípides sevillano que apareció en un programa entre santos y mártires dibujados en el programa por Conchito. Tierra propicia para los que lo fueron, como Isidoro, o los que siguen esperando, como Miguel Mañara. Un viaje de la Fe a la Caridad lleno de Esperanza.
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