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Castilblanco de los Arroyos: cruce de caminos, cruce de culturas

Suplemento 'Corredor de la Plata'

La Ermita de San Benito recibe todos los días a peregrinos y visitantes atraídos por su fe, la curiosidad y el entorno natural

Castilblanco de los Arroyos: cruce de caminos, cruce de culturas

12 de junio 2024 - 06:00

Apoco más de 30 kilómetros de Sevilla, donde predomina la dehesa de encinar, la jara, la retama, el tomillo, se encuentra un enclave con caminos que son de paso obligado si haces el Camino de Santiago desde Sevilla: Castilblanco de los Arroyos. Este municipio, de 5000 habitantes, es conocido a nivel internacional por ser un gran productor de miel y cuenta con grandes atractivos como su Fiesta del Agua y con un gran patrimonio histórico que cada año atrae a cientos de turistas, marcado principalmente por su carácter religioso.

Castilblanco de los Arroyos es un lugar de paso obligado para todos los peregrinos que optan por recorrer la Ruta de la Plata en su peregrinar hacia Santiago de Compostela, formando parte de la segunda y tercera etapas lo que hace que cada año acoja a miles de peregrinos procedentes de distintas partes del mundo y para los que ofrece varias posibilidades de estancia: el albergue municipal totalmente equipado con capacidad para 50 personas, alojamientos rurales y establecimientos hoteleros.

Naturaleza

El patrimonio natural atrae a muchos visitantes gracias a su amplia red de caminos verdes

De ahí que buena parte de su economía gire en torno al turismo religioso, siendo también lugar protagonista del Camino Benedictino. Una ruta que cruza de este a oeste la provincia de Sevilla, conectando municipios, y que finaliza en Castilblanco, concretamente en la Ermita de San Benito, que cada día, los 365 días del año, recibe a peregrinos y visitantes que, atraídos por su fe, por la curiosidad o por el entorno natural en el que se ubica su ermita, llegan allí para cumplir una promesa o para disfrutar de ese rico patrimonio natural.

El patrimonio natural también atrae a otros muchos visitantes amantes de la naturaleza, que encuentran en este municipio un verdadero paraíso, libre de los ruidos propios de la ciudad, en el que sumergirse en la tranquilidad propia del campo, con una importante red de caminos públicos, con opciones para todos los gustos y niveles de dificultad, lo que también convierten a este municipio sevillano en sede de distintas pruebas deportivas de montaña. La Ribera del Cala, la Cuesta del Señor, la Ruta de Los Melonares, el conocido Camino de Cantillana, El Piquillo, o llegar hasta las Ermitas de Escardiel y San Benito son sólo algunas propuestas.

Castilblanco también es sinónimo de cultura, especialmente de la gastronómica con establecimientos, restaurantes y bares de tapas donde poder degustar los productos del cerdo ibérico, sus famosas migas, el queso fresco de elaboración propia en Castilblanco con la leche de cabra, o, sus venteras, el plato típico que sólo se cocina aquí.

Pantano de Los Molinos

Cada agosto tiene lugar la Fiesta del Agua que conmemora la construcción de esta obra

Una receta que se remonta a muchos siglos atrás, cuando Castilblanco era lugar de paso de la Vía de la Plata por donde a diario pasaban numerosos viajeros, entre ellos Miguel de Cervantes y cuya estancia en el Mesón del Agua reflejó en su novela Las Dos Doncellas es las venteras, un plato que toma el nombre de las ventas, y entre cuyos ingredientes no faltaban ni faltan los productos derivados de la matanza del cerdo ibérico o los espárragos. Un guiso propio y único de Castilblanco que a quien lo prueba no deja indiferente.

Todo ello unido a su producción de miel, pues es en Castilblanco donde se sitúa la Cooperativa Sierras Andaluzas, una de las más destacadas del sector, cuya producción aproximada supera los dos millones de kilos anuales hasta en diez variedades, convirtiéndola en la primera cooperativa de Andalucía y la tercera de España, por su volumen de producción y por su exportación a distintos países del mundo con certificación europea.

Motivo principal por el que este producto se convierte en la base de los dulces y la repostería castilblanqueña, con sus famosos piñonates, las rosas de miel y sus pestiños. Auténticos manjares, pero no los únicos, porque hablar de Castilblanco y su gastronomía es también hablar de las tortas “sobás”, rellenas de sidra, o su pan, conservando varias panaderías donde todavía se puede encontrar pan artesanal.

Historia, patrimonio artístico, natural, gastronómico… que unido también a sus tradiciones y fiestas hacen de este pueblo un lugar único, pues quien no ha oído hablar de la Fiesta del Agua. Y es que, aunque hoy día sean muchos los pueblos que celebran esta particular forma de disfrutar del verano, fue en Castilblanco donde nació. Concretamente, en 1986, con la construcción del Pantano de Los Molinos, que puso fin a los problemas de abastecimiento que sufría este pueblo en aquel momento. Castilblanco celebró la puesta en funcionamiento de este pantano a lo grande, y todos los vecinos salieron a la calle a mojarse.

Desde entonces, cada año, Castilblanco da el pistoletazo de salida a su Feria y Fiestas Patronales con la tradicional Fiesta del Agua, que se celebra justamente el jueves que precede al primer fin de semana de agosto y a la que acuden muchos visitantes a disfrutar de esta “batalla de cubos de agua no potable”.

Y si hablamos de la Fiesta del Agua tenemos que hablar de su Feria y Fiestas Patronales, con la Virgen de Gracia, su Patrona, como protagonista, y la suelta de varios toros de fuego para cerrar esos días de convivencia vecinal, a los que cada año le siguen la Romería de San Benito Abad, que tiene lugar cada último fin de semana de agosto, o la Romería de Escardiel, mucho más local, pero, sin embargo, capaz de desplazar a todo el pueblo hasta los aledaños de la ermita cada segundo sábado del mes de septiembre.

La celebración del Festival Flamenco, uno de los pocos que mantienen intacto su formato tradicional en la provincia de Sevilla, y que ya cumple su 45 edición, el concierto joven de verano que, cada año, trae a Castilblanco a artistas demandados por la juventud entre otras citas hacen que este municipio brille con su historia, sus tradiciones y su cultura. Pues si hay algo que define a Castilblanco es ese “Cruce de Caminos, Cruce de Culturas.

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