Sanz reconoce que la reforma de la Plaza Nueva afectará a la Semana Santa

La remodelación de este enclave principal de Sevilla arrancará en octubre

El coste de la reforma de la Plaza Nueva se reduce a cuatro millones

La Plaza Nueva de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Unos trabajos con un presupuesto cercano a los 4,5 millones y un plazo de ejecución de 18 meses. El alcalde, José Luis Sanz, ha anunciado este lunes la inminencia de los trabajos de reforma de la Plaza Nueva que buscan convertir a este enclave de Sevilla en un espacio más cómodo, accesible y atractivo para los ciudadanos. La transformación de este lugar surgido en el siglo XIX tras el derribo del convento de San Francisco afectará, al menos, a la Semana Santa de 2026. Aunque el alcalde ha insistido que se procurará que la incidencia sea la menor posible.

"Las obras abarcaran una Semana Santa seguro. Se procurará que estén en un momento en el que moleste lo menos posible", ha reconocido Sanz. Para ello, los trabajos se dividirá la plaza en cuatro zonas de actuación. Las obras se acometerán en una de ellas, mientras las otras tres permanecerán libres para aminorar la afección a la vida cotidiana lo máximo posible. "Se va a hacer así para amortiguar las molestias. Vuelvo a pedir disculpas a los ciudadanos, pero en esta ciudad faltaban por hacer muchas obras. El dinero del presupuesto donde mejor está es en la calle", ha añadido el alcalde.

Ampliación de la zona central

La fase previa de este importante proyecto integral, que se inició en octubre del pasado año, se centró en la trama central de mármol y cuadrículas de chinos que delimitan a ambos lados el monumento del Rey Santo.

La próxima actuación conllevará la redimensión del espacio central, recuperando su dimensión original y ampliándolo de los 88 x 48,07 metros a los 105,7 x 59,45 metros, utilizando mármol blanco, gris y rojo. Sobre el mármol blanco de Macael elegido se aplicará un tratamiento superficial que facilite la limpieza y que actúa como protector antimanchas, hidrófugo y oleófugo. Fruto de esta actuación, aumentará el espacio central de mármol.

Asimismo se actuará en las redes de saneamiento y abastecimiento para solucionar unos problemas de encharcamientos en el espacio central y bajo los enchinados.

La Plaza Nueva desde las alturas. / Juan Carlos Muñoz

Respecto a la red de alumbrado público, se ha propuesto una nueva instalación para el alumbrado monumental de la fachada del Ayuntamiento y de la escultura ecuestre de San Fernando.

En lo que al arbolado se refiere, se ha planteado trasplantar cuatro palmeras que no mantienen la simetría de la composición y completar las líneas de plátanos y de naranjos, plantando once nuevos plátanos y cuatro nuevos naranjos en total.

Mejoras en el mobiliario urbano

La intención del gobierno local es que todos los elementos tengan una unidad de estilo para recuperar la imagen historicista que tuvo en su día la Plaza Nueva. De este modo, el proyecto contempla bancos de fundición en gris forja para el interior de la plaza, que sustituirán a los actuales de base de granito gris y asiento y respaldo de madera.

Asimismo, está previsto que se instalen dos pérgolas, que se instalarán en otra fase, en los extremos norte y este de la plaza, que funcionarían como lugar de estancia y que recordarían en su diseño a los quioscos de música que antaño tuvo la plaza, y dos fuentes de agua potable accesibles.

La zona de carga y descarga se desplazará hacia la calle Madrid, tras el hotel, mediante una plataforma única en todo el ámbito que permita incorporar una zona de aparcamiento para carga y descarga en cordón. El espacio oeste, el que conecta con la calle Méndez Núñez, será de adoquín. Los aparcamiento de bicicletas se trasladará a la zona del Metrocentro, ante la sede consejería de Justicia.

Sanz ha ensalzado que esta obra es la más importante que se lleva a cabo en la Plaza Nueva desde 2006, cuando se peatonalizó con motivo de la puesta en marcha del Metrocentro.

De convento a plaza

Grabado realizado por Pedro Tortolero en 1738 que muestra la Casa Consistorial desde la plaza de San Francisco. Al fondo se observa un remonte que pertenece al antiguo Convento de la Casa Grande de San Francisco, sito en la actual Plaza Nueva. Por el arco situado en la parte izquierda del grabado se accedía a un atrio del convento. / M. G.

El convento Casa Grande de San Francisco de Sevilla fue uno de los más importantes de la ciudad. Fundado en el siglo XIII, coetáneo a San Clemente, ocupa una importante zona comercial en pleno centro de la ciudad, aunque en esa época el Ayuntamiento no se encontraba aquí. En el siglo XVI comienza la gran época de esplendor del convento. En el siglo XVI y XVII los más grandes artistas trabajan en el convento, como Pacheco o Murillo, que completa la serie de once cuadros para el claustro chico. También Martínez Montañés o la familia Roldán. En el convento tienen su sede importantes hermandades, como la de la Vera Cruz, con capilla propia desde 1478.

La cuesta abajo del convento se inicia en el siglo XVIII con la Ilustración y distintos avatares por los que atraviesa la comunidad.La definitiva decadencia se produce en el XIX. Primero con la llegada de los franceses, que convierten los conventos en cuarteles. Tras la guerra con los franceses, en 1814, los frailes volvieron al convento

Tras los franceses, que habían expoliado buena parte del patrimonio del cenobio, como de toda la ciudad, llegan los reinados de Fernando VII e Isabel II, pero la suerte de los frailes tampoco cambia. Se les acusa de apoyar la causa Carlista. En 1834 se encarcela por ello a 20 religiosos. Y, en Madrid, de envenenar el agua. En 1835-36 se firme el decreto de Desamortización eclesiástica y las órdenes son disueltas y sus bienes pasan al Estado.

El convento medio derribado en 1841. Calotipo de F. Leygonier. / M. G.

Entonces surge la idea de construir una gran plaza a espaldas del Ayuntamiento. Para ello, las pescaderías que había en la zona se trasladan a las Atarazanas. El convento empieza a derribarse en 1840 y ya es historia en 1844. Tan sólo se conserva el lateral de la calle Catalanes, hoy Albareda, que era la zona de cocinas, donde estaba este hospitalito al que corresponden los restos encontrados recientemente en el local de Shaw.

Fue Balbino Marrón quien culminó, en torno a 1854, el diseño de la Plaza Nueva tras el derribo definitivo del convento Casa Grande de San Francisco. Con la plaza completamente finalizada comenzaron a alzarse las voces de quienes echaban en falta un monumento en su centro que lo decorase.

La creación del monumento a San Fernando

En 1860 son varias las propuestas que barajaba el Ayuntamiento de Sevilla relativas a este tema. En un primer momento se pensó que tal monumento debía ser dedicado al pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Sin embargo, la opción que tuvo más respaldo fue aquella que defendía la idea de levantar un monumento en honor a la reina Isabel II, quién además daba nombre a la plaza. No obstante, también hubo una proposición que fue presentada el 15 de marzo de 1861 que recomendaba que "se levantase en el centro una fuente alegórica a las glorias de esta capital, coronada por la estatua ecuestre de San Fernando”.

En 1862, coincidiendo con la visita de Isabel II a la ciudad, el Ayuntamiento acordó por unanimidad la erección de un monumento en el centro de la plaza en honor a la soberana. El proyecto le fue presentado a Isabel II como obsequio y tributo por parte del pueblo, pero la reina declinó esa propuesta y se mostró partidaria de que se levantase un monumento dedicado al Santo Rey Fernando III, conquistador de Sevilla.

Antigua postal el monumento a San Fernando. / M. G.

Hubo que esperar hasta 1876, cuando la Real Academia Sevillana de Bellas Artes exigió al Ayuntamiento que cumpliese la promesa de levantar un monumento al Santo Rey. El proyecto de Demetrio de los Ríos fue aprobado por la Academia de Bellas Artes de Sevilla. Éste fue iniciado solemnemente con la colocación de la primera piedra en una ceremonia presidida por Alfonso XII. Sin embargo, este impulso se vería nuevamente interrumpido, de tal forma que sólo se alcanzó a construir los cimientos que durante años sirvieron como kiosco o platea.

Así se llega hasta 1884, cuando aparece en escena el diseño que cuatro años antes había realizado Joaquín Guichot, pero igualmente no causó ningún entusiasmo administrativo. Este proyecto estaba marcado fundamentalmente por la grandiosidad y suntuosidad, que enfatizaba el carácter glorioso y la importancia que tenía la obra. Para su ejecución se había pensado incluso extraer las tres columnas romanas conservadas en la calle Mármoles, que situadas sobre una escalinata y un esbelto pedestal hexagonal, sostendría una cornisa y una cúpula coronada con la efigie de San Fernando representado en cualquiera de sus iconografías. Entre las columnas se situarían las figuras de Julio César, Hércules y Alfonso X El Sabio.

Fue en 1916 cuando se le asignó el proyecto a Juan Talavera. Tres años después, el 12 de enero de 1919, el escultor Joaquín Bilbao y el arquitecto Pablo Gutiérrez Moreno presentan un diseño que fue aprobado en parte, ya que el 29 de julio de 1919 se acordó dar luz verde a la idea de Joaquín Bilbao variando el pedestal que sería encomendado a Juan Talavera.

La Plaza Nueva con los cimientos del monumento. / M. G.

La propuesta de Talavera recogía el diseño anterior de la escultura ecuestre de San Fernando realizada por Joaquín Bilbao, que iría sobre un esbelto pedestal decorado con las figuras de Alfonso X El Sabio, el arzobispo Don Remondo, Garci Pérez de Vargas y el Almirante Bonifaz, personajes vinculados con Fernando III y la conquista de Sevilla. Siguiendo este proyecto, el 17 de junio de 1920 la comisión responsable de la obra ratificó el encargo de la efigie del Santo a Joaquín Bilbao y se notificó a los escultores escogidos la presentación de un boceto. Tras la aprobación por parte de un jurado, se procedió a encomendar las esculturas: ‘la de Don Alfonso el Sabio, a Pérez Comendador, la del arzobispo Don Remondo, a Adolfo López; la de Garci Pérez de Vargas, a Lafita; y la del Almirante Bonifaz, a Sánchez Cid.

Inauguración del monumento el 15 de agosto de 1924 con presencia de la Virgen de los Reyes. / M. G.

Finalmente, y 64 años después, el monumento quedó concluido e inaugurado el 15 de agosto de 1924, día de la Asunción de la Virgen con la presencia de la Virgen de los Reyes. Por último, en 1930, para marcar más su presencia en la plaza, el monumento fue enmarcado por una solería de ajedrezado y un conjunto de columnas unidas por cadenas.

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