El campamento

12 de octubre 2025 - 03:12

El verano de 2025 en Bernedo (Álava) ha quedado marcado por el escándalo. Algunos de los más de 526 menores participantes en el campamento organizado allí por Sarrea Euskal Udaleku Elkartea han relatado conductas de los monitores que presuntamente implican delitos contra la libertad sexual. Así, eran obligados a ducharse en común y junto a los cuidadores; uno de estos iba con los genitales al aire por el lugar; se controlaba, activando el altavoz, las llamadas de los críos a sus padres; se ignoraban supuestos abusos de niños a niñas; y, al cabo, la desnudez era la regla general en cocinas y comedores. Conocidos los hechos, los responsables del campamento, sin negar nada, han justificado su método como una oportunidad para liberarse de la vergüenza y de la sexualización.

De lo ocurrido, me sorprenden dos actitudes. En primer lugar la de los padres que, aun en su mayoría indignados (también los hay defensores), sólo han presentado un número ínfimo de denuncias. El miedo, el no querer significarse en una sociedad que sin duda acabaría considerándolos fachas y el propio clima ultra progresista que Bildu y sus adláteres han instalado en el País Vasco explican una inacción tan extendida. En segundo, también extraña la nula capacidad de reacción de las instituciones vascas. Hasta ahora, y el disparate viene de campamentos anteriores y con denuncias ya entonces interpuestas, la falta de comunicación entre los juzgados, la Ertzaintza y la Fiscalía, ha dejado la cuestión en un “limbo jurídico”. Tampoco hoy la respuesta, apocada y elusiva, diríase demasiado enérgica.

Con todo, me interesa la ideología que late tras tanta modernidad. Aner Peritz, poeta abertzale y transfeminista, directivo de Euskal Udaleku, la ha esbozado recientemente en el periódico Berria. Hay, dice, que acabar con formas de pensar sobre las identidades que son estigmatizantes y queerfóbicas. Hay, además, que expulsar a los hombres. “Queremos llevar a cabo, concluye, un adoctrinamiento transmaribollo y mariconizar a vuestros hijos para que vosotros no los heterosexualicéis”. Se trata, pues, de desdibujar los conceptos de género y sexo, adoctrinando a chiquillos y violentando su cuerpo y su pudor. Una peligrosa chaladura, entiendo, que debería ser sometida cuanto antes a la sensatez de las normas.

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