¿Cómo proteger a los niños?

28 de julio 2025 - 03:10

La frase ha estado de rabiosa actualidad esta semana: “Hay que proteger el interés superior del menor”. La han pronunciado jueces, políticos y todo personaje público. Y es verdad, esa es nuestra principal obligación que traducido resulta “a los niños, ni tocarlos”. Pero es para reflexionar. A las abuelas y bisabuelas andaluzas analfabetas nadie tenía que recordárselo, era la ley natural. Pero lo hemos olvidado.

Porque de otra manera no se entiende el terrible espectáculo que hemos visto en la entrega de un menor a su padre, por orden judicial, en el caso de Juana Rivas. Un asunto que afecta gravemente a un niño de 11 años que necesita del amparo y protección de un Estado que todos decimos que es social y de derecho. ¡Y una porra! podríamos añadir.

No tenemos que opinar si debe estar con su madre o con su padre, no debemos escuchar su voz llorando angustiado ni ver la denuncia de su hermano mayor. Porque eso no es derecho a la información.

De la misma forma que no lo es señalar dónde están los centros de acogida de los menores en desamparo que tutelan las administraciones. Los niños son niños, al margen de la melanina de su piel, de si son rubios o pelirrojos. Los medios de comunicación tenemos la obligación de protegerlos y defenderlos por encima de otros intereses.

Claro que tampoco se los protege cuando casi cinco mil de ellos, estos todos con la piel oscura y unas familias que los han tenido que ver marcharse, estén hacinados en centros poco preparados porque las administraciones no se ponen de acuerdo. Y, cuando toman partido, lo entregan a algunas ONG que no se merecen ese nombre, como ha sucedido esta semana en Cataluña.

Los niños han sido protagonistas también del último pleno del Parlamento de Andalucía. Las madres de niños con autismo, las que demandan cuidados paliativos pediátricos y las de un colegio de Conil, han acudido para pedir atención para sus hijos. En un sistema sanitario y educativo tan vasto y complejo, resulta difícil atender todas las particularidades. Pero, seguramente, todos estarán de acuerdo en mirar de otra manera a estos niños. Son la esperanza de la sociedad. Pero ¿de qué sociedad?

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