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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La lección de los Tres Barrios

Al ir a los Tres Barrios el Gran Poder, sus vecinos han dado una lección a Sevilla

Les decía ayer que la sorpresa mayor de la Santa Misión del Gran Poder en los Tres Barrios es que fueron sus vecinos quienes evangelizaron al resto de Sevilla con su comportamiento, mostrándole con espontaneidad respetuosa la devoción, el cariño y la emoción que hace (¿hacía?) la grandeza de nuestra Semana Santa. No se moleste nadie, pero la llegada del Señor a la Ronda del Tamarguillo con las tres cruces parroquiales esperándolo y las calles del barrio abarrotadas por una multitud ilusionadamente expectante, su recorrido hasta la parroquia de Santa Teresa, su posterior traslado a la de la Candelaria, el de esta a la de Santa Teresa y la despedida fueron más emocionantes que su ida a la Catedral y el regreso en el paso a su Basílica. Todo, desde que salió el 16 de octubre hasta que regresó el 6 de noviembre, fue excepcional e histórico. Pero nada tuvo la emoción de su llegada a los Tres Barrios, su estancia en las tres parroquias y los traslados entre ellas.

Los 21 días en las tres parroquias fueron como 21 viernes de ayer, de hoy y de siempre en San Lorenzo. Si no aún más emocionantes, porque más conmueve que sea el Señor quien visite que visitarlo a él. Se oían en las miradas las palabras de Santa Isabel, aplicadas al Gran Poder: "¿quién soy yo para que el Señor venga a verme?". Sus traslados tenían la emoción, naturalidad, devoción y respeto que la Semana Santa está perdiendo. Los adornos en tantas ventanas y tendederos recordaban las modestas ofrendas que los vecinos de los barrios históricos -tantos emigrados a Los Pajaritos, la Candelaria o Santa Teresa- hacían a su cofradía el día grande de su salida o en las ocasiones extraordinarias. Vean las fotografías del exorno de las casas de la Macarena en 1964 para celebrar la salida de la Esperanza para su coronación y reconocerán el mismo modesto cariño, tan conmovedor, que se ha visto en los Tres Barrios.

Ni idealizo ni incurro en una especie de populismo cofrade. Vi lo que vi. Caminé en todos los traslados detrás de él, en su estela de bulla, o muy por delante de la cruz de guía. Tras el Señor, silencio, conmoción, lágrimas, respeto. Ante la cruz de guía, quieta y respetuosa expectación de una multitud que llenaba las calles más de una hora antes de que el Señor llegara. Si la Santa Misión del Gran Poder ha marcado un rumbo a las hermandades, los vecinos de los Tres Barrios han dado una lección a sus conciudadanos.

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