Sevilla-Almería

La crónica del Sevilla-Almería: Lamela firma un triunfo casi capicúa (2-1)

  • Los sevillistas le dieron la vuelta al gol inicial del Almería en una repetición a la inversa de lo sucedido en la primera vuelta en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo

  • El minuto a minuto del Sevilla-Almería

Lamela cabecea el gol que le dio el triunfo al Sevilla.

Lamela cabecea el gol que le dio el triunfo al Sevilla. / Antonio Pizarro

Respiro profundo para el Sevilla en una repetición casi capicúa del partido disputado en la primera vuelta en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo. Si entonces fue Lamela quien falló un mano a mano nada más comenzar, esta vez el argentino era el encargado de darle el triunfo a los suyos después de recibir un tanto del Almería en los albores del juego. Pero bien está lo que bien acaba y el cuadro nervionense ya luce tres puntos más en la tabla clasificatoria.

Se mira esa relación en la que se contabilizan los méritos y los deméritos los equipos de la Primera División española y parece que el Sevilla ha abandonado la zona de peligro para otear el horizonte con tranquilidad. Ha subido gracias a estos tres puntos a la parte más templada, pero es el resultado de un espejismo y no hay más que valorar la angustia padecida por todos los que sienten la fe balompédica radicada en el sevillanísimo de Nervión en esta cita contra el Almería, que precisamente ocupa el lugar en el que hubieran estado los locales en caso de haber pinchado.

Pero el fútbol es un deporte que no entiende de supuestos, por mucho que haya quienes lo interpretan así siempre buscando las teorías a su favor, lógicamente. De Burgos Bengoetxea ha registrado en el acta un marcador favorable a los anfitriones de dos a uno y eso es lo que nadie puede ya alterar. Ni siquiera quienes también jueguen con esos supuestos a favor del Sevilla para lamentar ese gol fallado por Lamela (91’) que podría haber tenido un valor enorme por el goal average en caso de que el Almería siga siendo un rival directo allá por la jornada 38.

El argentino, acertado en el testarazo del dos a uno, fue demasiado egoísta cuando lo más fácil era un pase hacia En-Nesyri o Bryan Gil para que éstos la empujaran a puerta vacía. No lo hizo, Dmitrovic logró mantener su portería intacta en el acoso final, que ya hubiera sido para tirarse de un puente algo peor, y el Sevilla adiciona tres puntos de un valor incalculable a estas alturas del curso.

Porque ésa es la cruda realidad por la que atraviesa actualmente este proyecto tan mal confeccionado por Monchi, José Castro y José María del Nido Carrasco, con la colaboración especial de Julen Lopetegui y ahora de Jorge Sampaoli. El Sevilla, este Sevilla, ya es uno más en la carrera despavorida por evitar la caída al más crudo de los infiernos en el fútbol a estos niveles.

Ocampos transforma el penalti que igualó el encuentro en el primer periodo. Ocampos transforma el penalti que igualó el encuentro en el primer periodo.

Ocampos transforma el penalti que igualó el encuentro en el primer periodo. / Antonio Pizarro

Los sevillistas, por mucho que su entrenador hable en cada rueda de prensa de relaciones socioafectivas y de mil milongas más propias de la venta de humo de los rabanitos, Bilardo dixit, sólo piensan ya en sumar, en acumular puntos en su granero. El prurito de cómo se acumulen éstos ha pasado a una mejor vida y el resultadismo se ha multiplicado casi por infinito. Da exactamente igual el método, el camino a recorrer, la cuestión es respirar profundo cuando el árbitro, en este caso De Burgos Bengoetxea, hace sonar tres veces su silbato después de los 103 minutos que se habían litigado.

En esta ocasión, al contrario que en las dos últimas ligueras, los seguidores nervionenses sí tomaron aire y respiraron profundo después de tanto sufrimiento. Porque el partido fue exigente para los corazones de todos los que gozan y padecen con estos colores blanquirrojos. Para arrancar, todo empezó a verse muy negro cuando en el minuto 2 un centro pasado le llegaba en solitario a Akieme en la otra banda para que éste sólo tuviera que rematar con su pierna mala y le saliera un contrapié perfecto para ponérselo imposible a Bono.

Dos centrales puros y uno añadido

Si la cosa ya estaba complicada, empezar un litigio en desventaja en el marcador aún lo hacía más difícil. Sampaoli había partido de nuevo con tres centrales, esta vez con dos de ellos puros, aunque volvería a caer uno en el transcurso del juego, Nianzou, en la jugada en la que Dmitrovic salvó a los suyos en un verdadero paradón a Luis Suárez (50’) después de un error de Joan Jordán. El resto era parecido, aunque refrescaba a Acuña para colocar en su sitio natural a Alex Telles y Joan Jordán y Rakitic formaban la pareja de centrocampistas. Suso y Ocampos también estaban entre los once elegidos en los dos costados.

Al Sevilla le iba a costar asumir el golpe inicial y ni siquiera las dos lesiones sufridas por el Almería en esos minutos de prólogo le alteraban el semblante para alegrarlo. Los blancos comenzaron con un acoso y derribo al rival, aunque casi siempre era apresurado y carente de ideas para horadar el muro que plantaba la escuadra de Rubi muy cerquita de Fernando. Las llegadas fueron muchas, pero ninguna nítida, digna de ser calificada como ocasión clarísima de gol.

Afortunadamente para los anfitriones llegó ese derribo de Pozo a Alex Telles para que Ocampos pudiera igualar dentro ya de un lógico tiempo de prolongación a la vista de los numerosos parones y circunstancias que fueron deteniendo el juego. Pero ese gol sí debía valer para serenar algo los ánimos con vistas al segundo periodo.

Rakitic tuvo la primera opción (49’), pero justo después llegaría el regalo de Joan Jordán a Luis Suárez y el paradón salvador de Dmitrovic al colombiano (50’). El Sevilla siguió apretando, concluyó el carrusel de cambios con la lesión de Nianzou y la entrada de Bryan y la triple elección de Sampaoli de Acuña, Óliver Torres y Lamela. Tuvo En-Nesyri un gol claro en un remate franco de cabeza (66’) y entró el cuadro de Sampaoli en una fase de pérdidas absurdas en el medio que hicieron temer por el partido.

No fue así y las circunstancias del fútbol quisieron que el viento soplara a favor de forma huracanada en un par de acciones. Badé estuvo providencial al salvar entre los palos un remate de Álex Centelles parecido al 0-1, aunque más esquinado al poste (72’), y prácticamente en la jugada siguiente un buen centro de Bryan fue cabeceado con todo por Lamela, dos de los que ingresaron con los cambios de Sampaoli.

Corría el minuto 73 y el Sevilla se ponía por delante, pero restaban más de 20 de angustia absoluta. Dmitrovic le volvió a hacer un paradón a Luis Suárez en un cabezazo a bocajarro (76’), pero quien tuvo las opciones más claras, ahora sí, para el tercero fue el Sevilla a través de Bryan Gil (77’), En-Nesyri (86’) y Lamela (91’). Los tres estaban solos, aunque el remate del delantero cedido por el Tottenham era el más complicado.

Los otros debieron servir para decantar el goal average a favor de la causa sevillista, pero no acabaron en gol y todo quedó en dos a uno al final. Menuda alegría para todo el sevillismo, sin duda. La primera de las 14 finales ligueras cayó a su favor y así debería ser muchas más veces para no sufrir hasta la última jornada. Eso sí, si el caos que propugna Sampaoli fuera algo menor, igual es más fácil respirar antes.

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