El programa de actos y cultos por el 375 aniversario del milagro del Cristo de San Agustín

La hermandad de San Roque ha presentado en el Ayuntamiento todo el programa previsto a celebrar en los próximos meses

También se ha descubierto el cartel anunciador, una obra de Jesús Zurita

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Rafael Durán (hermano mayor), Jesús Zurita (cartelista), y José Luis Sanz (alcalde) / Ayuntamiento de Sevilla

Una celebración que persigue revitalizar una devoción emblemática de la ciudad y trasladar, al siglo XXI, toda su trascendencia histórica. El Salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla acogió en la noche de este miércoles la presentación del programa de actos y cultos con motivo del 375 aniversario del milagro del Cristo de San Agustín, por cuya intercesión comenzó a remitir la terrible epidemia de peste que mermó buena parte de la población hispalense en 1649.

Acto de presentación en el Ayuntamiento / Ayuntamiento de Sevilla

En el mismo estuvieron presentes diferentes personalidades, entre ellas, el hermano mayor de San Roque, Rafael Durán (cofradía que actualmente lo alberga como titular) y el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, debido a la estrecha vinculación que existe entre esta imagen y el consistorio municipal. El primer edil ha indicado que la labor de la hermandad, "tanto en años extraordinarios como este como en cualquier otro año, es fundamental para entender la idiosincrasia de nuestra ciudad". Para la conmemoración de este aniversario se ha trazado un amplio programa de cultos que, a falta de cerrarse por completo, se distribuye de la siguiente manera:

El cartel

De igual modo fue presentado el cartel anunciador, una obra realizada por Jesús Zurita, y en la que aparece el Cristo sobre un fondo carmesí en el que se despliega el pendón de la ciudad, circundado con las armas de Castilla y presidido por el rey San Fernando. “Está doblado y roto, herido como la ciudad demediada, pero no quebrada”, señala el autor.

Cartel anunciador / Jesús Zurita

En el mismo pendón se insertan diferentes elementos simbólicos, como los ángeles que, por la intercesión milagrosa del Cristo de San Agustín, detienen las flechas epidémicas que caen del cielo, la victoria efímera de la muerte se figura en un esqueleto que se cubre tras el trono de San Fernando o una vista de la época de la propia ciudad desde donde se alzan las pavesas de las hogueras en las que se quemaban los objetos contaminados de peste, estas pavesas se unen al fuego del laurel, la hierbabuena, el romero y otras plantas aromáticas que se quemaban para purificar el aire y que aquí se anudan al árbol de la cruz, una cruz verde y viva que es el verdadero estandarte de la ciudad.

El rótulo del cartel, un texto con muchas letras muy juntas todas, es como una lápida de muerte sobre la que se alza la victoria de Cristo que no sucumbió ni a las epidemias del XVI y del XVII ni a las sinrazones del XX, por eso el fuego no extinguió la devoción de Sevilla por el Crucificado de San Agustín, porque la madera de su figura provendría del árbol de la vida, por eso siempre estará viva en una ciudad a la que si hubiera que describirla con sólo dos palabras o adornarla sólo con dos títulos, teniendo siempre presente sus tiempos y su historia, habría que hacerlo como la ciudad de la Gracia y la Esperanza.

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