La denuncia sobre la laxitud del Ayuntamiento de Sevilla para atajar la botellona que publicó este periódico el pasado fin de semana ha surtido efecto. 

Por primera vez en varios años, la Policía Local evitó este viernes por la noche la botellona en la Alameda de Hércules: cerró el paso a la rampa de la Casa de las Sirenas, que se llena de jóvenes bebiendo cada fin de semana, y varios furgones vigilaron en el centro del bulevar.

El cumplimiento de la ley andaluza de 2006 tuvo como resultado que las calles más próximas a la Casa de las Sirenas no se llenaron de orines ni de basuras, como sucede desde hace años en esta zona y en decenas de barrios y parques que sufren el problema del botellón.

La Policía Local cerró este viernes el paso a la rampa de la Casa de las Sirenas, que se llena de jóvenes bebiendo cada fin de semana .

Sin embargo, el problema persiste porque en el caso de la Alameda la botellona, ese mismo viernes, se trasladó a las calles laterales del bulevar. Así lo advirtieron algunos ciudadanos en las redes sociales, quienes refirieron que "las calles de atrás" de la Alameda estaban llenas de gente haciendo botellona a 50 metros del bulevar.

La botellona está prohibida en Andalucía por una ley de 2006 que no permite esta práctica fuera de los lugares autorizados, es decir, fuera de los veladores. El Ayuntamiento podría habilitar una zona acotada para hacer botellona, una posibilidad que otorga la ley, pero no lo ha hecho. Tampoco ha instalado una red de urinarios públicos pese a aprobarlo en Pleno, a iniciativa de Adelante Sevilla. Ni cuenta con un dispositivo especial de limpieza para las zonas afectadas.   

Desde el gobierno local se respondió, nada más publicarse la noticia el pasado domingo, que la Policía Local  ha interpuesto más de 2.000 expedientes sancionadores en el último año por consumo de alcohol en la vía pública y que ha efectuado 20.000 intervenciones y actuaciones disuasorias. Estos datos suponen que al día se interponen 5,4 multas por la botellona y al mes unas 162, y que las actuaciones disuasorias para evitar el botellón ascienden a 54,7 al mes.

La realidad, sin embargo, demuestra que los dispositivos policiales son insuficientes en la actualidad para abordar el problema en toda su dimensión.