La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El gran detalle del mensaje del Rey
Hace unos días se desarrolló, en los salones del Ayuntamiento de Sevilla, una exposición el la que se pudieron ver de cerca las nuevas piezas realizadas para el paso del Santísimo Cristo de la Expiración, con las que la Hermandad del Cachorro pretende dar por finalizado el debate en torno a sus andas procesionales. Cabe recordar que las actuales son obra de Manuel Guzmán Bejarano, diseñadas en 1966, estrenadas en 1974 y reestrenadas con nuevo canasto y ornamentación en 1998. En el cabildo celebrado en febrero de 2018, se acordó desarrollar un costoso proyecto que no obtuvo el beneplácito de 100 de los 278 asistentes.
En declaraciones del hermano mayor, Marco Talavera, a este periódico, "se ha conseguido dar mayor visión al crucificado a través de una línea piramidal más propia del barroco". De igual manera, afirma que "cada pieza ha sido probada ya en el paso" puesto que son elementos "de quita y pon", por lo que la estructura primitiva del paso no se ha modificado. Hay intención de mostrar al Cristo sobre su paso en cuanto sea posible, dadas las complicadas circunstancias actuales.
El Cristo de Ruiz Gijón ha procesionado en distintos pasos a lo largo de su historia. Uno de los más recordados es el que precede al actual. En el año 1923, ante la proximidad de la exposición iberoamericana de 1929, la Hermandad del Cachorro decidió acometer notables mejoras en su patrimonio, entre las que se contemplaba la reforma de su paso de Cristo. Sin embargo, no es hasta 1928 -un año antes- cuando se decide contactar con el ya afamado escultor Antonio Castillo Lastrucci, al que se le solicitaron varios esbozos para la hechura de unas nuevas andas, descartando por tanto restaurar las que ya poseían.
Se tiene constancia de la presentación de tres extraordinarios bocetos en papel por parte de Castillo Lastrucci, de los cuales la Hermandad del Cachorro se decantó por el más exuberante. La gran exposición del 29 se acercaba, y la cofradía quería llegar a la cita con un paso que causara gran impresión, rompiendo moldes, y sin repetir las líneas clásicas ya muy repetidas en otras andas propias, y de otras cofradías, de la época.
Francisco Bernal y Armando Herrera, hermano mayor y teniente, respectivamente, firmaron con el citado escultor el contrato del paso, el 18 de agosto de 1928, por un montante de 50.000 pesetas de aquellos tiempos. Un dineral a pagar en cuatro años. Se indica en la escritura que para la ejecución deberán emplearse materiales "de las mejores clases". Finalmente se utilizó madera de flandes, salvo para las maniguetas de caoba. Herrera era el encargado de visitar el taller de Lastrucci, situado en la calle San Vicente, cada vez que éste moldeaba en barro una pieza. Tras su visto bueno, se procedía a pasarla a la madera. Esto hace ver el primor empleado en la materialización del proyecto.
A modo de inciso, la Hermandad del Calvario estrenó su actual paso en 1909, pagando 9.975 pesetas. Esto hace entender lo que supuso, a todos los niveles, la realización del paso del Cachorro.
Llegó la Semana Santa de 1929, y se estrenó completamente terminado, tal como se había acordado. Diario de Sevilla ha tenido acceso al contrato, y el encargo se componía, resumidamente, de la canastilla y los respiraderos dorados, seis ángeles adultos y numerosos ángeles niños policromados, dos faroles de plata, diez altorrelieves de bronce, cuatro maniguetas y cuatro ánforas para las esquinas. Se tiene constancia que el propio Castillo Lastrucci realizó una profunda restauración en 1951, por valor de 89.883 pesetas, en la que se doró de nuevo el paso y se aplicó una capa de barniz que lo protegiese de la lluvia: principal agente que causó el deterioro.
Se desconocen cuáles fueron losmotivos exactos que llevaron a la junta de gobierno, que presidía Carlos Elliott Bernal, a desprenderse de este paso 45 años después de su estreno. La versión más extendida entre los hermanos de la época, y que ha llegado a nuestros días, señala que las dimensiones y el peso de las andas fueron las razones fundamentales. La escasez de costaleros profesionales para meterse bajo las trabajaderas, sumada al peso y tamaño del canasto, desembocaron en la idea de cambiarlo. No obstante, no debiésemos descartar motivos estéticos, ya que hay quienes apuntan que "el Señor se perdía en el canasto".
En 1966 se convocó un concurso de ideas al que se presentaron varios proyectos, entre los que destacan el de Antonio Martín y el de Guzmán Bejarano, siendo elegido ese último, pero sin llegar a ejecutarse.
El 23 de febrero de 1973, una vela mal apagada cambió los designios de la hermandad. Un fortuito incendio en la Iglesia del Patrocinio tuvo consecuencias fatales que conmovieron a los cofrades de la época. La Virgen del Patrocinio despareció, así como parte de la orfebrería de su palio, y el crucificado quedó dañado parcialmente. Tras este suceso, la hermandad aumentó notablemente su nómina de hermanos, y las donaciones fueron tantas que superaron las estrictamente necesarias para paliar las pérdidas. Estas circunstancias propiciaron una buena oportunidad para retomar el proyecto de Guzmán Bejarano y materializarlo, así como la proyección de nuevos enseres para enriquecer el patrimonio material, como la corona de oro de ley para la nueva Virgen del Patrocinio.
Al ponerse en venta el paso de Antonio Castillo Lastrucci, el jerezano Juan Cervilla Ortíz pensó que podría interesarle a la Hermandad de la Defensión de Jerez, aunque comprobó que era demasiado ancho para la puerta de su templo. Finalmente, tras cerciorarse de que las trece figuras que componían el misterio de su hermandad, la Sagrada Cena de Jerez, lo adquirió, junto con Justo Garzón Martínez, por una cantidad de 325.000 pesetas. El paso se encontraba en la Estación de Córdoba -actual Plaza de Armas- y desde allí fue llevado a Jerez. En 1974 procesionó aun con el escudo de la Hermandad del Cachorro en uno de los relieves delanteros.
José Carlos Morales, actual teniente hermano mayor de la Hermandad de la Sagrada Cena de Jerez, comenta a este diario que no cree que el peso fuera razón para que la Hermandad del Cachorro se desprendiese del paso, "ya que nosotros colocamos trece figuras" los doce apóstoles y el Señor. Podría pensarse que el paso era excesivamente grande, y que fuera esa la razón. "Hubo intención de agrandar el canasto, pero creo que acertadamente no lo hicimos", comenta José Carlos. En 2007, la empresa especializada en restauración y conservación de obras de arte Ressur, presentó un detallado informe para acometer la restauración íntegra al conjunto. En él podemos conocer que las dimensiones internas del canasto son de 3,38 metros de largo (costero) y de 1,41 metros de ancho (delantera y trasera), nada desorbitado o fuera de lo común.
Lo verdaderamente cierto es que aquella decisión hay que contextualizarla en la coyuntura en la que se tomó. Las cofradías siempre han evolucionado en aras de alcanzar la perfección artística de su patrimonio. Unas veces con acierto y otras sin él. Quizá, en otro momento, se hubiese tenido más consideración con una joya única que ahora podemos disfrutar cada Lunes Santo en Jerez de la Frontera. Pero si quieren ver un paso del Cachorro, el anterior al de Castillo, está en Sevilla, en la Hermandad de San Esteban. Se trata de la canastilla tallada por Olaya y Golea en 1889 y los respiraderos que realizara José Gil en 1909, todo ello vendido a esta hermandad del Martes Santo en 1930. Para muchos cachorristas, se trata del paso que mejor ha encajado con la barroca silueta del Santísimo Cristo de la Expiración.
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