Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Borra, borra eso
Los alcaldes socialistas organizan como pueden medidas de alejamiento del inquilino de la Moncloa. Cuanto más lejos mejor. Que ni se acuerde de ciertas capitales. Y a los del PP les basta con algo tan difícil como no meter el pinrel, o que no lo meta el jefe máximo con alguna cursilada como la de la luz de Cádiz. Al final nos acordamos de las perogrulladas de Rajoy, un señor con un enorme sentido del humor, como suele ocurrir con la gente muy seria. No hay que ser pedante, ni tratar de pasar por poeta, ni abonarse a una búsqueda continua de eslóganes o metáforas. Muchas veces basta con decir las cosas con sencillez, algo tremendamente difícil. Lo más importante para muchos de aquí al 28 de mayo es no meter la pata, no dispararse el tiro en el pie, no provocar un problema donde no lo hay, no fabricar con prisas chisteras de las que extraer conejos, no sufrir ansiedad tuitera ni miedo al vacío. Son unas elecciones municipales, como lo prueba el hecho de que Bertín Osborne haya acudido a un mitin de la alcaldesa socialista de Alcalá de Guadaíra, donde Zapatero hacía footing antes de los congresos. No se trata de ideologías, sino de personas. No hay ya fórmulas mágicas. Basta con no cometer errores. La suerte está echada salvo en aquellos sitios donde los sondeos revelan un empate, que no son tantos.
Los gurús marean a los candidatos, que por nervios suelen prometer verdaderas sandeces, de las que tenemos ya para un libro recopilatorio. Prometen playa al que no tiene acceso al mar, transporte fluvial a falta de taxis, medidas contra el calor, el Pompidou al que no tiene un mal museo y una pista de esquí al pueblo localizado en una depresión. Nadie se escandaliza de tantas ocurrencias porque los electores son muchas veces más adultos que los cabezas de lista. Yen alguna ocasión las propuestas funcionan, como le ocurrió al entonces candidato de Tomares José Luis Sanz, hoy aspirante en la capital, al prometer un teleférico para desplazar al personal desde el pueblo a Sevilla. Nunca se construyó, pero le valió para encadenar varias mayorías absolutas en la localidad aljarafeña. Los políticos nerviosos generan acaso una sonrisa piadosa. Falta muy poco tiempo para que comience la campaña electoral, a la que llegamos hartos de proclamas. La gran ventaja de las municipales es que nos conocemos casi todos. El riesgo de que nos la den con queso es mucho menor. Por eso también se sufre cuando se ven ciertos comportamientos cómicos. No es un casting, son unas elecciones.
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