Faltan trabajadores, sobran moros

23 de agosto 2024 - 03:08

Los olivareros se quejan de la falta de trabajadores para el verdeo y lo mismo les ocurre a los viticultores del Bierzo, que no encuentran jornaleros. Según el dato actualizado del Instituto Nacional de Estadística, seis de cada 10 nuevos empleos creados en España este año han sido ocupados por trabajadores extranjeros, se supone que son esos puestos a los que Donald Trump se refiere como empleos negros (black jobs), contratos de grandes esfuerzos y bajos salarios, poco atractivos en definitiva para los españoles y los norteamericanos. En nuestro país viven seis millones de personas procedentes de la inmigración, y son ellas quienes mantienen el crecimiento de la población, quienes impiden que España sea Teruel y las que asegurarán las pensiones en el futuro. Sólo una pequeña parte de ellos entró en España por el Estrecho o por Canarias, son los más pobres, tan desesperados que arriesgan la vida en la travesía y, aunque sean irregulares, no son peores personas que el resto pues los papeles no garantizan la bondad. Tampoco lo contrario.

Estos son los que se han convertido en el objetivo de los partidos ultras y, dentro de ellos, los menores no acompañados. Desde principios de este verano, hay parlamentarios de Vox que vienen volcando en el estercolero de Elon Musk imágenes de chavales inmigrantes recién llegados a Andalucía, deambulan por alguna plaza con el desconcierto de quien llega a un mundo nuevo, y a los voxeros les sirve para alertar de que no son bebés, sino tipos fornidos, bien alimentados y, potencialmente, dañinos. Ése es el mensaje implícito.

El jefe de otro partido ultra, Alvise Pérez, acogió en su cuenta de Telegram el relato conspiranoico del crimen de Mocejón, mucho más explícito, y sus seguidores se lanzaron en tropel contra los moros y contra el portavoz de la familia de Mateo, un periodista colaborador de un programa de misioneros de 13TV que, en opinión de estos sembradores de odio, esconde un interés oscuro hacia los africanos.

Esta vez el bulo fue desmontado, pero la legión seguirá en alerta hasta encontrar una media verdad que le sirva como chispa para prender unos disturbios como los que en julio sufrieron varias ciudades de Inglaterra. El primer ministro británico, Keir Starmer, lo ha dejado dicho en el Parlamento: tan culpable es quien incita a la violencia a viva voz como el que lo hace a través de una red digital, y es que el laborista andaba advertido y había leído al dueño del estercolero la proclama de que el Reino Unido estaba al borde de una guerra civil. El jefe de los pirómanos.

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