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Tribuna

juan Ramón Medina precioso

La nación de naciones

Las naciones son realidades históricas y, como tales, pueden nacer, evolucionar e incluso extinguirse, pero en ninguna de esas fases una nación consta de naciones

La nación de naciones

La nación de naciones / rosell

Te acuerdas de cuando el socialista Rafael Escuredo decía que los andaluces no éramos más que nadie, pero tampoco menos que nadie? Bueno, pues olvídalo. Los separatistas vascos y los catalanes dicen que cualquiera de ellos es más que tú. No todos los vascos y catalanes lo dicen, sino solo los separatistas, pero ellos lo certifican. Y no es que sean distintos; son simplemente superiores.

Desde que al socialista Anselmo Carretero se le ocurriese que España no era una nación, sino una nación de naciones, esa fórmula la ha petado entre buena parte de las izquierdas españolas. El presidente Zapatero la divulgó y la primera consecuencia fue un Estatuto de Autonomía inconstitucional promovido por el socialista catalán Maragall. Ahora la vicepresidenta Yolanda Díaz la ha actualizado en País de Países, quizás porque su colega Errejón eligió llamar Más País a su partido, en vez de Más Nación (llamarlo Más España habría sido fascista).

Una confidencia: lo de nación de naciones y país de países son sendas majaderías. Tales cosas no existen, ni pueden existir. Tu cuerpo consta de millones de células, pero no es ninguna célula de células. La molécula de glucosa consta de 24 átomos, pero no es ningún átomo de átomos. Todo triángulo tiene tres lados, pero ninguno es un lado de lados. Las naciones son realidades históricas y, como tales, pueden nacer, evolucionar e incluso extinguirse, pero en ninguna de esas fases una nación consta de naciones. Ni siquiera la UE es una nación de naciones, sino un pacto entre estados. Las soberanías no pueden solaparse: o bien sobre el territorio de Cataluña imperan las leyes españolas, o bien no imperan, así de sencillo (Pista: el 95% de los lectores del Nacional.cat, un periódico separatista catalán, opinan que no hay por qué cumplir las leyes españolas, empezando por la Constitución y acabando por las sentencias judiciales sobre el castellano en la enseñanza).

Peor que una mera majadería, lo de nación de naciones es un trampantojo para conceder privilegios a unos españoles en detrimento de los demás. Así, la ministra socialista de Hacienda ofrece a los catalanes condonar su deuda (la mayor de todas las regiones), pero no a los andaluces. Y eso que es andaluza. Y, peor todavía, es un engaño para evitar decir que Cataluña y el País Vasco no forman parte de España (los más animosos incluyen a Galicia en la operación, aunque allí los separatistas pintan poco). No me extraña que los separatistas solo abunden en dos de las regiones más ricas de España: no quieren compartir su riqueza con el resto de España. De ahí su lema España nos roba y de ahí que los separatistas vascos se hayan especializado en extorsionar a los sucesivos gobiernos españoles y no contribuyan al erario nacional.

Lo más curioso es que buena parte de las izquierdas españolas han comprado esa fórmula (Borbolla, Page y Guillermo del Valle, fundador de Jacobinos, son honrosas excepciones). Se supone que el ideal de los socialistas y los comunistas es la igualdad material de los ciudadanos, pero en España han asumido esa drástica forma de desigualdad que es la nación de naciones. Desde su óptica, un truco para ganar votos en todos los sitios: en Andalucía presumiendo de federalistas (lo que implicaría la igualdad de todas las comunidades) y en Cataluña de soberanistas, pero no separatistas (otra estupidez, porque no hay diferencia entre reconocerle a esa región bilingüe su propia soberanía y declararla distinta de España). Aviso a navegantes: la nación de naciones no es lo mismo, sino más bien lo opuesto, que la España Federal, en la cual habría leyes que obligarían a todas las comunidades, como en Alemania. El centralismo no es la única alternativa a la nación de naciones, también lo es el federalismo simétrico.

Ha propuesto Yolanda usar en el Congreso las otras tres lenguas cooficiales españolas. Si podemos dilapidar dinero en innecesarios traductores, ¿por qué destinarlo a sanidad? Y si podemos difuminar que los congresistas representan a todos los españoles, ¿por qué evitarlo? Pero la propuesta es muy insuficiente. Si realmente España fuese una nación de naciones no bastaría con el truco de los idiomas. Habría que declarar la extraterritorialidad de la sede del Congreso, igual que el edificio de la ONU no forma parte de Estados Unidos. Y emitir pasaportes vascos y catalanes. Y negociar con las nuevas naciones cómo gestionar sus fronteras con la UE, igual que Gibraltar. Y estudiar si el euro será su moneda oficial. Y negocial la validez de los títulos académicos. Y ver quién pagaría las pensiones de las nuevas naciones. Y construir un túnel por el Pirineo aragonés para conectar España con Francia y el resto de la UE. En fin, Sánchez, una locura.

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