La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Turismo
Meterse en Google Maps para buscar la calle Alfarería es darse de bruces con una realidad innegable: toda la calle está plagada de estancias para alquilar. Los iconos rosas con la cama encima, que señalizan apartamentos, pisos turísticos y demás modalidades de estancias en alquiler, se extienden desde la desembocadura de San Jacinto hasta la finalización de la vía en la Ronda de Triana. Muchos de los que han sido vecinos de esta calle, así como de las cercanas, huyeron del barrio. Ahora, la tónica constante para los que aún viven allí es el trajín de maletas y caras desconocidas que vienen a visitar la ciudad.
Alfarería, castiza arteria del barrio de Triana, convive en su día a día con un par de obras además del continuo flujo de visitantes que se hospedan en esta calle. La constante entrada y salida de personas que no son vecinos de este sector de la ciudad es rutina. Eduardo, que ve todos los días a los visitantes con los trolleys por la calle, es camarero del bar Antigua Casa Diego. Cuenta que en la calle "entran y salen personas diferentes cada tres días". "A este bar vienen a desayunar. Vienen a pasar el tiempo", apunta.
Entre los pocos vecinos que se pueden ver paseando por Procuradores, Antillano Campos o Covadonga, un hombre con el periódico debajo del brazo apunta con el dedo a las casas que concentran los problemas derivados de que haya tantos alquileres en una misma zona. Se ven bloques enteros, de arriba a abajo, ocupados por el turismo. Con cierto aire de resignación cuenta que lleva mal "las fiestas, el cerveceo y sobre todo, las despedidas de soltero". Las noches de verano, con las ventanas abiertas en los pisos alquilados, son difíciles. "El bullicio es grande”, declara mientras hace aspavientos con los brazos.
Una mujer con el carrito de la compra hasta los topes camina hacia la calle San Jacinto a la altura de Cerámicas Santa Isabel y relata lo que sufren. "La realidad es que lo pasamos mal, porque las costumbres no son las mismas. Y más si los que vienen son diferentes cada semana”, declara antes de hacer hincapié en que cada alquiler es una incógnita. Sevilla es visitada por infinidad de orígenes, lo que conlleva que sean multitud de culturas las que vienen a la capital de Andalucía.
Cuando la obra del principio de la calle, en el extremo de San Jacinto, se reactiva tras el descanso de los obreros, una joven atiende a este periódico y confirma la molestia que supone el exceso de alojamientos turísticos, en las formas y en la intensidad. "Sí que es verdad que no hay mucho lío con frecuencia, pero cuando lo hay es muy intenso y molesto", explica conforme avanza buscando la confluencia con la calle Antillano Campos. Insiste en un tema tan recurrente como cierto: la confianza que había anteriormente entre los vecinos. "Ya no hay tantas caras conocidas, no hay esos 'buenos días' entre los que vivimos aquí", cuenta con tono tranquilo pese a todo. La convivencia es inevitable para ellos: "Lo hemos asimilado quienes aún quedamos".
En el barrio de Triana figuran cerca de 121 pisos turísticos ilegales. La zona está catalogada como "saturada" por esta causa.
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