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El cuadro se titula Flamenco Global y su autor, el pintor de origen polaco Miro Niklewicz (Gdansk, 1957), señala a una semioculta Angela Merkel entre los figurantes de la obra. Este artista nacido en la cuna del sindicato Solidaridad creado por Lech Walesa expone en el Museo del Baile Flamenco algo más que un conjunto de obras. Es la historia de una fascinación. "En el flamenco he descubierto la auténtica síntesis entre Oriente y Occidente", dice en un alemán que traduce Kurt Kross, director del Museo.
Muy joven, este pintor inconformista, epíteto fundamental para esa atracción por el flamenco, se enfrentó al sistema y lo pagó con su estancia en cárceles y hospitales psiquiátricos. Huyó de la Polonia todavía inmersa en el bloque soviético, primero a París, más tarde a Hannover. En la ciudad alemana conoció a un exiliado español, guitarrista comunista que combatió contra el franquismo y que por eso mismo "admiraba a Picasso y no podía con Dalí".
"El flamenco es por una parte un arte lleno de emociones; por otra, muestra el sufrimiento del pueblo andaluz y por eso surge de abajo arriba, como nació en mi país la contestación contra el régimen opresor". Los versos de Antonio Machado, "se canta lo que se pierde", lo trasladan a la letra del himno polaco. "El arte no tiene límites, pero no hay escapatoria. El arte nos hace libres, pero también somos sus esclavos", dice Miro, Miró sin acento y con tres hijos de tres mujeres distintas.
La teoría del guitarrista exiliado la convirtió en praxis cuando llegó a Andalucía a comienzos del siglo XXI. Ya no había marcha atrás. "El flamenco ha sido la puerta de entrada a toda la cultura española, a Lorca y al Quijote". Una de las obras se titula Autorretrato con paisaje flamenco, que es como una declaración de amor. "Para mí el flamenco no es andaluz, es universal".
En su Polonia natal trabajaba como restaurador de frescos y pinturas en iglesias. Recuerda la alegría con la que el pueblo polaco festejó el nombramiento de Karol Wojtyla como Papa de Roma. "La Iglesia era el único opositor serio al régimen, hasta los policías iban de incógnito a misa para participar en los cánticos contra la dictadura". Se fue a Alemania y desde 2005 el Vaticano lo gobierna un pontífice alemán.
La obra de Niklewicz se inscribe en una muestra titulada Cautivados sin fronteras en la que artistas de Francia, Irán, Corea, Estados Unidos, Alemania y España muestran su visión del flamenco. El polaco le hace guiños a Picasso con una versión del Guernica, a Leonardo y sobre todo a Goya, pintor cuyo tremendismo le lleva a evocar uno de los episodios más tristes de la historia común.
"En Polonia existía la idea de Napoleón como libertador por su enfrentamiento a Rusia o a Prusia, rivales históricos de los polacos. Muchos de mis compatriotas formaron parte del ejército napoleónico que invadió España. El 99 por ciento de la población polaca es católica, ellos lo vivieron como una guerra entre hermanos". A Niklewicz le impresionó la lectura del libro El manuscrito de Zaragoza, escrito en San Petersburgo por el conde Jan Potocki, uno de los polacos que participó en la campaña de Napoleón.
La Polaca era el nombre artístico de Josefa Cotillo Martínez (Madrid, 1944-Sevilla, 2010), una bailaora que trabajó en dos versiones de El amor brujo de Falla, la de Francisco Rovira Veleta en 1967 y veinte años más tarde en la que dirigió Carlos Saura con Antonio Gades y Cristina Hoyos, anfitriona de esta exposición del pintor polaco como fundadora del Museo de Arte Flamenco.
Un público muy heterogéneo se acercó al Museo para ver la personal mirada del flamenco del testigo de la lucha sindical de los astilleros polacos que convirtió a un sindicalista en jefe de Estado. No hace falta traductor cuando el periodista le dice una serie de vocablos: Lato, Gadocha, Szarmach, Deyna, Gorgon, Tomascewski. "Y Boniek", dice el pintor al oír la nómina de futbolistas que brillaron en los Mundiales de los setenta.
Entre el público, una espectadora muy singular. Desde que la vio en un bar, Miro Niklewicz se comprometió a hacerle un retrato de Carmen Gutiérrez, una sevillana de Écija que era enfermera y es profesora de Piano en el Conservatorio. El artista y la modelo. Como la película de Fernando Trueba. Con la musa de Carlos Saura por testigo.
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