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El tango de la cerámica trianera

Calle Rioja

Patio Andaluz. Un arquitecto, una restauradora y una ceramista vienen desde Argentina para ver en la nave Singer las técnicas de restauración de Plaza de España

El arquitecto Marcelo Magadán, ayer en la escuela-taller Plaza de España de la calle Lumbreras.

22 de enero 2010 - 05:03

EL Patio Andaluz de Buenos Aires, una de las entradas al Rosedal de Palermo, le sirve al arquitecto Marcelo Magadán para contar la historia castellana de su abuela Generosa González. Ludivina, su bisabuela, hizo las Américas con el marido a finales del XIX. Generosa nació en Buenos Aires. "A mis bisabuelos no les fue bien y volvieron al pueblo de León del que procedían". En el pueblo se cría la niña, crece, conoce a José Madagán, se casa con él y cuando estalla la guerra civil hacen las Américas. Las segundas de su abuela.

La historia del Patio Andaluz no es menos apasionante. Otra historia de emigrantes. Fue una donación del Ayuntamiento de Sevilla al Círculo Andaluz de Buenos Aires, a los gallegos de Sevilla. En 1923 se aprueba la donación. En 1926 llegan los materiales -columnas, olambrillas, materiales de cerámica usados para la Plaza de España- al puerto de Río de la Plata. El 13 de octubre de 1929 se inaugura el Patio Andaluz.

Los ceramistas que intervinieron en la obra la inmortalizan en la leyenda que circunda la fuente central: "A la laboriosa y opulenta ciudad de Buenos Aires, en testimonio de comunicación espiritual, Sevilla ofrece esta muestra de la industria de Triana, el barrio de los alfareros y de los intrépidos navegantes".

Siguiendo la pista de su bisabuela Ludivina, de su abuela Generosa, el arquitecto Magadán (Buenos Aires, 1956) ha venido a Sevilla. No vino solo. Le acompañan Andrea Caula, restauradora, y Carlota Cairo, ceramista. La Fundación Repsol-YPF se hizo cargo de la conservación del Rosedal y del Patio Andaluz para frenar un deterioro similar al que se había producido en la sevillana Plaza de España.

Primero se pensó en encargar a ceramistas sevillanos la reproducción de los materiales más deteriorados para su posterior reposición y enviarlos a Argentina como hace casi 90 años. La Fundación que apadrina el proyecto le dio la vuelta a la idea. Marcelo, Andrea y Carlota observan los métodos de trabajo de la Escuela-Taller Plaza de España que en la nave Singer dirige Moisés Moreno. "No es frecuente esta generosidad", dice Magadán, argentino que hizo sus Américas: máster de conservación en México, especialización de gestión del patrimonio en Brasil.

Andrea Caula, con sus compatriotas Sonia Berjman y Roxana di Bello y la sevillana Sonsoles Nieto Caldeiro, ha trabajado en los libros El patio-glorieta andaluza de la ciudad de Buenos Aires y El Rosedal de Palermo. Una investigación novedosa que les ha permitido repasar los motivos ornamentales: escenas del Quijote, corridas de toros, estampas urbanas.

La cerámica trianera le fue ganando terreno en Argentina a la francesa que salía en barcos de Calais. "Los barcos traían de mi país a Europa carne, lana, cuero, trigo, maíz, y de regreso llegaban materiales de construcción como lastre que luego las pudieran vender", dice Magadán. El Patio Andaluz no es la única muestra de la presencia de Triana en Buenos Aires. Hay edificios públicos y privados rematados con cerámica trianera. No sólo de la fábrica de José Laffitte que aparece en los dibujos de Bacarisas, Vigil Escalera y otros pintores de la época; también de Montalván, de Ramos Rejano, de Mensaque. Barrio alfarero en el teatro Cervantes cuya construcción financió María Guerrero y del que llevaron desde España "hasta las butacas y el telón". En estaciones del Subterráneo (el Metro bonaerense) en las líneas C (Retiro-Constitución) y E (Plaza de Mayo-Plaza de los Virreyes) o el andén de la estación Independencia donde el viajero ve dibujos alusivos a Sevilla, incluido el pabellón de Argentina de la Exposición del 29 que diseñó el arquitecto Martín Noel.

Andrea Caula y Marcelo Magadán son los dos de Boca Juniors, el equipo que presidía el hoy alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri. El arquitecto también es de Chicago, equipo de fútbol con una historia familiar tan bonita como la de su abuela Generosa. "Hace justamente cien años, en 1910, mi bisabuelo se instaló en el barrio Mataderos, así llamado porque allí estaba la hacienda donde se clasificaban y remataban las reses vacunas. Yo fui el último ocupante de aquella casa. El matadero más famoso del mundo era el de Chicago, y ese barrio nació como la Nueva Chicago".

Fuentes, pérgolas, bancos, puentes de Triana en los dominios del tango. En un Rosedal cuyas rosas selecciona la coleccionista Valentina Casucci.

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