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Tomás García Rodríguez

Las cruces de las calles de Sevilla

En muchos rincones de Sevilla se pueden contemplar cruces impregnadas de Historia

27 de marzo 2021 - 01:50

En los albores de la primavera no se verán cofradías de hermandades por calles, plazas y jardines de Sevilla. Las eternas imágenes de crucificados y nazarenos de su grandiosa Semana Santa, las cruces de sus penitentes descalzos, permanecerán inermes en los templos a la espera de una resurrección de la vida y de las fiestas populares. Eso no es óbice para que en muchos de los legendarios rincones de la antigua Híspalis se puedan contemplar cruces impregnadas de historia, rememorando sus atributos originarios: las de término para delimitar collaciones o confluencias de caminos; las que presidían cementerios parroquiales, algunas de las cuales embellecen hoy plazuelas o reposan en hornacinas de iglesias; las conmemorativas de epidemias; las de altares públicos; las incrustadas en paredes con prosaicas pretensiones; las protectoras de hospitales; las de humilladeros en entradas o salidas de la ciudad; las de retablos callejeros...

Como cruces históricas podemos admirar la de forja de la Cerrajería en la plaza de Santa Cruz, procedente de un altar en la calle Sierpes; el crucero de mármol y piedra que preside la barreduela de Santa Marta, proveniente del entorno del Hospital de San Lázaro; en la calle Cruces, las tres de hierro sobre columnas traídas del Hospital de los Venerables y las dos de madera empotradas en una pared; la cruz marmórea de los Juramentos junto al Archivo de Indias, a cuyo amparo se sellaron tratos comerciales en la antigua Lonja de Mercaderes; la réplica de la cruz de hierro del Baratillo, recordando la epidemia de peste de 1649; la de humilladero -en mármol sobre peana- situada hoy en el atrio-jardín de la iglesia de San Jacinto; el humilladero de la Cruz del Campo; las de forja que sacralizan las plazuelas de la Escuela de Cristo, de Doña Teresa Enríquez, de las Mercedarias, de San Julián o San Isidoro; así como las de hornacinas externas en las iglesias de Ómnium Sanctórum, del Pozo Santo, del Salvador, de Santa Catalina...

La Semana Santa de estas tierras es única e imperecedera, y ha de mostrar en breve todo su esplendor, su luz, su mística, su arte e historia por barrios y callejuelas. Es comprensible la frustración ante la ausencia de cofradías procesionales, mas como exclama a viva voz el entrañable periodista Paco García en Radio Sevilla: "Señores, lo que no hay este año son pasos en la calle, pero sí hay Semana Santa...". Las espléndidas cruces que permanecen dormidas en lugares míticos de Sevilla pueden despertar al ser contempladas en un bello recorrido devocional y cultural en estos días de añoranzas, de intimidad, de nostalgia...

"El azahar y el incienso/ embriagan los sentidos./ Ventana que da a la noche/ se ilumina de improviso,/ y en ella una voz -¡saeta!-/ canta o llora, que es lo mismo:/ 'Míralo por dónde viene/ el mejor de los nacidos...'./ Canto llano... Sentimiento/ que sin guitarra se canta./ Maravilla/ que por acompañamiento/ tiene..., la Semana Santa/ de Sevilla" (La saeta, Manuel Machado).

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