Le llaman especulador inmobiliario, pero él prefiere considerarse un hombre atento a la evolución de la ciudad, a sus dinámicas lógicas dentro de la sociedad de mercado. Como le gusta estar al día y escuchar todos los puntos de vista, ha acudido hoy a una charla incendiaria sobre la gentrificación y los barrios de Sevilla. El conferenciante parte de un hecho conocido por todos: en los días señalados de la Semana Santa, los antiguos vecinos volvían a San Bernardo o a Triana desde sus nuevos barrios del extrarradio. Pero ahora, dice, se da una circunstancia nueva y paradójica: sus hijos ya no les acompañan, porque han formado sus propias cofradías en esos barrios nuevos donde han crecido.

Entonces, casi por casualidad, como ocurre con los grandes hallazgos, le asalta la gran idea. Se acuerda nuestro hombre de los terrenos yermos de los que le han hablado, esos que están un poco más allá del aeropuerto, a precio de risa. Y piensa en qué pasaría si esta nueva generación tuviera que emigrar hasta allí, porque sus barrios, ya no tan humildes ni tan del extrarradio, se hubieran revalorizado también, hasta llegar a precios prohibitivos. Otra vez la bella estampa de la emoción cada Semana Santa, otra vez el reencuentro, ahora con sus ya no tan nuevas cofradías. Todo un filón para una nueva generación de pregoneros.