La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Nos libramos de pasar vergüenza
Está el mundo inquieto por la amenaza de una guerra, y aquí andamos a vueltas con la definición de los ataques israelíes a Gaza. Esos ataques hieren profundamente a cualquiera con un mínimo de sensibilidad. Incluso escandalizan a gran parte de quienes hemos defendido el derecho de Israel a existir y atacar militarmente a quienes buscan el fin de su Estado.
Es inconcebible que ante la amenaza de un Putin empeñado en apropiarse de Ucrania y que ha dado pasos que pueden obligar a la OTAN, la política exterior se centre en un debate semántico sobre el significado de genocidio. Nada como ir al diccionario de la RAE que lo define como la aniquilación sistemática de un grupo humano en razón de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. Cantidad de expertos afirman que lo que ocurre en Gaza es una monstruosidad pero no un genocidio, pero aquí no nos ponemos de acuerdo. No tiene sentido que con la que está cayendo importe tanto una definición. Una incoherencia más de una serie de políticos situados en la anécdota y no en lo que de verdad importa.
En ese mundo incoherente, dirigentes de izquierdas –también de otras ideologías– protagonizan episodios inexplicables. Probablemente porque conocidas las mieles de contar con buen salario no han dudado en dejar algunas de las banderas sociales con las alcanzaron cimas.
El primer ejemplo lo dieron Pablo Iglesias e Irene Montero con la famosa compra de un chalet con piscina, y ahora escriben un nuevo capítulo matriculando a sus hijos en un buen colegio privado. Con lo que decían de los colegios privados… y de cómo las familias alimentaban las diferencias entre la España privilegiada y rica y la España de los pobres. Demagogia superlativa, pero ahí tienen a sus gemelos en aulas privadas. Y hacen bien, todo el mundo quiere lo mejor para sus críos. Pero al menos que entonen un mea culpa por su incoherencia.
Se cuenta que Yolanda Díaz pretendió que el PP le echara una mano. Ahora lanza venablos contra Junts que sorprenden en una política que no dudó en entrevistarse con Puigdemont mientras han mantenido hasta el final su animadversión hacia un dirigente independentista insaciable y fugado de la justicia. Pero bien que se reunió con él cuando pensaba que podría apoyar sus iniciativas… Algún día los españoles volverán a confiar en su clase política. Hoy parte de ella se mueve en la incoherencia y el oportunismo.
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