LO mismo han escuchado por ahí algo acerca del nuevo musical que Nacho Cano -y su productora, Hoy no me puedo levantar-, está preparando. Tal vez sepan que su título es Enamorados anónimos y que se estrenará el próximo dieciséis de octubre. Incluso puede que les haya llegado el dato de que se trata de una historia que emplea la canción española como hilo conductor de su argumento…

De lo que seguro no tienen ni idea es de que, el protagonista masculino de dicha función, es un sevillano al que les cuento, ya de paso, me vincula un gran cariño desde hace muchos, muchos años. Fíjense que creo que, prácticamente desde el principio de su trayectoria, hemos mantenido de esas buenas amistades que, sin coincidir todos los días, unen tanto -o más- que otras más cotidianas. Me refiero a Carlos Vargas, artista que, a pesar de las vacas flacas, siempre ha defendido la copla como bandera y que, ahora que las vacas han engordado -para el género, me refiero-, va a asumir el reto más importante de su carrera. Y eso que, como los miles de aspirantes que se presentaron a los castings, lo suyo ha sido logrado con el sudor de su garganta.

Ni enchufes, ni contactos, ni nada valía para hacerse con un papel en cuya piel se meterá, en principio, durante la próxima temporada. Pero claro, considerando el olfato para el 'show business' del ex de Mecano, es probable que la cosa vaya para más largo pues, según tengo entendido, junto a Vargas -y el resto del elenco- desfilarán estrellas invitadas, como Pasión Vega, que, puntualmente, sumarán atractivos a la cita con el madrileño Teatro MoviStar (antiguo Rialto).

Carlos, que atesora cuatro discos grabados, bajará el próximo martes a agradecer estos parabienes a la Virgen de Regla durante su procesión por las calles de Chipiona y, aunque a la mañana siguiente regrese otra vez a los ensayos -en unas duras jornadas de doce horas-, el sacrificio habrá merecido la pena. Cumplir con los de arriba reconforta para poder seguir regalando ratitos felices a los de aquí abajo.