Esquilas de vida del muñidor de la Mortaja

calle rioja

Emoción. Doble presencia de la cantante Gracia Montes en la misa que la hermandad de la Sagrada Mortaja organizó en memoria del doctor Ismael Yebra Sotillo

El doctor Ismael Yebra. / Belén Vargas
Francisco Correal

07 de junio 2022 - 22:47

Para que Ismael Yebra (1955-2021) se sacrificara por tanta gente, expresara a diario tanta generosidad hacia los demás, los suyos tuvieron que sacrificarse por Ismael, como si él les hubiera repetido el comienzo de Moby Dick, la novela de Herman Melville que tanto le gustaba: "Llamadme Ismael". El atrio del antiguo convento de la Paz, hoy sede de la hermandad de la Sagrada Mortaja, estaba lleno de ismaelitas, de incondicionales de este dermatólogo que murió el mismo día que Bécquer y dedicó buena parte de sus días a vertebrar la vida de Cernuda.

La hermandad de la Mortaja le organizó una misa. No era hermano de esta cofradía que históricamente se asoció con escribanos y alguaciles y con el gremio de la seda. Pero siempre estuvo muy vinculado a los conventos de clausura y éste lo fue de las Agustinas, comunidad a la que también perteneció la sede parroquial de la Veracruz.

El dermatólogo de la Alfalfa murió siendo director de la Academia de Buenas Letras. Dos de los que le precedieron al frente de esta institución acudieron a la ceremonia religiosa: los catedráticos Manuel González Jiménez, acompañado por su esposa Mary O'Sullivan, y Rogelio Reyes. Reyes Pro Jiménez, fiscal de la junta de Gobierno de la Mortaja, se encargó de la convocatoria.

Pepe, su hermano, que regentó una taberna legendaria, sacrificó su formación académica para que su hermano pequeño estudiara la carrera de Medicina. Victoria, su esposa, sacrificó tantas horas, tantos días, tantos años que Ismael entregó a las causas ajenas. Él mismo le agradecía a Victoria y a sus hijos en el prólogo de Sevilla en clausura, el libro que publicó con las fotografías de Antonio del Junco, que los fines de semana le dejaran irse "de conventos". La iglesia sede de la Mortaja fue en tiempos convento de las Agustinas, comunidad a la que pertenecen las monjas de San Leandro que abren los días 22 de cada mes y cuyos dulces y silencios tanto ponderaba Luis Cernuda.

El mismo día de la misa por Ismael Yebra habían enterrado en su localidad natal de Lora del Río a la cantante Gracia Montes, que apareció por partida doble en la misa por Ismael. El catedrático de Literatura Rogelio Reyes había asistido por la mañana en su pueblo natal a las exequias de la tonadillera.

Como tantos loreños, le electrizó la voz de Patricia Vela cantándole a la compañera muerta, la voz de cristal como la llamó Rafael de León. La segunda presencia de la cantante vino por un recuerdo muy emotivo. Pepe Yebra Sotillo, el mayor de los dos hermanos, huérfano inconsolable de Ismael, recordó un día de la primavera de 1955. Él era un niño de cuatro años, al que habían llevado sus padres, Daniel Yebra y Francisca Sotillo, los dos nacidos en la Sanabria zamorana, al teatro San Fernando a una actuación de una jovencísima cantante de 18 años llamada Gracia Montes. "Mi madre iba embarazada de Ismael", recuerda Pepe.

Ismael era más conventual que capillita, más cisterciense que de carrera oficial, más de la Sevilla otoñal que de la de los carteles de primavera, pero le gustaban estos secretos de cofradía: hermandades como la Mortaja con reminiscencias medievales como el muñidor de cada Viernes Santo, que parece un personaje de El séptimo sello de Bergman, o ese ritual de los 18 ciriales en representación de las 18 personas que asistieron al entierro de Cristo: los doce apóstoles, Nicodemo, San José de Arimatea, las tres Marías y la Virgen. La esposa de San José fue objeto de una serie pictórica sobre la Virgen de doce cuadros que pertenecen al patrimonio de la Mortaja. Unos los atribuyen a Miguel Cabrera, conocido como el Murillo mexicano, otros a José de Ibarra, también originario de ese país. Dos de esos cuadros, Los Desposorios de la Virgen y el Descanso en la Huida a Egipto, viajaron al Museo del Prado a la exposición Tornaviaje.

Los académicos González Jiménez y Rogelio Reyes estarán hoy en la sesión necrológica que la Academia de Buenas Letras que ambos dirigieron antes que Ismael Yebra dedicará al hispanista británico John H. Elliott, biógrafo del conde-duque de Olivares, en los dominios aljarafeños de Ismael, conde-duque de Umbrete.

Conservo la rúbrica de su Viaje a Sanabria. Lo publicó en 2005 y me lo regaló un año después. Que dedicaba "a María Victoria, con quien comparto el Gran Viaje" y a sus hijos María Victoria y Daniel, "que se unieron en el Camino". En este viaje a la tierra de sus progenitores, paisanos de San Fernando. El padre que le hizo Yebra y la madre que lo completó Sotillo, la que escuchaba a Gracia Montes con un niño en su placenta cual Ismael en las cavernas de Moby Dick como Jonás en la ballena camino de Nínive.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último