La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los caralápidas de la campaña electoral

En esta campaña recortada se ven candidatos con cara de difuntos a los que la camisa no les llega al cuello

Esta campaña electoral es un perpetuo día de los difuntos para algunos candidatos que tienen la jindama metida en el cuerpo, que nos les llega la camisa (grande) al cuello y que están oyendo los cascabeles de las mulillas que saldrán a recogerlos cuando hayan sido corneados por ese toro avieso de nombre escrutinio. Miedo, algunos tienen mucho miedo. Miedo de perder no ya las opciones de alcanzar el Gobierno, sino la segunda o la tercera plaza. Tienen cara de lápida porque han perdido la esperanza de la resurrección, cegados por el tacticismo que lastra la política actual, confiados a la desesperada en un golpe de efecto que pasa por un tuit ocurrente. No siempre que se le habla a una vaca resulta que el mamífero se ríe. Eso pasó el 2 de diciembre en Andalucía. Ahora se juega en España una partida que en nuestra región reparte 61 escaños. Cuántos partidos políticos no serían felices con esa cantidad de representantes. Andaluces, levantaos y sed conscientes de vuestro peso en el Congreso de los Diputados. La repetición de las elecciones generales parece que sólo genera felicidad en Vox, el partido que se ha despertado gracias a la entrevista de Pablo Motos a Santiago Abascal, los tumultos catalanes y la exhumación de Franco, ese hombre. Abascal es quizás el que menos cara de lápida tiene. Lo de Sánchez debe ir según los días, Casado no puede más que mejorar (cosa que ya hubiera querido Hernández Mancha) y Rivera busca conejos imposibles en la chistera. Ay, Rivera... Con lo que prometía este muchacho, tan brillante como histriónico. Tienen la cara blanca del que se despeña por la montaña rusa y nunca ve el momento de que la vagoneta remonte el vuelo. Menos mal que la memoria es selectiva, mucho más en política, y olvida pronto las angustias pasadas. La política nunca tiene memoria más allá de las notas marginales a las que algunos son tan aficionados para ajustar las cuentas con los críticos a la mínima oportunidad. Lápidas, se ven muchas caras de lápida en esta Andalucía que nunca había necesitado de fiestas paganas para mirar de frente a la muerte, sin tabúes ni exhibiciones de mal gusto. La política es un valle de lágrimas que debe compensar muchísimo porque la gran mayoría nunca quiere dejar la poltrona. Dice Pepote, que no necesita de apellidos porque Pepote sólo hay uno y a ti te encontré en la calle, que en la política nunca hay muertos. Das a uno por muerto y al día siguiente habita en la Moncloa. Pero una cosa es que no haya muertos y otra que algunos no tengan cara de difunto. Sean piadosos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios