Pablo González Bejarano: "Soy de Paradas y crecí oyendo hablar del crimen de Los Galindos"
Este joven realizador es uno de los autores del documental más completo sobre el quíntuple asesinato
Los Galindos, medio siglo de incógnitas
Pablo González Bejarano nació en Paradas hace 28 años. Sus abuelos tenían una finca en El Palomar, donde de niño pasó mucho tiempo. Creció oyendo hablar del crimen de Los Galindos. "Lo escuché durante toda mi infancia y lo tenía ahí dentro". Estudió Comunicación Audiovisual y conoció a Rafael Mármol, un joven de Marchena cuya madre había sido juez y también le había contado a su hijo historias sobre el quíntuple asesinato. Ambos propusieron un documental sobre el crimen de Los Galindos como tema de su trabajo de fin de carrera.
Tenían pensado hacerlo con una cámara y poco más, pero les sorprendió la pandemia del covid y su idea fue imposible de llevar a la práctica. Luego, estudiaron un máster en la Complutense y conocieron a una profesora que trabajaba para la productora 93 metros, de David Beriáin. "Ella lo vio claro. La productora estaba muy interesada en hacer cosas en Andalucía. Acababan de hacer una serie sobre el Palmar de Troya y este tema de Los Galindos lo querían. Pero ocurrió eso y se paralizó todo".
Lo que ocurrió fue que Beriaín, fundador y alma mater de la productora, fue asesinado en Burkina Faso. Tuvo que pasar más tiempo para que el proyecto se materializara. Pablo González entró a trabajar en Mediaset y ahí consiguió que la idea saliera adelante. "Yo lo iba a hacer de una forma mucho más modesta, pero al final de un documental pasó a una serie, y luego hicieron incluso debates en plató". El resultado final puede verse en Amazon Prime Video con el título Los Galindos, toda la verdad, y es posiblemente el trabajo de no ficción audiovisual más completo sobre el tema.
"Yo tenía la ventaja que soy de Paradas y tenía abiertas las puertas del pueblo. Muchos de los vecinos estaban hartos ya del tema y no querían hablar, pero yo era uno de ellos y conmigo era distinto. Era también un arma de doble filo, pues tenía miedo de poder causar más daño. Por eso siempre traté todo con el máximo respeto y mi trabajo sirvió para limpiar la imagen de algunas de las personas a las que se acusó de asesinos en su día", cuenta. Tuvo acceso al sumario y a imágenes reales. "La idea era dar un abanico de testimonios para que el espectador pudiera sacar sus conclusiones. A medida que iba trabajando en el asunto, más incógnitas se me abrían".
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