
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La vergüenza de un gato en una matanza
La aldaba
En las fiestas principales se conoce mejor que nunca cómo es la sociedad del momento. Esta Semana Santa que mañana concluye nos deja una celebración marcada por la lluvia y por el trasiego de turistas y visitantes. Ha habido demasiada gente en la calle que no ha sabido moverse. Y eso perjudica a los que sí tienen esa pericia y prefieren la modalidad de buscar las cofradías en sus recorridos de ida o de regreso. Hemos visto un público estático por puro desconocimiento, no sabiendo cómo salir de una calle o agresivo si se les pedía paso. Un público torpe que, en ocasiones, se ha visto directamente bloqueado en circunstancias inauditas porque a veces se trataba de lugares por los que no pasaban cofradías, eran simples calles para el tránsito fluido. O así debían serlo. Con Semanas Santas así insistimos en que el gran problema no es el número de nazarenos, sino el público de una ciudad que, nunca se olvide, recibe ya más de tres millones de turistas al año. No debe ser muy bueno que haya tanta gente en la calle que no sabe a qué ha venido, ni cómo tiene que orientarse en una celebración eminentemente callejera.
Además de los despistados están los caídos de la Semana Santa. Hay personas que se tiran directamente en el suelo para esperar una cofradía. Ni silla plegable, ni el escalón de la puerta de una casa. ¡Al suelo! El desdoro es evidente. Y el problema aún mayor es que no se levantan para dejar pasar. Taponan, dificultan, entorpecen y bloquean. Es un claro ejemplo de incivismo que en las Madrugadas suele ser peor. A nadie se le debería ocurrir contemplar una cofradía echado a tierra. Es una cuestión de educación básica. Habría que tener un cuerpo como el de la Gendarmería del Vaticano, con agentes que levantan a los turistas que se sientan en la Plaza de San Pedro. Inquietante es comprobar que la gente joven es la que más practica esta afición por tirarse al suelo. Por mucho que reduzcamos nazarenos, ¿quién educa al público? Y una pregunta tal como está la evolución de la Semana Santa. ¿Se puede hoy poner en práctica algo tan esencial como buscar las cofradías en diferentes calles o es un imposible, dados los escasos márgenes de desplazamiento? Con tanta silla, tanta valla, tanto caído... ¿Quién se atreve a moverse como hasta no hace tantos años? Ay, aquellos tiempos en que se denunciaba la masificación. Ahora es la mala educación del público sedente o tirado. Estos caídos están presentes, muy presentes. Y no se otea una posible solución.
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