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María José Andrade

‘OLNI’

19 de julio 2024 - 03:06

Cuando leí por primera vez este acrónimo me sacó una sonrisa. Lo hizo porque responde, nada más y nada menos que a: un “objeto literario no identificado” Semejante definición (¡que ya me hubiera gustado hacerla a mí!) se les ha ocurrido a los animadores del book club, Steve Abd Al Karim y Philippe Robichon, haciendo referencia al libro, Dios. La Ciencia. Las pruebas. Una obra descomunal, de Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies que intenta dar respuesta a la pregunta que, desde el principio de los tiempos el ser humano, nosotros, no hemos dejado de hacernos: ¿Y si Dios existe? Por qué, para qué, o cuál sería el motivo por el que estamos aquí es algo que nos lleva a cuestionar nuestro origen, nuestra existencia y por supuesto nuestro significado. Sus autores nos invitan a realizar un recorrido por cinco siglos de descubrimientos científicos, trazándonos el camino desde el origen de las ideas materialistas hasta su declive. Seiscientas páginas que se leen conteniendo la respiración y en las que Copérnico, Newton, Lamarck, Darwin, Marx, Einstein, Friedman, Gödel y Carter, entre otros, serán algunos de los protagonistas que nos van a acompañar en este increíble viaje por el Universo. Páginas en las que casi escucharás con emoción, y de la mano de los físicos Arno Penzias y Robert Wilson “el eco del Big Bang”. Un sonido que hizo que estallaran las ideas limitadoras y materialistas en las que Dios no existía porque nunca hubo un principio y tampoco habría un final… entonces el Universo era infinito. Pero resulta que sí. Que lo hubo. Hubo un comienzo, y como todo comienzo tiene una causa; también el Universo tiene un comienzo y, por lo tanto, el Universo tiene una causa. Este juego de palabras es una de las claves del libro y lo que hace indispensable su lectura; para dar el paso a abrir la mente sin prejuicios y sin anteponer lo que pensamos o sentimos proponiéndonos ser valientes. Valientes para hacer un debate profundo que nos lleve hasta el límite de nuestra capacidad de percibir el mundo. Valientes para participar de un debate, individual y compartido, sobre la existencia de Dios desde la certeza de los estudios científicos y valientes para poner en duda incluso nuestras propias creencias. Abrir el alma es fácil con esta obra ambiciosa retándonos a llegar a la frontera de nuestra comprensión porque es un puro desafío para los que somos creyentes y para los que no lo son. Y lo hace con argumentos que, aunque difíciles de asimilar para el cerebro humano, son capaces de ampliarnos la mente y el espíritu sin caer en la desesperación de no comprender. En estas páginas están expuestas las principales teorías en las que actualmente trabajan los científicos, de manera sencilla y didáctica para que las podamos entender sin complejidad y con mucha, eso sí, curiosidad. Seamos curiosos. Es algo que llevamos en el ADN. Eso que nos hace únicos y que nos ayudará a explorar los noventa y tres mil millones de años luz que mide el diámetro del Universo, y que nos capacitará para decidir con total libertad y con conocimiento, en lo que queremos creer de forma razonable.

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