"El reciclaje de las barriadas es lo que toca hacer en Sevilla"

Son y están

Es uno de los arquitectos más volcados en aplicar conceptos de innovación a los materiales, diseños y usos de las viviendas. Dirige el proyecto 'Patio 2.12' que las universidades andaluzas presentan al certamen Solar Decathlon, con un modelo de casa mediterránea que incorpora tecnología para ser autosuficiente energéticamente

15 de mayo 2011 - 05:03

EN una de esas calles escondidas del paisaje urbano, entre Triana y Los Remedios, tiene su estudio este arquitecto nacido hace 48 años en Jaén, afincado en Sevilla desde que llegó para hacer la carrera de Arquitectura, donde logró el número uno de su promoción. Su madre ha sido profesora de Historia del Arte y su padre gestor de una empresa. No está casado y tiene cuatro hermanos: dos médicos, un ingeniero aeronáutico y una psicóloga. Vive en Triana, cerca del Cachorro, en un piso antiguo que transformó por completo.

En su mente la arquitectura es tridimensional, en su condición de profesor, investigador y autor de numerosos edificios. Entre los recientes, el Centro de Salud para la Avenida Sánchez Pizjuán, el edificio de Emasesa en el Polígono Carretera Amarilla, el Teatro de Arahal, y 22 viviendas de alquiler para jóvenes en el solar de un adarve de la calle Divina Enfermera, cerca de la Alameda de Hércules.

En las viviendas para usos sociales ha destacado, recibió en 2005 el Premio Nacional de la Vivienda Pública por 68 viviendas construidas en el barrio de San Jerónimo, en un proyecto firmado también por el arquitecto Fernando Suárez, con el que forma equipo. También fue galardonado por treinta viviendas en Conil. Ahora, además de otras actividades, dirige el Andalucía Team para competir en el certamen mundial Solar Decathlon con una vivienda modular, Patio 2.12, prefabricada y autosuficiente a partir de energías renovables.

-¿Cómo se equilibra la autoría con el trabajo en equipo?

-Los proyectos de investigación agrupan a un montón de gente y eso me gusta. En el de las viviendas solares, se cruzan muchas especialidades: la construcción de la vivienda, el diseño del espacio interior, el mobiliario, la energía solar fotovoltaica, la energía solar térmica, el acondicionamiento pasivo, etcétera, y es más fácil repartir tarea, resolver dudas y aclarar conflictos. Cuando haces un proyecto de arquitectura de otro tipo, entonces es vital que tengas una relación de amistad y confianiza con los demás arquitectos que intervengan. En caso contrario, no funciona. Respecto a la autoría, cada vez creo más que todos nos influimos unos a otros. Los arquitectos somos devoradores de influencias.

-¿Por qué la empresa privada no incorpora en Sevilla a los arquitectos con más cartel y sólo trabajan para el sector público?

-La mayor parte de los que estamos en Sevilla trabajamos para toda Andalucía, pero sólo cuenta con nosotros la Administración. En Cataluña, los promotores privados tienen más iniciativa para abrirse a la innovación. Los andaluces, en cambio, son más conservadores. Sólo estudios de arquitectura como Eddea, que son muy buenos, están consiguiendo desde la calidad hacer cambiar al sector privado. También es verdad que muchos arquitectos nos hemos acomodado a trabajar con el sector público, donde la batalla es distinta a intentar hacer viviendas unifamiliares distintas a las masivas.

-¿Por qué se construyen la mayor parte de las viviendas con criterios de hace treinta o cuarenta años?

-Es un tema complicado. En los últimos años ha entrado en vigor normativa que sí obliga a mejorar la calidad. Pero es difícil introducir aquí la cultura de la industrialización de la vivienda, más extendida en otras latitudes. Aquí se elude el riesgo, se piensa en la vivienda como una inversión para toda la vida, y en otros países no se ve así, por lo que aceptan de buen grado incorporar sistemas más ligeros, más industriales, igual de eficientes y a la gente no le choca. Aquí, en cambio, se denosta el pladur cuando es una tecnología muy eficiente.

-También me refiero a los conceptos de bienestar y convivencia.

-Actualmente, la vivienda eficiente y sostenible con energías renovables es cara. Cuando el público veía el año pasado la vivienda Solarkit, flipaba. Una casa que puede funcionar con energía solar, que tiene una gran fluidez de espacios, separada por patios, sin habitaciones en el sentido clásico,... Pero los que tienen el dinero suelen ser conservadores. Y los ciudadanos, por lo general, tampoco demandan algo distinto, se conforman con el producto estándar que les ofrecen. Hace falta divulgar otros modelos de vivienda familiar, hacer ver el valor del porche, del patio con toldos, de las galerías, de los lugares de encuentro. Porque mucha gente cree que el modelo que ha de ambicionar es el de aislarse en un adosado del Aljarafe con el televisor, el ordenador y el perro.

-¿La crisis es para este tema una oportunidad de cambio?

-La Junta de Andalucía emprendió hace dos años una labor de reforma normativa de manera que el VPO potenciara otra historia. Por ejemplo, que se financiara o que se subvencionara no sólo el metro útil privado sino el metro útil compartido. Porque el promotor tiende a no gastar suelo para hacer un espacio de reuniones para los vecinos o un porche amplio para que los niños jueguen, porque eso no está subvencionado, ni se vende como espacio privado tuyo. También se financia ya un modelo de fachada eficiente, pero con la crisis se ha extendido una visión muy negativa, poco menos que ya no se va a construir más. Debería ser un momento de parar y aplicar innovaciones.

-¿Qué singularidad tienen sus viviendas de San Jerónimo?

-Interpretaba muy sutilmente algunos temas de circulaciones colectivas, de aprovechamiento de los espacios intermedios. Conseguimos convencer a Emvisesa para cambiar la normativa. Querían clonar las manzanas del San Jerónimo histórico de los años cuarenta, que son muy alargadas con un único patio, más inhóspito. Nosotros pensamos que si se hacía eso se sustraía la posibilidad de crear patios más pequeños, patios-porches, galerías, escaleras desde las que se ven los patios, una mejor relación luz-sombra. Con buen criterio, aceptaron nuestra idea porque en el fondo respondía mejor al espíritu de lo que se quería que la propia letra de la normativa. Y todo fue una obra que salió muy barata.

-¿Qué opina del derribo de barriadas sevillanas que están muy deterioradas para construir después de nuevo bloques de pisos, pero más altos, en la misma zona, liberando más espacio para zonas verdes y equipamientos?

-Es un asunto clave. El reciclaje de barriadas es el gran tema del presente en Sevilla. De la misma manera que no hacemos arquitectura igual para todos los sitios, no se puede ir a todas las barriadas con las mismas teorías. Cada barriada tiene su criterio de intervención. Emvisesa está ahora en buen momento porque está apostando por temas que no són fáciles de defender en época de crisis: sostenibilidad, ahorro energético, nuevos sistemas constructivos. La primera opción debe ser conservar, injertar, rehabilitar, añadir. La última opción debe ser derribar.

-Pero ya se está haciendo en Regiones Devastadas y se quiere hacer en Los Pajaritos.

-Sevilla es un palimpsesto en el que también leer el fracaso de algunas barriadas construidas en el franquismo cuando el único fin era dar techo. Si se ve el libro de Antonio Barrionuevo Formas de crecimiento de la ciudad, se comprende que Sevilla ha servido durante décadas para todo tipo de ensayos sobre vivienda colectiva.

-¿Las innovaciones de la vivienda Solarkit se aplican en algún lugar?

-La prefabricación de viviendas mediante un sistema kit como los muebles se aplicó en Cartaya para hacer una miniciudad portátil durante la temporada de recogida de fresas. Y cualquier constructor puede adoptar ya los avances que se desarrollaron con piezas que son a la vez estructuras del hogar y fuentes de energía. Pero todavía nadie lo ha incorporado.

-Expliqué qué es el Patio 2.12.

-Promociona el modo de vida mediterráneo y la marca Andalucía con un patio construido con piezas prefabricadas que incorporan mucha carga tecnológica. Resuelve las unidades habitacionales mínimas (salón más cocina, dormitorio más baño). El patio es una estructura de madera y tiene un emparrado de piezas fotovoltaicas. Se mueve según las estaciones, de forma que en invierno funciona como un acumulador térmico, abierto al sol, y en verano está sombreado y ventilado. Es como una caja de cristal totalmente abierta en verano y cerrada en invierno.

-¿Dónde se fabrican esas piezas?

-Gran paradoja. Queremos que todo se haga industrialmente desde Andalucía, pese a que nos están llamando desde varias empresas alemanas muy interesadas. Sirva de lección. En todo el sector de la cerámica y el ladrillo en Bailén, que se ha hundido con el desplome inmobiliario, nadie dedicó recursos durante los años boyantes para producir elementos innovadores. En Alemania, en cambio, llevan veinte años haciéndolo. Cualquiera que vaya a Berlín y vea las viviendas construidas junto a Postdamer Platz tras la caída del muro, comprobará que hay kilómetros de viviendas con fachada de cerámica. Y en Andalucía, que tenemos tan acendrada la cultura de la arcilla, no se ha hecho lo mismo. Igual que ya nos han llamado empresas alemanas ofreciéndonos las células fotovoltaicas con forma de hoja de parra y no como células cuadradas, que era antes la única posibilidad. Hay que despabilarse en Andalucía si no queremos que sean los alemanes quienes vendan a todo el mundo el modo de vida de la casa mediterránea.

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