Made in Pakistán

Dentro de poco algún taller pakistaní se hará con los servicios de un diseñador de aquí, en principio algún aprendiz, o no tan aprendiz, y el asesoramiento de alguna bordadora, más o menos principiante

La superioridad moral de los míos

La exposición del arte sacro en Bruselas.
La exposición del arte sacro en Bruselas. / D. S.

30 de septiembre 2025 - 18:48

Vaya por delante mi felicitación a los artesanos, políticos y hermandades que se han desplazado a Bruselas para la promoción y defensa de nuestro arte sacro. También por la íntima satisfacción del resonar de nuestras trompetas y tambores en el corazón de Bruselas casi cinco siglos después. Bien por las conversaciones con la autoridades pakistaníes para tratar el tema; pero además de esas actuaciones conviene poner en la mesa todos los datos del problema, para dimensionarlo.

Una pieza bordada en Pakistán puede llegar a ser hasta veinte veces más barata que la elaborada aquí. Lo de la calidad es otra cuestión.

La balanza comercial entre España y Pakistán es negativa para España. El pasado mes de marzo España vendió a Pakistán por valor de 16,6M €, principalmente medicamentos, e importó por valor de 117 M €, casi todo ropa de cama.

Esto quiere decir que tratar de frenar las importaciones de mantos y sayas con bordados con subida de aranceles es bastante complicado, por decirlo suavemente. Además siempre existiría la posibilidad de importarlos a través de algún país de la UE. Hay maneras de que un producto de fuera consiga la etiqueta de “Fabricado en la UE”.

Otro tema es el robo de diseños y las amenazas que, al parecer, están recibiendo alguno de nuestros artesanos. Existe la posibilidad de demandar a la empresa pakistaní, o al que manda esas amenazas, pero mientras se acreditan los hechos y resuelve la demanda pasaría bastante tiempo, meses, incluso años.

Mientras en España haya alguien dispuesto a comprar esos productos, las transacciones seguirán existiendo y es complejo impedirlo. Siempre hay potenciales clientes, hermandades de reciente fundación y con pocos recursos, pero que quieren emular en patrimonio a otras con cuatro o cinco siglos de existencia, o devotos ilusionados en regalar alguna pieza a su hermandad.

Dentro de poco algún taller pakistaní se hará con los servicios de un diseñador de aquí, en principio algún aprendiz, o no tan aprendiz, y el asesoramiento de alguna bordadora, más o menos principiante. Así, pasito a pasito, en pocos años, conseguirán una calidad siempre inferior pero aceptable. Más adelante ya se verá. No es nada nuevo, reconocidas marcas de ropa fabrican en el sudeste asiático con unos estándares calidad que superan los controles más exigentes.

En un mercado globalizado no se pueden poner puertas al campo, ni establecer controles para que una hermandad coloque o no a sus titulares según que sayas. Tampoco el Delegado Diocesano para el Patrimonio Cultural podría erigirse en árbitro en este tema, salvo en casos aberrantes, supongo. O que el gobierno pakistaní pusiera dificultades a esta actividad en su país, algo poco probable.

No conozco a fondo el proceso de elaboración de una obra de artesanía en bordado, orfebrería u otra modalidad; pero creo que no hay soluciones completas, rápidas y fáciles. La prohibición de importar bordados de Pakistán sería de dudosa legalidad y eficacia. Competir en precios no es posible, no se puede abaratar la mano de obra a los niveles de esos países. Si se intenta competir en calidad, nadie duda de que la diferencia hoy por hoy, es abismal, pero el problema no es la calidad, que se reconoce, sino que sus precios no son asequibles a todos, además no es una ventaja sostenible en el tiempo. Un sello de calidad acredita la autenticidad, pero no rebaja costes.

Una posible solución podría ser la protección de la artesanía local vía subvenciones o exenciones fiscales; pero con una proporción en los costes de veinte a uno las subvenciones tendrían que ser muy elevadas y las rebajas de impuestos no serían suficientes. Aunque estas medidas pudieran paliar algo el problema, no lo solucionarían.

Otra alternativa sería sacar al mercado una gama de productos de menor coste y calidad, mecanizando algunas partes del proceso. Podría ser parte de una solución, pero desprestigiaría la marca.

Una última posibilidad, que suena a delito de alta traición, es trasladar allí la producción, con diseños propios y supervisando el proceso de elaboración. Me resisto a admitirlo, pero es posible.

No sé, la evolución es imparable. Denunciar el problema y reclamar ayudas parece que no es suficiente. Ignorarlo tampoco. Hay que tomar decisiones ya ¿Cuáles?

No pretendo solucionar el problema, sino tratar de exponerlo, sin intentar arreglarlo “en diez minutos”.

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