Por Derecho

Retorno al Casablanca

Uno piensa que no han faltado ideas, sino decisión, quizá en la conciencia de que ninguna solución resultaría real sin el compromiso de todos. Se ha perdido, en todo caso, la ocasión única de actuar con altura de miras y se deja al próximo Consejo un problema envenenado, porque, si finalmente la contienda se plantea como parece que se va a plantear, el que venga lo va a tener difícil, poco menos que imposible. Una pena". Con estas frases cerrábamos hace poco más de un año el diagnóstico de la situación tras el arreglo del Casablanca, por el que las hermandades de la Madrugada disimulaban por un año el problema de la Madrugada tras meses de análisis, de planes y contraplanes, de mediciones, de debate. Pareciera que un ensalmo había conjurado todos los males. Ocurrió que después todo fue bien. Acaso por el frío que dejó a muchos en sus casas y seguro que por el empeño que pusieron todos, la jornada superó las expectativas más optimistas. Tras la tempestad, llegó la calma, titulaba su crónica Juan Parejo.

El comunicado que el día 9 publicó la Hermandad de los Gitanos nos sitúa ante la cruda realidad de un conflicto no resuelto. Impecable en su factura y sólido en la argumentación, los del ex convento del Valle descubren entre las líneas de la denuncia del acuerdo los entresijos de una negociación fallida que parece mirar no tanto a los encajes imposibles de una jornada irresoluble como a la colaboración entre dos días cofradieros ya de por sí comprimidos y quejosos. Cada uno ha interpretado su papel. Los Gitanos dejan constancia de su inocente oposición, al entender que la prórroga dependía sólo de su voluntad; el Consejo se agarra a un acuerdo que no ha promovido, pudiendo justificar hasta cierto punto una decisión impuesta desde arriba. Pero la efectividad de la solución del Casablanca queda al albur de que se mantenga el compromiso de todos por sacarla adelante en este año. Sé bien que las hermandades pondrán en ello todo su empeño, aunque no ignoro que al menos en un caso latirá en lo más profundo una incómoda sensación de agravio.

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