Los errores más comunes al intentar perder peso
Investigación y Tecnología
La frustración es el resultado de pensar que el adelgazamiento es un objetivo lineal y puramente numérico
La vitamina que necesitas para regular el metabolismo y perder peso
Todo empieza en enero. Los gimnasios se llenan de personas con propósitos renovados y los motores de búsqueda registran un pico de consultas sobre la "dieta definitiva". Sin embargo, la mayoría de esos planes se abandonan antes de que termine la primavera, lo que quiere decir que recuperamos el peso perdido antes de lo esperado generando un gran sentimiento de frustración por no haber conseguido lo propuesto. También de agobio por encontrarnos a las puertas del verano y la operación bikini se ha ido "al traste", pero ¿qué ha pasado? Pues en primer lugar, debes saber que este ciclo de ilusión y frustración no es nada personal, ni mucho menos una prueba de falta de voluntad, sino el resultado de pensar que el adelgazamiento es un objetivo lineal y puramente numérico.
Al tratar el cuerpo como un proyecto que debe corregirse, dejamos fuera factores esenciales como nuestra genética, el contexto social, la salud mental y, sobre todo, la relación cotidiana que mantenemos con la comida y el movimiento. Esto se arreglará cuando entendamos que el peso es un indicador incompleto, a la vez que engañoso, ya que de esta forma podremos identificar cuáles son los errores más frecuentes que cometemos cuando tratamos de llevar una vida saludable y poder ponerle remedio.
El enfoque equivocado: cuando todo gira en torno al peso
Uno de los principales errores a la hora de querer perder peso es centrar todos los esfuerzos únicamente en querer bajar el número que marca la báscula, una visión que ha mostrado tener un resultado ineficaz, además de perjudicial y lo peor de todo es que esta percepción está bastante extendida. Investigadores de la Universidad Heinrich-Heine en Düsseldorf, Alemania, advierten que las intervenciones centradas exclusivamente en el peso, como dietas muy bajas en calorías o rutinas físicas demasiado exigentes, rara vez logran mantener resultados a largo plazo. Peor aún: pueden contribuir al desarrollo de problemas como el estigma corporal, trastornos alimentarios y efectos negativos en la salud mental.
"Este estigma puede llevar a que quienes más necesitan atención médica la eviten, por miedo a ser juzgados"
Esto nos ha llevado a que durante décadas, la recomendación estándar haya sido la restricción de la ingesta de calorías y aumentar la actividad física. Ambas prácticas tienen beneficios indiscutibles, pero la realidad que nos ha demostrado los estudios es que pocas veces este sistema puede sostenerse en el tiempo. Además, los efectos sobre eventos cardiovasculares graves, como infartos o accidentes cerebrovasculares, son limitados cuando la única meta es adelgazar. Otro aspecto que la evidencia científica nos ha revelado es que la obsesión por perder peso desvia la atención de otros indicadores mucho más relevantes para la salud, como son los niveles de glucosa en sangre, la presión arterial, el colesterol o el bienestar emocional.
Así que si centramos toda la estrategia en el peso corporal también puede reforzar prejuicios dañinos. Las personas con cuerpos más grandes suelen ser objeto de actitudes negativas y juicios injustificados, incluso dentro de los sistemas de salud. Este estigma puede llevar a que quienes más necesitan atención médica la eviten, por miedo a ser juzgados. También puede favorecer la adopción de comportamientos poco saludables, como saltarse comidas, usar medicamentos sin supervisión o caer en ciclos de restricción y atracones.
Una nueva perspectiva: salud en todas las tallas y atención centrada en el paciente
En lugar de seguir promoviendo estrategias de pérdida de peso universalizadas, muchos expertos están abogando por un cambio de enfoque. La clave, señalan, está en priorizar el bienestar general de las personas, atendiendo sus necesidades y circunstancias particulares, más allá del peso corporal. El movimiento conocido como "Salud en Todas las Tallas" (HAES, por sus siglas en inglés) es uno de los que más impulso ha ganado en este sentido. Su premisa fundamental es que se puede estar sano sin necesidad de perder peso, y promueve prácticas como la alimentación intuitiva, el respeto corporal y la actividad física placentera.
"Los consejos sobre alimentación equilibrada, movimiento regular y cuidado emocional deben transmitirse sin presión ni culpabilización"
Aunque este enfoque aún debe ser validado mediante estudios clínicos a gran escala, los primeros resultados son prometedores. Diversas investigaciones han mostrado mejoras en la relación con la comida, la autoestima y ciertos indicadores de salud metabólica, incluso sin pérdida de peso significativa. Para los profesionales de la salud, esto implica ofrecer una atención médica basada en la evidencia, pero también sensible a los deseos y necesidades del paciente. No se trata de ignorar el sobrepeso u obesidad, sino de no convertirlos en el único foco de intervención.
Desde esta perspectiva, los médicos deben estar preparados para informar con honestidad sobre los posibles beneficios y riesgos de las intervenciones para perder peso. Esto incluye reconocer que no todas las personas responden igual, y que muchas veces, los esfuerzos por adelgazar pueden tener efectos secundarios físicos y psicológicos. Además, es importante minimizar el riesgo de fomentar trastornos de la conducta alimentaria o alterar el metabolismo de forma perjudicial.
Los consejos sobre alimentación equilibrada, movimiento regular y cuidado emocional siguen siendo relevantes, pero deben transmitirse sin presión ni culpabilización. El objetivo principal debe ser ofrecer una atención de calidad, compasiva y adaptada a cada persona, independientemente del peso que tenga. Solo así será posible construir un entorno más saludable, inclusivo y sostenible a largo plazo.
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