Estamos de luto por la pérdida de Jesús Quintero. Se habla de homenajes y colocar placas en su memoria. Quiero aportar una propuesta, mantener el nombre de Teatro Quintero, conservando su uso, que sería lo mejor, o al menos recordarlo en ese lugar. Algunos se preguntarán por qué se metió en la aventura de crear y mantener un teatro. Porque desde muy joven le gustaba subirse a un escenario. Es un extraño virus que cuando te alcanza no tiene arreglo, es para siempre. Un día preguntó si estaba bien llamar al teatro con su nombre. Parecía justicia poética, ya que, en el cercano Teatro Álvarez Quintero entre el Monte y el Ayuntamiento habían quitado de en medio a los dramaturgos sevillanos y era bonito que apareciera en Sevilla un Teatro Quintero para compensar el desaire.
Aún estamos en pleno Homenaje al 150 aniversario del nacimiento de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, pero por poco tiempo, ya que termina el próximo 20 de enero de 2023, que se conmemora el nacimiento de Joaquín, el menor de los hermanos. Aún podemos deshacer el agravio que cometimos como ciudad borrando de un plumazo el nombre de los Álvarez Quintero de la fachada del teatro, diseñado y construido con gran maestría por los arquitectos Rodrigo y Felipe Medina. Lo degradamos a centro cultural. El resultado es que ya son varias las generaciones de sevillanos que no saben dónde estuvo el Teatro Álvarez Quintero. Con lo que se ha perdido una parte de la historia de la ciudad.
El 12 de octubre de 1950 se inauguró el teatro de la calle Laraña dedicado a los dramaturgos de Utrera. Pasado mañana harán años. ¿Por qué no sumarnos como ciudad al homenaje recordándolos en la fachada de su teatro en Sevilla? Sin cambiar nada de lo actual. Solamente poner el nombre de Teatro Álvarez Quintero, como estuvo desde su inauguración en 1950 en la fachada del torreón que hace esquina con la calle Arguijo. Afortunadamente hay imágenes del rótulo en las hemerotecas y sería una sencilla contribución de todos los sevillanos como homenaje a los hermanos Álvarez Quintero. El solemne día de la inauguración de la sala, José María Pemán terminó su intervención con las siguientes palabras: "Este teatro es el muelle último donde la barca quinteriana viene a echar el ancla. Para siempre permanecerán juntos los dos amores más grandes de los insignes autores: Sevilla y el teatro." Fuertes aplausos acogieron las palabras del escritor, dicen las crónicas del día. Leídas hoy esas palabras, aun quitándole grandilocuencia, son casi un epitafio.
Grandes amores, Sevilla y el teatro, que unieron a los Hermanos Álvarez Quintero con Jesús Quintero y que hoy se entrecruzan de nuevo para que los sevillanos los recordemos. Claro que es difícil el respeto y el recuerdo de lo que se ignora. Solo hay que pasar por la Glorieta del pintor José García Ramos en los jardines de Murillo o por la tumba de la Dogaresa de José Villegas en el cementerio de San Fernando. Cuesta tener en su sitio a nuestros muertos.
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