La merma de público marca la Semana Santa de Sevilla 2025
Concluye una celebración en la que ocho cofradías no pudieron salir y en la que se evidenciaron los problemas de movilidad y el gran número de nazarenos
El Resucitado abrocha la Semana Santa de Sevilla
La Semana Santa de 2025 ha echado el cierre evidenciando problemas de masificación en muchos de sus cortejos y de una importante disminución del público en la calle. Un año queda por delante para el Consejo y el Ayuntamiento (por su responsabilidad en la vía publica) analicen lo ocurrido. La Semana Santa empezó con el bochorno de la rama en el Duque impidió el normal discurrir del Cristo de la Buena Muerte de la Hiniesta. Hasta su cierre se han vivido momentos de sofoco como el de las vallas que impedían el paso de los cortejos desde O’Donnell a la Campana o la retirada de las banderolas de la Misión de la Esperanza y el posterior paso atrás.
Las calles han estado cortitas de público. Un personal estático que prefiere estar tirado en la calle o sentado en una silla portátil antes que ir en busca de los pasos, como se ha hecho siempre. Se han visto tapones y acampadas en distintos puntos, uno de ellos en la calle Rioja el Lunes Santo desde bien temprano para ver el paso de San Gonzalo.
Sólo ocho cofradías no pudieron realizar sus estaciones de penitencia por la lluvia: Santa Marta, Vera Cruz, las Penas, el Museo, la Bofetá, la Candelaria, San Esteban y los Estudiantes. La de las Aguas sí salió el Lunes Santo pero regresó a su capilla cuando la cruz ya había alcanzado la calle Castelar. La Semana Semana Santa de 2025 nada tiene que ver con la de antes de la pandemia. Contamos con un público maleducado que es capaz de silbar a una hermandad cuando decide no salir por la lluvia. Mucho ha cambiado el espíritu desde la pandemia. Una de las consecuencias es que se ha normalizado que una cofradía discurra bajo la lluvia y no busque refugio, como se ha hecho siempre. Lo vimos en 2022 y este año se ha acentuado. No se puede dar por buena una situación así. Es hasta cierto punto normal que a una hermandad le sorprenda la lluvia, pero cuando el agua aprieta hay que buscar cobijo.
La Semana Santa de 2025 se recordará como la de la eclosión en el número de nazarenos. Lo vimos casi todos los días, pero especialmente en la Madrugada. Las costuras de la noche más hermosa prácticamente ya no existen. En la Campana se acumularon hasta 60 minutos de retraso cuando terminó la jornada. Se distribuyeron de la siguiente forma: El Silencio (-2), el Gran Poder (+18), la Macarena (+4), el Calvario (+9), la Esperanza de Triana (+19) y los Gitanos (+12). Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Una reflexión merecen los exornos de algunos pasos, sobre todo de los palios. No todo es de recibo. Se han visto flores más propias de romerías o carretas del Rocío. En estos casos, hay que hacer un elogio de lo clásico, tan denostado por muchos. Las cofradías que tienen un sello deben mantenerlo y cuidarlo. La música. El nivel de las bandas, tanto de Cristo como de Virgen, es superlativo. No hace falta citar a nadie. Otra cosa son los repertorios de algunas de ellas. Ha sido, como no podía ser de otro modo, el año de La Estrella Sublime.
La carrera oficial ha presentado una imagen muy pobre durante muchos momentos. Es algo sobre lo que también hay que pensar. Pero no se engañen. No esperen una revolución de cara a 2026. El Consejo celebra elecciones en junio del año próximo. El trabajo, mucho, le corresponderá a la siguiente junta superior.
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