Cabalgando sobre la Historia

En días de Sicab, en las estatuas ecuestres de Sevilla se puede encontrar la afinidad entre el Cid y Al-Mutamid o la letra pequeña de Unamuno en una glosa de Bolívar

Cabalgando sobre la Historia

17 de noviembre 2016 - 02:35

No es Sevilla ciudad que tenga muchas estatuas ecuestres. Las hay más en Madrid o en Cádiz. En días de Sicab, el caballo rey simbólico de la cultura y la economía, los caballos que salieron de la gubia del escultor hablan como piedras de Antonio Gala.

San Fernando le da la espalda al hotel Inglaterra, los héroes desdeñan la posada, y dirige su espada al Ayuntamiento. Es un rey con bibliografía, no sólo por la biografía de Manuel González Jiménez, sino porque ahora está rodeada por las casetas de la Feria del libro antiguo. Estatua ecuestre en efímera boca del Metro que esculpió Joaquín Bilbao, hermano del pintor Gonzalo Bilbao. Al rey lo escolta un cuarteto: su hijo Alfonso X el Sabio, Garci Pérez de Vargas, el obispo Don Remondo y el almirante Bonifaz.

El Metrocentro permite al viajero ir desde la estatua de Fernando III (1199-1252) a la del Cid Campeador. Rodrigo Díaz de Vivar (1048-1099), es hijo de ese siglo XI que hizo hablar en primera persona el arabista Emilio García Gómez. Sobre un caballo Babieca que impresionó a Alfonso XIII, rey con hotel y sin estatua, el conjunto escultórico de la avenida del Cid da la espalda al pabellón de Portugal y mira a la Universidad, Fábrica de Tabacos donde tantas veces se habrán examinado sobre el Poema de Mío Cid. De espaldas a Portugal y mirando a Valencia, tierra que tanto le amó y temió y donde encontró aposento su azarosa vida.

La estatua del Cid es una donación de la Hispanic Society of America a la Exposición Iberoamericana de 1929. Es obra de Anna Hyatt Huntington, esposa del fundador de esa institución filantrópica. A un lado del pedestal se puede leer: "Sevilla Dorada Corte del rey Motamid, hospedó a Mío Cid, embajador de Alfonso VI y le vio volver victorioso del rey de Granada". Al otro, un texto del árabe Ben Bassam que uno asocia con Charlton Heston: "El Campeador, Terrible, calamidad para el Islam, fue por la viril firmeza de su carácter y por su heroica energía, uno de los grandes milagros del Creador".

El Cid y San Fernando, personajes de los siglos XI y XIII, respectivamente, vivieron poco más de medio siglo. No llegó a ese rubicón de la edad Simón Bolívar (1783-1830), cuya estatua ecuestre preside una glorieta semicircular en la avenida de la Palmera, frente al instituto Fernando de Herrera, el pabellón de Argentina en la Exposición del 29. El monumento, como consta en una lápida, fue inaugurado el 11 de octubre de 1981 en presencia del rey Juan Carlos I y el presidente de Venezuela Rafael Caldera siendo alcalde de Sevilla Luis Uruñuela Fernández. La escultura es obra del artista venezolano Silveira Blanco.

En la Puerta de Jerez hay un anuncio de Sicab junto al monumento a la generación del 27 y en la base del monumento a Bolívar figura una frase de Miguel de Unamuno, exponente de la del 98: "Su alma creó patrias, enriqueció el alma española, el alma eterna de la España inmortal y de la Humanidad con ella". También está impresa la voz de Bolívar en carta dirigida al rey de España desde Bogotá el 24 de enero de 1821: "Es nuestra ambición ofrecer a los españoles una segunda patria, pero erguida, pero no abrumada de cadenas". Nació en Venezuela, murió en Colombia y tuvo una novia madrileña.

En Madrid abundan estatuas ecuestres de monarcas: Alfonso XII, Felipe IV, Felipe II. En Sevilla, amén de la de San Fernando, está la estatua de una reina inédita. La condesa de Barcelona era la madre del Rey cuando el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín inauguró junto a la Maestranza su estatua ecuestre, obra de Miguel García Delgado, y ahora reina su nieto. María de las Mercedes de Borbón y Orleans fue esposa de don Juan de Borbón, el hombre que pudo reinar, con ambigüedad de la película de John Huston sobre el relato de Kipling.

Hay un indio a caballo en la avenida de Kansas City y un caballo que fotografió Aitor Lara en su galería del FNAC, junto a retratos de Curro o Estrella Morente.

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