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Así ha quedado la Soledad de Cantillana tras la restauración en la que ha recuperado la policromía y manos originales

El rostro de la Soledad de Cantillana tras recuperar la policromía primitiva.

El rostro de la Soledad de Cantillana tras recuperar la policromía primitiva. / Hermandad de la Soledad de Cantillana

La Soledad de Cantillana ha sido repuesta al culto este sábado tras una restauración que ha durado dos meses. La Patrona de la localidad sevillana se muestra ahora a los fieles con la policromía original y las manos primitivas, sustituidas en 1959 por otras de Sebastián Santos. Con este regreso, comienza la cuenta atrás para la coronación canónica de la sagrada imagen, que tendrá lugar el 25 de mayo de 2024.

Los trabajos han estado a cargo del restaurador Eduardo Martínez Pérez, perito judicial de arte y antigüedades. Han contado con una comisión de asesoramiento constituida por José Naranjo Ferrari, doctor en Bellas Artes y profesor de la Universidad de Sevilla (US); y Antonio López Hernández, restaurador y profesor de Historia y Arte. Dichas labores se han acometido en el santuario donde se venera a la sagrada imagen, ante el deseo expresado por los cantillaneros de que su patrona no abandonara la localidad. 

El resultado de la restauración resulta más que evidente. La recuperación de la policromía original ha devuelto a la imagen unos matices plásticos de gran verismo, en perfecta consonancia con sus volúmenes y con las manos primitivas que se le han repuesto. De esta forma, se puede contemplar al icono mariano con la impronta lo más parecida posible a la que tuvo en su origen. Dada su antigüedad (siglo XVI), se trata de una dolorosa de acusado hieratismo, alejada aún del canon barroco y en la que, por tanto, la expresividad aún está contenida, con grandes dosis de naturalidad. 

La Soleda de Cantillana tras la restauración y con las manos primitivas. La Soleda de Cantillana tras la restauración y con las manos primitivas.

La Soleda de Cantillana tras la restauración y con las manos primitivas. / Hermandad de la Soledad de Cantillana

Eduardo Martínez explica que la calidad de la composición material y le ejecución de la policromía ha permitido mantenerla hasta la actualidad. Para analizarla han resultado fundamentales los estudios químicos testados en un laboratorio de Madrid por medio de técnicas como la espectrometría EDX, microscopio óptico y microscopio electrónico de barrido. También subraya la utilidad de las imágenes de tomografía axial computarizada, que han determinado la naturaleza del estrato más antiguo sobre la estructura lígnea, ahora recuperado y formado por tres capas sucesivas de aparejo de yesos y carbonato cálcico con cola animal sobre la que se asienta la encarnadura.

Un óleo con albayalde y mercurio

En un principio, la uniformidad de la policromía y la carencia de craquelado hicieron pensar que se trataba de algún tipo de temple (pintura con base al huevo), pero dichos análisis han constatado que es un óleo (pintura con base al aceite) con una alta carga de pigmento albayalde (blanco de plomo) y bermellón de mercurio (rojo intenso), junto con tierra ocre y mezclado con una carga de carbonato cálcico. Se han retirado hasta nueve clavos introducidos alrededor de una fenda (grieta) longitudinal en el rostro, principal problema estructural que presentaba la imagen. Estos elementos metálicos se han sustituido por pequeñas espigas de madera.

Las conclusiones de esta restauración se presentarán el próximo lunes 7 de agosto en una conferencia que tendrá lugar en el santuario a las 20:30. En ella se mostrarán imágenes inéditas, datos y análisis de todo el proceso, que ha confirmado la importancia artística e histórica que atesora esta imagen. Debe recordarse en este punto que la Soledad de Cantillana es una de las pocas tallas documentadas de la época (Juan de Santamaría, 1583). Fue, además, una de las primeras dolorosas vestideras en plena corriente manierista. 

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