Mario de León, el sevillano con parálisis cerebral que sueña con ser psicólogo: "Tienes que hacerte notar"
Este joven de 23 años inicia un máster para ejercer de neuropsicólogo, disciplina que ya conoce como paciente
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claudia valdelomar
Mario de León Lucio-Villegas, que vive con una parálisis cerebral casi desde que nació, finalizó recientemente su máster en Fisiología y Neurociencia tras cursar la carrera de psicología en la Universidad de Sevilla. A sus 23 años, está a punto de comenzar el máster en Psicología General Sanitaria, la formación universitaria que permite ejercer como psicólogo sanitario en España.
Formado en el Colegio Europa, Mario de León siempre apostó por compaginar la exigencia académica con los retos físicos que le plantea su condición. A los pocos meses de nacer, este joven sevillano sufrió una bronquiolitis que le provocó una parálisis cerebral. La condición afecta a su coordinación y movimiento corporal. De León se desplaza en silla de ruedas además de tener muy limitado el uso de sus manos. Pese a las limitaciones físicas, ha conseguido abrirse paso en el ámbito académico gracias al respaldo de sus padres y de dos mediadores que lo acompañaron durante su trayectoria universitaria y más tarde en el máster. Insiste en buscar las ventajas que ofrece el sistema: “Hay que saber jugar tus cartas, yo busco ventajas donde la gente ve limitaciones”.
El joven graduado reconoce que no se presentó al PIR (psicólogo interno residente) porque, a su juicio, “es un timo”. Explica que el sistema de acceso para personas con discapacidad equipara una parálisis cerebral con discapacidades como el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad). En este contexto, según datos del Ministerio de Sanidad, en 2025 sólo se han ofrecido 24 plazas específicas para estudiantes con discapacidad funcional en Sevilla. “Las plazas se llenan muy rápido con personas que en mi opinión no lo necesitan de la misma manera”, subraya.
El camino hacia el máster que ahora inicia tampoco resultó sencillo. Tras terminar la carrera quiso matricularse directamente en el máster habilitante, pero debido a un fallo de administración, a Mario de León le faltaban créditos de una asignatura optativa. Como solución, su fisioterapeuta, que ya había cursado el máster en fisiología y neurociencia, lo animó a matricularse en esta formación. De León confiesa que al principio no se sentía preparado. “Soy de letras y ese máster era científico. No me veía capaz”, sostiene. La experiencia, sin embargo, resultó enriquecedora. Destaca que gracias a esta educación adicional aprendió la importancia de hacerse más visible en las aulas. “Tienes que hacerte notar”, afirma. Asimismo, asegura que en todo momento buscó que el profesorado lo viera como un alumno proactivo, “con sangre en las venas”. Con la ayuda de su fisioterapeuta, pudo escoger asignaturas aptas para su condición. “Como tú comprenderás, no tengo el pulso para abrir una rata en dos”, señala, entre risas.
Con la mirada puesta en su máster habilitante, este sevillano recuerda cómo el proceso de admisión resultó complicado. La Universidad de Sevilla establece que la nota media del expediente representa un 70% de la valoración final, mientras que la experiencia profesional, la actividad investigadora y la formación complementaria suponen el 30% restante. De las cuarenta plazas ofertadas este año, sólo dos estaban reservadas para estudiantes con discapacidad funcional. Mario de León, gracias a su expediente y máster adicional, consiguió una de estas plazas, por lo que no tuvo que recurrir a otras alternativas. “La Universidad Loyola, que mantiene lista de espera, y la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja) o la UOC (Universidad Oberta de Cataluña), cuyos másteres sin especialidad cuesta 18.000 euros, no eran opciones factibles”, asegura.
En el futuro del joven aparece el ejercicio de la neuropsicología, área destinada al estudio de cómo las lesiones o disfunciones cerebrales afectan al comportamiento, la memoria y otras funciones mentales. Con la doble condición de paciente y profesional, Mario de León considera que este hecho le aportará un valor añadido a su trabajo. “Dificultades acerca de mi condición hay en todos lados”, asegura refiriéndose a las discriminaciones que puede llegar a sufrir en el trabajo. “Cuando las familias entiendan que yo tengo la experiencia de paciente y la formación de psicólogo, creo que lo verán como algo positivo”, apunta.
Su recorrido académico también lo llevó a cuestionar la gestión de la diversidad funcional en la universidad pública. Considera injusto que cualquier estudiante con un grado igual o superior al 33% de discapacidad disponga de las mismas adaptaciones y oportunidades, sin distinguir entre una discapacidad leve y una parálisis cerebral. “Es una chorrada como la copa de un pino”, sentencia. La Universidad de Sevilla –como cualquier otra institución pública española– aplica la normativa nacional, que no diferencia entre tipos de discapacidad (física, intelectual, sensorial o mental). A pesar de las dificultades, afronta con humor sus limitaciones y mantiene una actitud positiva ante esta nueva etapa, que lo acerca cada vez más a su sueño de ejercer en el ámbito de la psicología.
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