Derbi Betis - Sevilla

De la cima a la sima, así es Sevilla

  • La doble decepción europea le ha echado agua al excelente vino de un derbi que llega con béticos y sevillistas metidos en la zona más noble

Los argentinos Guido Rodríguez y Acuña se abrazan en el último derbi en el Benito Villamarín.

Los argentinos Guido Rodríguez y Acuña se abrazan en el último derbi en el Benito Villamarín.

Derbi oficial número 135, el 101 correspondiente a la Primera División del fútbol español, y la sensación de estar metido de llenos en la Sevilla más exagerada, la que pasa de la cima a la sima casi en un par de horas. Las dos decepciones europeas de la semana, la derrota casera del Sevilla contra el Lille y después la goleada al Betis en Leverkusen, por seguir un orden cronológico de los hechos, le han echado mucha agua al vino de este Betis-Sevilla en el Benito Villamarín. En el sentido más exagerado de la visión de las cosas, como gusta en esta bendita tierra, casi se ha pasado de los dos equipos que iban a luchar por la Liga en el presente curso a poco menos que dos mediocridades condenadas a no cumplir con sus respectivos objetivos.

Está claro que en el término medio debería estar siempre la virtud, pero entonces no seríamos sevillanos, sino centroeuropeos o ciudadanos de cualquier rincón terráqueo en el que los sentimientos no afloraran como se viven aquí. En definitiva, y a los ojos de un simple hispalense más, mejor estar siempre en esa montaña rusa que ni sentir ni padecer por casi nada.

Lo cierto es que después del Betis-Valencia el derbi, a pesar de restar aún un par de partidos por medio para cada uno de los contendientes, ya se atisbaba como el duelo del siglo, con dos escuadras metidas, ese día, en los puestos que conducían a la Liga de Campeones y a tiro de piedra de la Real Sociedad, que era el líder del campeonato. Incluso, en el caso de los sevillistas, a pesar de haber empatado con un gol anulado en el suspiro final en Mallorca, tenían un partido menos que ese equipo que encabezaba la tabla y los mismos puntos que el Real Madrid, también pendiente de una cita, que era el segundo. Quiere esto decir que podía ser el puntero del torneo liguero incluso, así como que el Betis vivía una euforia más que justificada después de una extraordinaria exhibición contra el Valencia de José Bordalás.

Guardado bromea con Fekir y William Carvalho. Guardado bromea con Fekir y William Carvalho.

Guardado bromea con Fekir y William Carvalho. / Europa Press

¿Qué ha pasado en los diez u once días posteriores, los que restaban para llegar a este derbi? Siempre por orden cronológico, no como establecería el hecho de ser un Betis-Sevilla por jugar en Heliópolis, en el caso del Sevilla tenía un triunfo incontestable contra el Osasuna y después llegaba su gran decepción en la Liga de Campeones con una derrota casera frente al Lille, lo que supone dejar muy en el aire el objetivo de estar en los octavos de final de la máxima competición continental.

Peor aún sería para la tropa de Manuel Pellegrini. Tras protagonizar la gran noche de rock and roll para avasallar al Valencia, llegaban dos decepciones inesperadas en las visitas al Atlético de Madrid y al Bayer Leverkusen. Dos goleadas, una sin Fekir y otra con el triste epílogo de la expulsión del francés incluso, y, sobre todo, una sensación de frustración absoluta al comprobar que los verdiblancos no han sido capaces de competir contra dos equipos de un escalón ciertamente superior.

El estado de bajón de los dos equipos que representan el fútbol en Sevilla es innegable y de esta forma se llega a este derbi número 135 de los oficiales con todos los hinchas despotricando en las redes sociales de unos y otros en las primeras horas para después tornar, eso sí, a la ilusión por derrotar al enemigo de toda la vida en la ciudad, al que de verdad importa hacerle daño. Eso es así más allá de todas las palabras huecas y por mucho que sea deseable una amplitud de miras para no quedarse sólo en el más simple provincianismo.

Papu Gómez esprinta junto a sus compañeros en el entrenamiento sevillista. Papu Gómez esprinta junto a sus compañeros en el entrenamiento sevillista.

Papu Gómez esprinta junto a sus compañeros en el entrenamiento sevillista. / Antonio Pizarro

Pero hay momentos y momentos, el lunes ya habrá pasado el derbi, habrá ganado uno u otro, incluso puede haber acabado en empate como tantas y tantas veces, y será ya un día para pensar en otras cosas futuras. Pero en la fecha en la que todo se litiga el modo locura futbolística está activado y no se puede pensar en otra cosa que no sea en vencer al rival ciudadano. Así que de eso se trata a partir de las nueve de la noche, con bastante frío climatológico, que no ambiental.

Siguiente cuestión. El hecho de que volverá a haber público en las gradas después de que se hayan disputado tres derbis a puerta cerrada debido a la horrible pandemia por el Covid-19 que todos hemos sufrido. El Benito Villamarín, con el ciento por ciento del aforo permitido, será una verdadera caldera, como ya se ha demostrado en las anteriores citas de los verdiblancos ante los suyos. Concretamente, contra el Bayer Leverkusen y frente al Valencia, cuando ya se permitía que todo el estadio estuviera copado de público, fue una maravillosa locura y esta noche seguro que volverá a serlo.

En un rincón de la grada de Gol Norte, arriba, estarán presentes también 600 sevillistas, que es el número de entradas facilitadas por el Betis al Sevilla a un módico precio de 25 euros, lo que es digno de ser elogiado por no haberse ido por lo alto en el acuerdo entre ambos clubes. El ambiente, por tanto, está garantizado y eso sí le dará un colorido adicional a la cita después de tres choques con un rictus de tristeza total en ese sentido para todos los que lo vieron por los televisores o para los que incluso tuvieron la suerte de asistir a los mismos por motivos de trabajo.

Parte médico

En este recorrido llega el momento para analizar el estado de ambas plantillas en los días previos al choque. En el caso de los béticos, que aquí sí se sigue ya el orden establecido por el calendario, Pellegrini podrá contar con todos sus futbolistas. No hay ni uno solo, que se sepa, en la enfermería más allá de las molestias musculares que han impedido a Camarasa estar con sus compañeros en algunos partidos. Se trata, en cualquier caso, de una ausencia residual, pues el valenciano no está contando en exceso para el entrenador chileno y éste tiene a todos sus futbolistas disponibles.

Deberá elegir Pellegrini y todos estarán en buenas condiciones físicas, pues nada menos que diez jugadores de los once titulares en Leverkusen no lo habían sido contra el Atlético de Madrid en la Liga. Los béticos, pues, podrán apelar más al cansancio sicológico de un viaje el viernes rumiando una goleada como desventaja respecto a un Sevilla que jugó un par de día antes, concretamente el martes. Se dice que el técnico ha trabajado particularmente el ataque a los costados de los sevillistas, pero dentro de las dualidades que tiene en muchos puestos tampoco se esperan movimientos extraños en su once esta vez.

Lopetegui sí tendrá ausencias de peso. Su capitán, Jesús Navas, se rompía la musculatura contra el Lille y le han diagnosticado ocho semanas de baja, por lo que no estará, lógicamente, en esta noche en la que podía batir, junto a Joaquín, el récord de participaciones en los derbis sevillanos. Tampoco estará En-Nesyri, según anunció el propio Lopetegui, que hablaba de otra lesión más, y lo normal sería ver un centro del campo fuerte con Fernando, Joan Jordán y Delaney. ¿La sorpresa? Pues igual el Papu Gómez como falso delantero centro.

Y el último factor debe ser el juez. La designación le ha vuelto a corresponder a Mateu Lahoz, un árbitro con experiencia y que, si sigue la senda de sus participaciones europeas, mejor que en la Liga, debería ser una garantía para que todo funcione en ese aspecto. Como ayudante en la sala VOR tendrá a Sánchez Martínez, tal vez el mejor proyecto del arbitraje español pero que con su exceso de autoridad y errores cometidos ha perdido muchos puntos en los últimos tiempos.

Son todos los ingredientes para que el derbi número 135, el 101 en Primera División, responda a la emoción que promete. Por mucha decepción que hubiera en Europa, se enfrentan el tercero de la Liga contra el quinto y eso ya es garantía de un gran nivel futbolístico. A partir de ahí, habrá que ver cómo se desempeñan unos y otros en el campo en esta cita con el colorido del público garantizado. Decimotercera jornada de la Liga Santander, 7 de noviembre, nueve de la noche, Benito Villamarín, eso pone en la agenda.

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