Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
La Alta Velocidad ferroviaria, que comparten tres empresas (Renfe, Ouigo e Iryo), sumó 3,9 millones de usuarios en mayo, un 14,8% más que en el mismo mes de 2024, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). No nos precisan cuántos viajeros decidieron quitarse los zapatos en cuanto se acomodaron en el asiento, cuántos se recostaron o repanchigaron en el de al lado al no ser ocupado por nadie para improvisarse un catre, ni mucho menos cuántos echaron los pies por arriba, bien en el cabecero de alguno de los asientos delanteros o en la mesilla plegada del asiento próximo. Hay otra modalidad que es la de despatarrarse, pero se topa con el paso del carrito de la venta de colonias y recuerdos. Hay una España de pies desnudos que no tiene nada que ver con los anhelos de divinidad que los pintores querían dar a sus personajes, sino con la maleducada y desconsiderada con los demás. Los romanos, siempre sabios, vieron en los pies descalzos un símbolo de inmortalidad. Hoy simbolizan el AVE que no funciona, que ha perdido la reputación, que se pasa horas tirado en medio del campo y que aconseja viajar con artículos de primera necesidad por lo que pueda pasar. Un AVE cutre, decadente y feo. Si hay quienes se quitan los zapatos en su puesto de trabajo o en una terraza de veladores, ¿por qué no deshacerse de ellos en el vagón de tren? ¡Pinreles al aire con calcetines o sin ellos! La España de los pies al aire no piensa en el prójimo porque sólo le han enseñado a hacerlo en sí misma. ¿El prójimo? ¿Eso qué es? No valora la higiene, ni la opción de proteger los pies de tantas amenazas que hay por los bajos fondos. Todo está justificado por el confort. La comodidad es la comodidad.
Dicen que el AVE falla, se para mucho, no hay mantenimiento de las redes, sufre el robo de materiales, una demanda disparada, etcétera ¿Y no fallan los viajeros que también, oh casualidad, han contribuido a empeorar el servicio? Esto es como los portales de puntuación de los restaurantes y hoteles. ¿Para cuándo un Tripadvisor sobre los clientes? En el AVE soportamos no hace mucho tiempo cómo el niño descalzo de una política andaluza caminaba por las mesas del vagón de cafetería donde otros viajeros tendrían que comer luego. "¡Es un niño!". Ya está justificado. Nadie valoró no solo la higiene, sino la seguridad de la criatura. Y también soportamos a un conocido matador de toros como si estuviera en un camping o en Cuesta Maneli. ¡Hala, que son dos horas y media! La gente se harta de criticar en las redes los pies descalzos, pero todos callados. Nadie llama al revisor. Nadie se enfrenta al maleducado, porque nadie se enfrenta a casi nada ni a casa nadie. La España de los pies desnudos es hija de una generación en silencio que permitió todo porque educó desde el complejo, el buenismo y una cultura del no señalarse que estaba preparando su factura a largo plazo. Ahora nos la están pasando al cobro. Pagamos en silencio.
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