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Donde acaba la tierra y empieza el mar
Sevilla/En la barriada del Cerezo, la primera reacción cuando alguien pregunta por las detenciones de unos padres por malos tratos a su bebé de seis meses es defensiva. “No sabemos nada”, “no los conocemos”, “pregunte usted por ahí a ver si tiene suerte y alguien le dice algo”. Pero cuando el periodista va revelando la información que tiene, alguien le corta. “No es cierto que el niño naciera en prisión”.
Después de un rato de negociación, una de las mujeres se presta a hablar con la prensa. Es familiar del bebé. La madre del niño, española de 18 años, permanece detenida en compañía de su novio y padre del menor, colombiano de 19. El bebé se encuentra ingresado en estado crítico y en situación de muerte cerebral en el Hospital Virgen Macarena. Los padres permanecían anoche en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía, donde se acusaban mutuamente de las lesiones causadas al niño. Esta mañana, ambos pasarán a disposición del juez.
El bebé sufre hematomas, una fractura en el cráneo y lesiones en la retina, que coinciden con el llamado síndrome del niño sacudido o agitado. Es decir, pudo ser zarandeado porque no dejaba de llorar y esto le provocó un daño cerebral muy grave. Esto ocurre en los bebés de corta edad, cuyo cerebro no ocupa toda la cavidad craneal, por lo que el movimiento de aceleración y desaceleración del zarandeo les puede causar lesiones en el cerebro, en las vértebras y en las retinas.
El niño ingresó en el hospital sobre las tres y media de la tarde del lunes. Lo llevó su padre, que llegó corriendo con él en brazos desde el Cerezo. La pareja reside en un piso ocupado en el Cerezo, a apenas 350 metros de la puerta de Urgencias del Macarena.
El hospital dio parte de las lesiones al juzgado de guardia y a la Policía. Los padres fueron detenidos al día siguiente, el martes, como presuntos autores de los malos tratos al bebé. Tanto el padre como la madre tienen diversos antecedentes delictivos, ella por hurtos y él cuenta con numerosas detenciones por múltiples delitos, entre ellos robos con violencia. Según la versión de la familia, la madre salió de la cárcel en el quinto mes de gestación y el niño nació de manera prematura a los siete meses de embarazo, el pasado mes de diciembre. Pesó al nacer un kilo y medio. Estuvo dos meses en la UCI, en la sexta planta del Hospital Macarena. El padre llegó a ser detenido durante una de sus visitas a estas dependencias, ya que robó el teléfono móvil a otra persona que tenía a su hijo ingresado en el hospital, que resultó ser policía nacional fuera de servicio. Mientras, la mujer aprovechaba los momentos de la lactancia de las madres para abrir con un destornillador las taquillas de estas dependencias.
Algunas personas que coincidieron con ellos en la UCI durante estos dos meses aseguraron a este periódico que la pareja acudía a visitar a su hijo de manera muy espaciada, generalmente una vez por semana o cada diez días. Esta situación provocó que los enfermeros incluso avisaran a los servicios sociales, que llegaron a presentarse en el hospital, pero no hicieron nada. Según apuntaron fuentes judiciales, la pareja no llevó al bebé a la última revisión del pediatra, en concreto a la consulta de niños sanos, presumiblemente porque ya tenía hematomas. La versión de la familia es distinta. Según ésta, la madre prestó siempre la mejor de las atenciones a su bebé, y era el padre el que no cuidaba de él y estaba continuamente fumando porros y consumiendo pastillas.
La tarde del lunes, la madre fue un momento a casa de una familiar –que vive en el mismo barrio y a escasos metros– porque tenía un fuerte dolor menstrual y acudió a tomarse un ibuprofeno. Dejó al niño unos minutos con el padre. En ese intervalo ocurrió la agresión. Una amiga la llamó por teléfono y contestó el padre, que le preguntaba si sabía qué hacer porque su hijo se estaba ahogando “con el último buchito del biberón”. La mujer, madre de dos hijos, fue a la casa y comprobó que el bebé no respiraba. “Le practiqué el boca a boca y un masaje cardiaco. No tengo conocimientos de primeros auxilios, pero soy madre de dos hijos y tengo instinto”, dijo ayer esta vecina. Posiblemente esto le salvara la vida momentáneamente al menor. “Luego le dije que lo llevara corriendo al hospital, que corriera porque era lo más rápido porque está ahí al lado”. Cuando la madre regresó, se encontró con esta joven, que le informó de que su hijo estaba “muy malo”. Un vecino la llevó en su ciclomotor al hospital para ganar tiempo.
Posiblemente por su conocimiento de cómo funciona la Justicia, tanto el padre como la madre pidieron un habeas corpus, procedimiento por el que se solicita la puesta a disposición inmediata ante el juez cuando se considera que puede tratarse de una detención errónea. La juez de guardia examinó el caso y rechazó los habeas corpus, con lo que la pareja detenida tendrá que pasar de nuevo a disposición del juez. En sus declaraciones, cada uno de los detenidos culpa de lo ocurrido a su pareja, mientras que la madre pasó la primera noche en el calabozo con una crisis de ansiedad, llorando y gritando que le iban a quitar a su hijo.
Las lesiones que presenta el menor hospitalizado en el Macarena coinciden con el síndrome del niño sacudido, también conocido como del niño zarandeado o agitado. Estas lesiones son un hematoma subdural, una hemorragia retinal, y un edema cerebral, producto de un maltrato infantil causado por sacudidas violentas, muy peligrosas debido a que el cerebro del bebé aún no ocupa toda la caja craneal. En la mayoría de los casos, no hay signos visibles de lesión externa. Estas sacudidas violentas pueden causar daños graves en el cerebro del menor hasta los cinco años de edad. Una de las secuelas que puede quedar es una discapacidad de por vida, así como una ceguera y/o parálisis cerebral. Más de la mitad de las muertes por maltrato infantil están relacionadas con el síndrome del niño sacudido. Según diferentes estudios, se da en padres que tienen unas expectativas poco realistas del niño y también influyen el abuso de drogas y la tensión emocional y la impulsividad. En la mayoría de ocasiones, se trata de lactantes con llantos incontrolados, a los que sus cuidadores son incapaces de consolar y terminan sosteniéndolos por el tórax y sacudiendo bruscamente.
En Sevilla ha habido dos precedentes de maltrato infantil con resultados fatales. El primero de ellos ocurrió en el año 2011 también en la Macarena, donde un hombre introdujo un trozo de papel en la boca de su hija, de 28 días, para que se callara. La pequeña murió asfixiada porque la bola de papel le obstruyó la tráquea. El padre fue condenado a 20 años de cárcel, que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) redujo a cuatro el entender que fue un homicidio imprudente. El segundo caso fue en abril de 2016 en la barriada de Los Prunos, donde un niño recibió un fuerte golpe en la cabeza y murió en el Hospital Virgen del Rocío. Los padres fueron detenidos.
El suceso ha causado una profunda conmoción en el barrio del Cerezo, una zona humilde que concentra la mayor población inmigrante de Sevilla. Tanto los familiares del bebé como los vecinos y allegados sostienen que nunca tuvieron la menor sospecha de malos tratos hacia el niño y consideran que éste siempre estaba muy bien atendido por su madre. “Nunca le ha faltado nada. Ella lo ha cuidado siempre muy bien. Nosotros estábamos locas con él. Nunca vimos nada extraño, si lo hubiéramos visto habríamos intervenido, eso es seguro”, comenta una pariente cercana de la madre, rodeada de varias amigas y vecinas que confirman sus palabras. En un principio esta mujer –que prefiere permanecer en el anonimato– no quería hacer declaraciones, aunque se decidió a hacerlas para puntualizar alguna de las informaciones que estaban apareciendo a media mañana de ayer en diferentes medios de comunicación. En primer lugar, la mujer quiso dejar claro que el bebé nació dos meses después de que la madre saliera de prisión y no cuando ella estaba dentro. “Cumplió su condena y salió estando embarazada de cinco meses. Luego resultó que se adelantó el parto y nació prematuro, a los siete meses, pero ella no tuvo nada que ver en eso”, explicó esta familiar, que aclaró que la madre del bebé no consume sustancias estupefacientes ni tiene ninguna adicción que pudieran provocar el nacimiento prematuro. Sí admitió que participó en un robo, que cometió en compañía de su compañero sentimental, por el que cumplió condena y estuvo en prisión un tiempo. La tarde del lunes, la madre dejó un momento al pequeño con el padre y se enteró de lo ocurrido cuando el menor ya estaba en el hospital. “Él dijo que el niño se estaba ahogando después de darle el biberón, que con el último buchito se había atragantado”. Otra persona allegada a la familia explicó anoche a este periódico que el bebé estaba evolucionando favorablemente y que no tenía dañado el corazón. “Estos días son claves. Si supera el día de hoy tendremos muchas posibilidades de que sobreviva. Es un niño fuerte. Está en coma y tiene que despertarse por sí mismo”, apuntó esta persona.
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