la ciudad y los días

Carlos Colón

La crisis dentro de nosotros

QUE no se moleste nadie porque utilice un fragmento del Evangelio leído ayer en las misas dominicales. Porque es una obra maestra de la psicología que aporta un principio de reflexión e interpretación de la realidad útil para todos, católicos o no, creyentes o no. Las palabras de Jesús, como las de Sócrates, Buda o Confucio -los que el filósofo no creyente Karl Jaspers llamó "los hombres decisivos de la historia"- tienen validez universal al margen de las creencias o ideas de cada cual.

Bajo este punto de vista, humanístico y no religioso, les propongo a quienes no las escucharon ayer (o, cosa frecuente, a quienes las oyeron pero no las escucharon) estas palabras de asombrosa penetración psicológica: "Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos: robos, homicidios, (…) codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia…".

Tendemos, porque es más cómodo y exculpatorio, a creer lo contrario: el mal está fuera de nosotros -en los otros, en la sociedad, en las estructuras, en el sistema- y nos infecta. No somos responsables de él, sino sus víctimas. Las palabras de Jesús contenían hace dos mil años esa simple verdad que Fellini expuso en una entrevista que en su día hizo mucho ruido -"El fascismo dentro de nosotros"- durante el rodaje de Amarcord: "Creo que el fascismo, como una forma de adolescencia, sigue siendo una estación permanente de nuestras vidas: ser niños para siempre, descargando la responsabilidad en otros, viviendo la cómoda sensación de que hay alguien que piensa por ti y, a la vez, disfrutando una limitada libertad que te permite cultivar sueños absurdos". Fellini estaba a un paso del Nazareno y a otro de Kant: "La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro… La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de la conducción ajena, permanecen con gusto bajo ella debido a la pereza y la cobardía".

Aplicar estas reflexiones a la crisis puede aportar luz. La codicia, el derroche, la injusticia o el consumo de lo superfluo cuando tantos carecen de lo esencial están dentro de nosotros, de nuestro estilo de vida consumista, de nuestra insolidaridad con los pueblos que hace muchos años viven en condiciones más trágicamente penosas que las nuestras actuales y llegan por miles en pateras. La crisis no es algo que sólo haya sobrevenido desde fuera, sino que también ha nacido dentro, no sólo de nuestros sistemas económicos, sino de nosotros mismos.

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