Una asignatura nada pendiente
Calle Rioja
Vivencias. El salón de actos de Cajasol se convirtió en un aula de antiguos alumnos de los Escolapios convocados por los recuerdos del doctor Ismael Yebra.
Llamadme Ismael. Así empieza Henry Melville Moby Dick, el legendario duelo entre el capitán Acab y la temible ballena blanca. Llamadme Ismael o Juan Calasancio, un yo colectivo, casi freudiano, que el dermatólogo Ismael Yebra Sotillo emplea para rebobinar sus recuerdos del paso por los Escolapios.
En la presentación del libro Memorias de Juan Calasancio, edición de Páginas del Sur, hubo que habilitar el gallinero del salón de actos de Cajasol, que patrocina la obra. El autor eligió para su presentación al novelista Francisco Núñez Roldán, que glosó aquellos "tiempos párvulos". Pilar Lacasta introdujo el acto, que cerró el rector de los Escolapios en Sevilla, Juan José Aranguren. Una congregación con siglo y cuarto de presencia en Sevilla, incluido el traslado desde Escuelas Pías hasta Montequinto.
El libro es pródigo en testimonios fotográficos. Algunos efectivamente parecen fotogramas de La mala educación, película a cuyo autor, Pedro Almodóvar, recordó sin nombrarlo el doctor Yebra, que conoce mejor la piel que habita. Al cineasta manchego le cambiaron el guión con el texto de las memorias de Aquilino Duque -que estuvo en la presentación-, con el que se abre el libro: "A esa edad los disgustos se olvidan con rapidez; de la miseria sólo se ve el lado cómico y de la tragedia el heroico. Ya sé que andan por ahí visiones sórdidas y sombrías de la niñez, pero a mi modo de ver esas visiones no son otra cosa que una proyección sobre la niñez de las frustraciones y resentimientos de la edad adulta".
El doctor Yebra remueve los cimientos del recuerdo. Fue escolapio desde los cinco años hasta que terminó COU. Su hermano Pepe fue alumno del 55 al 62. Ismael evocó el curso 70-71, "el año que empezó el calentamiento del planeta", cuando coincidieron con las niñas del Valle, de las Esclavas y las Calasancias. El arquitecto José Ramón Moreno, hoy decano de Arquitectura en Málaga, fue compañero de esa clase. "La mayoría salieron médicos".
Antiguos alumnos y nuevas amistades se dieron cita. Su colega en la medicina y la escritura Francisco Gallardo, flamante premio Ateneo de novela histórica, comparte un proyecto con el dermatólogo, una antología de médicos escritores: Celine, Baroja, Martín Santos, Conan Doyle, Chejov o Juan Ramón Zaragoza Rubira, un médico que ganó el Nadal y falleció recientemente. Las Memorias de Juan Calasancio se convirtieron en un acontecimiento editorial. Hubo editores- autores, caso de José Daniel Serrallé (Metropolisian) o Antonio Rivero Taravillo (Paréntesis), amén de Juan Antonio Romero, artífice de la edición del libro.
El escolapio que eligió el oficio de Esculapio es hijo natural de la Alfalfa, su metrópolis particular, hijo adoptivo de Umbrete, cuyo alcalde, Joaquín Fernández Haro, le honró con su presencia. Hay una tercera pata en el atlas personal de Ismael Yebra, un trasvase de aguas del Guadalquivir a los lagos de Sanabria. Era bonito ver en el patio de Cajasol a un hijo de vallisoletano, el biólogo Miguel Delibes Fernández de Castro, y a una nieta de palentino, Rocío Carande, apellido del que fue rector de la Hispalense en 1930, sumarse a la fiesta literaria de un descendiente de zamoranos, maridaje del mosto y los vinos del Duero.
Allí estaban don Luciniano, historia viva del claustro de los Escolapios, o Enrique Blanco, director laico del colegio. Con la nómina de quienes pasaron por sus aulas se escribe la historia de la ciudad: José María Izquierdo, Luis Cernuda, Ignacio Sánchez Mejías, Rafael Cansinos-Assens, Juan Talavera, Antonio Domínguez Ortiz.
Fue el mejor regalo de cumpleaños de Ismael Yebra a su hija Victoria, que apagó las velas de su mayoría de edad (18 años) con esta incursión por la minoría de edad de su progenitor. No fue el único cumpleaños. Un buen amigo del autor, Ignacio Sánchez, el librero de viejo de los Terceros, cumplió ese día 56 años. Hermosa redundancia numérica de quien nació en el 56 en Algeciras.
El palacio de los Ponce de León que fue el decorado de esa mágica infancia, "el tercero más bello de España", es ahora un garaje y un bloque de viviendas. El doctor Yebra agradeció el mimo patrimonial de la hermandad de la Cena. La supuesta mala educación goza de muy buena salud. La que exhibían los componentes del equipo de balón-volea que jugó una eliminatoria contra el Real Madrid.
No hay comentarios