La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
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A buen seguro, en alguna que otra ocasión, se habrán detenido a contemplar el imponente crucificado que preside la parroquia de San Diego de Alcalá, en el barrio del Plantinar. Una obra de grave expresión, ojos entrecerrados y boca entreabierta, cuyos rasgos nos recuerdan a otras imágenes que procesionan en la Semana Santa hispalense. Sin embargo, nunca habíamos tenido la ocasión de detenernos en su rotunda anatomía... Hasta ahora.
La propia parroquia ha realizado un audiovisual a través del empleo de un dron con el objetivo de no solo aumentar su archivo documental sino de divulgar aún más esta singular talla, el Santísimo Cristo de la Salud, debida en efecto a la gubia del maestro Francisco Buiza, uno de los pocos ejemplos de esta iconografía en la capital andaluza junto al Cristo de la Sangre de San Benito. Ocupa este lugar preferencial prácticamente desde la inauguración del templo, cuya actividad pastoral se remonta al mes de marzo de 1971. Con una altura de ciento ochenta centímetros, costó 85.000 pesetas, y a buen seguro sirvió de antesala y modelo al Señor Atado a la Columna de Las Cigarreras, aunque otros estudiosos han contemplado analogías e inspiraciones en el Cristo de la Buena Muerte de Los Estudiantes, especialmente en ese mechón de pelo que se recoge en el pabellón auricular izquierdo.
La obra fue adquirida gracias a las aportaciones de devotos y vecinos del Platinar, que emprendieron el sueño de la parroquia junto al primer sacerdote, don Juan Manuel Domínguez Peña, que fue enviado a Sevilla en 1964 con el objetivo de levantar un templo en esta zona creciente de la ciudad. Al crucificado lo acompaña una talla de la Virgen María, de estilo castellano, gubiada por José Manuel Bonilla Cornejo, de factura más reciente
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