Una zanja o foso se abría desde época medieval en la antigua Enramadilla de Triana, junto a Chapina, atravesaba lo que hoy es Pagés del Corro y finalizaba en la calle Puerto de Camaroneros (Gonzalo Segovia) tras la actual Plaza de Cuba. Conocida con el nombre de cava desde el siglo XVI, algunos investigadores indican que procedía de un cauce seco del Guadalquivir y otros la reconocen como obra humana. Ayudó al sistema defensivo de Triana y del Puente de Barcas hacia Sevilla junto a la fortaleza almohade (Castillo de San Jorge) y la Torre del Oro de la coracha del Alcázar, actuando también como barrera ante las riadas. El foso fue colmatándose poco a poco con basuras y escombros, originándose en su trazado un montecillo que fue bautizado con el apelativo de “Monte Pirolo”. Siguiendo el recorrido de la zanja, el tramo de vía comprendido entre Chapina y San Jacinto se conoce desde el siglo XIX como Cava Vieja o de los Civiles por ubicarse en ella la Casa Cuartel de la Guardia Civil, donde antaño estuvo un cuartel de inválidos de guerra, mientras la Cava Nueva o de los Gitanos discurre desde San Jacinto hasta su final.
La Cava de los Gitanos adopta este sobrenombre por la presencia masiva de vecinos de etnia romaní. Las casitas donde vivían no mantenían las mínimas condiciones de habitabilidad, sus suelos presentaban un nivel inferior al de la calle y necesitaban casi reptar para atravesar las puertas. Aparecieron con posterioridad corrales de vecinos, más acordes con su idiosincrasia, como el conservado Corral Herrera. Las profesiones predominantes eran las de herreros, alfareros, tratantes de ganado, artistas o pescadores de camarones, naciendo en la zona toreros de valía: Cagancho, Gitanillo de Triana, Angelillo, Maera, el Tuerto de Chapina... La jincha (gitana pura) trianera podía ser bailaora o cigarrera en la Fábrica de Tabacos, pero también cosía, limpiaba y cocinaba. La frustrada ley nacional conocida por la Gran Redada se promulga en 1753 para intentar la desaparición de la raza gitana mediante encarcelamientos y otros métodos. Es significativo que la Hermandad de los Gitanos se fundara ese mismo año en el Convento del Espíritu Santo y pueda considerarse la organización reglada romaní más antigua del mundo.
La Cava de los Gitanos muestra una gran mejora higiénica de la mano del teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla Francisco Pagés del Corro (1834-1876), pero es barrida a mediados del pasado siglo por oscuros vientos de origen inmobiliario, siendo realojados muchos de sus vecinos en La Pañoleta, Polígono Sur o Torreblanca con un cambio drástico en sus vidas. Los gitanos de Triana siempre se mantuvieron alegres a pesar del barro y del aire viciado por las inmundicias que les rodeaban, reuniéndose en los patios y cantando al son de la guitarra y las palmas: “A clavito y a canela/ me güeles tú a mí,/ ¡ay!/ y el que no güele a canelita y clavo.../ ¡no sabe distinguí!” (Revista Estampa, 1932).