Aula de mayores: El saber no tiene edad

Las dos universidades públicas suman 2.640 alumnos en sus planes de estudio para mayores de 50 años, en marcha desde hace casi dos décadas.

Aula de mayores: El saber no tiene edad
Cristina Díaz

29 de mayo 2016 - 12:57

Rosario Tello estudiaba 6º de Bachillerato cuando la contrataron de telefonista en Gines durante unas vacaciones de verano, tenía 17 años. Estuvo en la escuela un año más y después lo dejó para seguir trabajando en la centralita de su pueblo. Fue tras su prejubilación, hace cuatro años, y tras la muerte de su madre, a la que cuidaba, cuando decidió ingresar en la Universidad, en el aula de mayores.

Las dos universidades públicas sevillanas cuentan con planes de estudios para mayores de 50 años. En el caso de la Hispalense, el programa el Aula de la Experiencia se inauguró el 14 de febrero de 1997 con 179 alumnos. Hoy hay matriculadas 2.000 personas, 1.157 en Sevilla y 843 en sus once sedes provinciales. Según explica Rosa María Ávila Ruiz, directora del Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla, la institución prevé aumentar el número de plazas para el próximo curso hasta llegar a los 2.121 alumnos.

Este programa está financiado por la Consejería de Igualdad y Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía, que el pasado curso aportó 20.990,22 euros. La convocatoria de ayudas de este año aún no se ha resuelto. La Diputación de Sevilla también participa en su financiación con 19.228 euros, pero esta partida se destina de forma exclusiva al programa provincial.

El Aula Abierta de Mayores de la Pablo de Olavide, por su parte, se puso en marcha hace unos 15 años, durante el curso 2002-2003, con una única sede en Marchena. Actualmente, el programa cuenta con 640 alumnos en 14 municipios (Alcalá de Guadaíra, Aznalcóllar, Bormujos, Castilleja de la Cuesta, Gerena, Gines, Herrera, La Puebla de Cazalla, Lebrija, Mairena del Alcor, Pedrera, Santiponce y Tomares). Según confirma Rocío Cárdenas, coordinadora del programa, el próximo curso se incorporarán dos municipios más: Salteras y La Puebla del Río.

En este caso, son los propios ayuntamientos los que se ponen en contacto con la universidad para desarrollar su plan de estudio y ceden sus instalaciones para ello. Este programa cuenta con la financiación de la Obra Social la Caixa, la Junta, la Diputación de Sevilla y los consistorios participantes en el proyecto. En total, este año el aula de mayores ha contado con un presupuesto de unos 125.000 euros.

Ambas universidades ofrecen planes de estudios interdisciplinares, desde Humanidades y Ciencias Jurídicas y Economía a Matemáticas, Ciencias de la Salud o Ciencias Tecnológicas. "El perfil de los alumnos es muy diverso, hemos tenido hasta una estudiante de 92 años", señala Rosa María Ávila, de la Universidad de Sevilla. "El aula es un gran punto de socialización. En poco tiempo se crea un fuerte sentimiento de camaradería. Muchos alumnos tienen miedo a quedarse solos. Aquí hacen amigos y consiguen un empoderamiento y reconocimiento social que no tienen en sus casas. No se quieren ir nunca".

En ambas universidades, la media de edad ronda los 65 y 70 años, y en la mayoría son mujeres. En el caso de la Hispalense, este año el 65% de los alumnos son mujeres, y en la UPO, casi el 76%. "Gran parte de nuestras alumnas no han tenido la oportunidad de estudiar en la universidad cuando eran jóvenes. Sin embargo, la mayoría de los alumnos con titulaciones superiores son hombres", apunta Rocío Cárdenas, directora del programa de la Olavide. "La idea es llevar la Universidad a los diferentes municipios de la provincia". En este setido, la vicerrectora de Cultura y Compromiso Social de esta institución, Elodia Hernández, destaca el papel de estos estudiantes como agentes del desarrollo y dinamización de su propio municipio, ya que, entre otras actividades, los alumnos realizan trabajos de investigación relacionados con su entorno.

La promoción de la sevillana Margarita Sánchez finaliza ya este año después de cuatro cursos en la Hispalense. Hace dos semanas realizaron su viaje de fin de curso a Salamanca, Oviedo y Santander en autobús. A sus 63 años, esta mujer se plantea acceder al grado de Historia o Historia del Arte el próximo año, sólo los "problemas económicos" le frenan. "Yo era la mayor de cinco hermanos y a los 17 años ya estaba trabajando", relata. "A los 30 estudié un curso de FP de estética pero siempre me quedó la espinita de ir a la universidad".

El ambiente de camaradería entre los propios alumnos se une a la motivación de los profesores. "Muchos docentes me dicen que prefieren dar clases a los mayores porque son mucho más activos, participativos. Tienen un gran interés por aprender", apunta Rocío Cárdenas, de la Pablo de Olavide.

"Volver a la universidad te da la vida, te rejuvenece", reconoce Margarita Pérez, alumna de tercero del plan de la Hispalense. Después de más de 40 años, esta sexagenaria natural de Alcalá de Guadaíra ha vuelto al mismo lugar donde estudió en su día Magisterio, el actual Centro Internacional de Posgrado y Doctorado, sede del Aula de la Experiencia. "Dejé de trabajar para cuidar a mi madre y cuando me quedé sola vi en la universidad una nueva oportunidad para contactar con otras personas. Para muchos, esto es una tabla de salvación", señala. "Aquí todos somos iguales y nos sentimos universitarios a todos los niveles a pesar de nuestra edad, hasta se han formado parejas en clase".

María del Pilar Bobadilla sólo tiene palabras de elogios para referirse a este programa dirigido a mayores de 50 años. "Mi vida ha sido mi casa, mi trabajo como matrona y mi hija. Ahora me toca a mí", comenta esta extremeña afincada en Sevilla desde hace 40 años. "Siempre he tenido una vida muy activa y se me venía la jubilación encima y los nidos se quedan vacíos. Gracias a la universidad estoy dando un viaje por todo el mundo del conocimiento y he encontrado nuevos amigos", apunta María del Pilar Bobadilla, que se graduará el próximo 2 de junio.

Muchos de estos alumnos desean continuar con su formación tras su graduación, en la mayoría de las ocasiones más por motivos de socialización que de conocimiento. Aquí juega un importante papel las asociaciones de alumnos y los programas de formación continua. "En la asociación de Gines realizamos talleres, jornadas culturales y gastronómicas, viajes. La idea es tener siempre la mente activa", apunta José Martín, que formó parte junto con su mujer de la primera promoción de Gines, hace siete años. "Tengo 66 años pero no me siento mayor, tengo muchas ganas de vivir".

"Esto te engancha", anota Rosario Tello, alumna de la UPO. "Con 40 años decidí aprender a nadar o me ahogaba, y lo hice. La universidad es otro reto. Jamás pensé que sería capaz de salir y hablar en público. Y lo he conseguido".

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