La tribuna
Gaza, tragedia humana y política
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Se presupone que un Congreso de un partido no es un Mercadona donde empujando un carrito se va cogiendo de las estanterías aquello que se necesita para hacer una buena comida. Si cada uno lleva su cesta, cada uno elaborará su menú individualmente. Lo contrario de lo que debe ser un proyecto común, elaborado entre todos los que pertenecen a ese partido y han decidido influir con sus propuestas en un programa avalado por la mayoría.
Y, también, se supone que si se elige al máximo dirigente del partido antes de la celebración del Congreso, sobra el Congreso. Si se le quiere dar validez a la cita orgánica, sobra la elección previa del máximo dirigente. Con el sistema de primarias, o sobra el congreso o sobra la elección anticipada del Secretario General.
El PSOE le ha dado la vuelta como a un calcetín a la lógica que imperó en esa organización durante más de un siglo. El secretario general y la dirección que le acompañaba era la conclusión final del congreso. Era la salida lógica de lo que se aprobaba como proyecto político después de dos o tres días de debates sectoriales y político. El sistema de elección por primarias del Secretario General ha alterado la lógica centenaria del PSOE. Se supone que los delegados que asisten a un congreso que se inicia con su máximo dirigente ya elegido por las bases, serán en su inmensa mayoría partidarios de ese secretario general. No resultaría sensato que las Federaciones provinciales y regionales enviaran al congreso a militantes que se declarasen contrarios al máximo dirigente. Y aquellos que lo fueran y acudieran en minoría no tendrán nada que hacer en cuanto a su disposición para alterar la ponencia marco que elaboró el equipo de quien ostentaba la dirección del partido y volverá a ocuparla antes del inicio del Congreso.
Resultaría un atentado a la lógica elegir antes del Congreso a quien va a dirigir el partido en los próximos años y esperarle en el cónclave para hacerle comulgar con ruedas de molino. Si así ocurriera, el elegido por la militancia no tendría más remedio que renunciar a la nominación puesto que lo que aprobaran los delegados resultaría infumable para él. Felipe González, siendo secretario general del PSOE, esperó a que el pleno del Congreso Federal aprobara la resolución política para decidir que él no podía dirigir un partido que seguía declarándose marxista. Vino a decir que para dirigir un partido marxista no se podía elegir a un secretario general que no lo fuera. Esa experiencia que vivimos los socialistas en 1979 no se hubiera producido si el sistema de elección de la dirección del partido hubiera sido igual que la actual. Felipe González hubiera entrado en el Congreso entronizado como secretario general electo por la militancia y nadie se hubiera atrevido a votar una resolución política contraria a lo que defendía el máximo dirigente del partido.
En aquellos tiempos, los aspirantes a dirigir el partido esperaban a ver lo que se aprobaba en los congresos y después, decidían si presentarse o no. En estos nuevos tiempos, es el Congreso el que tienen que esperar al nuevo secretario general para ver qué se puede y no se puede aprobar.
En conclusión, un sistema de primarias que sobre el papel se vende como muy democrático y participativo se carga de un plumazo la autonomía de los congresos del PSOE. No parece sensato que antes de que se celebre la cita de octubre ya sepamos quién lo va a dirigir e, incluso, por declaraciones del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE a El País, quien lo va a vicedirigir: " Lastra, como vicesecretaria general del PSOE tendrá una dedicación 100% al partido apara las elecciones de 2023". Las formas son importantes en democracia. La dirección del PSOE la eligen los delegados que asisten al Congreso. Nadie puede usurpar esa facultad ni adivinar qué pasará en ese Congreso. Siempre se dijo que a los Congresos del PSOE se sabía cómo se entraba, pero no cómo se salía. Eso ya es literatura. Ahora se sabe cómo se entra y cómo se sale. Me parecía más democrático el sistema anterior. Y más igualitario. Las primarias se están descubriendo como un enorme fiasco, porque nadie va a elegir a nadie por la sencilla razón de que en casi todos los procesos el secretario general resulta elegido por incomparecencia del contrario. No estaría mal que la militancia lo pensara y decidiera en función de la democracia cómo deberían ser los Congresos futuros.
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