La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Uno de los principios democráticos es que los derechos hay que defenderlos cada día. Están en las leyes, incluso en las costumbres, pero no se deben dar por conquistados para siempre. Las mujeres lo sabemos muy bien. Porque todavía hay hombres, ¿cada vez más?, que no saben aceptar las órdenes de una mujer en el ámbito laboral porque no son capaces de reconocer su autoridad. Todavía hay quien se presenta a liderar una hermandad con más de 17.000 hermanos llevando a una sola mujer y a catorce hombres. Y lo ve hasta equilibrado.
En este escenario, no extrañan las medidas antiaborto que acaba de aprobar el Ayuntamiento de Madrid. ¿Por qué son relevantes en esta tierra del Sur? Porque podrían extenderse. Sobre todo porque su promotor, Vox, no entiende de diferencias y presenta en todas las instituciones las mismas propuestas. Dejando a un lado la falta de evidencia científica de eso que denominan “síndrome del posaborto”, un concepto que alguien se ha inventado y que dice poco más o menos que las mujeres que abortan se vuelven locas, alcohólicas y no duermen, lo grave es el fondo del asunto.
Porque las medidas, que el PP ha aprobado a pesar de tener mayoría absoluta y no necesitar a Vox para nada, van probablemente en contra de la Ley del Aborto vigente y, seguro, van contra la libertad de las mujeres. Es una propuesta paternalista, que interpreta que las mujeres no están realmente informadas y necesitan de alguien que las guíe y les muestre el camino. Y no. Rotundamente no. El aborto es un asunto que genera debate, afecta a la moral de muchas personas en este país e implica íntimamente a las personas. Eso además de ser una cuestión de salud, sagrada por lo tanto. Por eso es muy grave banalizarlo. Y aprovecharlo políticamente como rápidamente ha tratado de hacer Pedro Sánchez.
Las mujeres no necesitamos tutela, pero no ahora, sino que no la hemos necesitado nunca por más que el sistema la haya impuesto. Ha costado mucho trabajo y muchos años liberarse de esas cadenas. Hay muchos países en el mundo en los que todavía están subyugadas; ahí es donde debemos encontrarnos todos porque es una cuestión de derechos humanos.
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