Cádiz-Sevilla

Crónica: Este Sevilla no gana nunca, tampoco en Cádiz (2-2)

  • Los sevillistas regalaron un dos a cero en dos errores en la salida del balón por su vuelta al fútbol de riesgo máximo y luego fueron capaces de empatar

  • El equipo de Diego Alonso, tras la igualada de Rakitic, fue incapaz de crear ninguna ocasión de gol clara en más de media hora

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  • Así le hemos contado el Cádiz-Sevilla

Machís dispara para conseguir el 2-0 para el Cádiz.

Machís dispara para conseguir el 2-0 para el Cádiz. / Raúl Caro | Efe

Nuevo paso corto para el Sevilla con un empate, y gracias, ante el Cádiz después de ir perdiendo por dos a cero a la media hora de juego. El equipo, ahora de Diego Alonso, pero en realidad de José Castro y José María del Nido Carrasco, no le gana a nadie. Ni a los buenos, porque son muy buenos, ni a los menos buenos ni tampoco a los malos y cataloguen donde quieran cada uno de los lectores en este sentido al rival contra el que se quedó otra vez en un escuálido punto.

Lo cierto es que el Sevilla sólo ha ganado dos partidos a lo largo del presente curso y esta vez, en la agradable noche gaditana, tampoco fue capaz de incrementar ese número que llega a avergonzar a todos los suyos, no se sabe si también a quienes se encargan de tomar las decisiones. Lo cierto es que los blancos regalaron los dos primeros goles y después de conseguir lo más complicado, que era empatar semejante ventaja del Cádiz, fueron incapaces de generar ni una sola ocasión de peligro real más. Un remate de cabeza de Ocampos fácil para Ledesma (75’), otro testarazo de Rafa Mir (86’) realmente ridículo, pues lo que hizo fue amortiguar el balón para el guardameta y un tiro de Óliver Torres (90’) que fue patético en caso de no estar en fuera de juego, ya que su posición dejaba muchas dudas por la presencia de un defensa más atrasado en el otro sector del campo.

En definitiva, poco, poquísimo, cuando el equipo necesita como el comer sumar de tres en tres para dar un salto hacia las zonas de la clasificación que se le presuponen por su inversión presupuestaria en la plantilla. Pero es la cruda realidad de un Sevilla que esta vez no pareció muy mejorado respecto a la criticada, por algunos, etapa de José Luis Mendilibar como entrenador. Al contrario, su fútbol, su retorno a la etapa de Jorge Sampaoli, dado que está mucho más cerca de eso que de lo otro, lo que le originó fue problemas en la salida del balón desde atrás.

Dos veces lo regaló y en las dos ocasiones la defensa no podía estar peor colocada para proteger a Nyland. La consecuencia fueron dos goles muy fáciles para Chris Ramos y para Machís, que en muy pocas ocasiones a lo largo de su carrera en la máxima categoría se habrán encontrado con una situación tan ventajosa para controlar la pelota sin nadie a su alrededor y poder batir al portero con disparos con el interior del pie y a colocar.

Todo eso sucedía en una primera mitad que no podía ser más desastrosa para los intereses del Sevilla desde el mismo momento en el que Sergio Ramos se metía en una refriega innecesaria con Roger Martí y se libraba de ver una tarjeta roja, que hubiera sido muy rigurosa cierto es, de una forma que ni en los alevines probablemente se ve ya. Pero eso encrespó al graderío e iba a tener una repercusión grande en las decisiones posteriores de Soto Grado.

Rakitic y Sergio Ramos celebran el empate a dos, obra del primero. Rakitic y Sergio Ramos celebran el empate a dos, obra del primero.

Rakitic y Sergio Ramos celebran el empate a dos, obra del primero. / Raúl Caro / efe

Pero ésos son asuntos que no pertenecen al Sevilla, que están fuera de su control y mucho más pernicioso para sus intereses iba a ser el cambio en el patrón futbolístico. Mendilibar, probablemente, si aún le quedan ganas de fútbol al hombre, estaría viendo desde su pueblo de residencia en el País Vasco, el cambio de estilo que decidieron José Castro y José María del Nido Carrasco, José María del Nido Carrasco y José Castro, para que no haya confusiones con el orden actual.

Si hace justo ocho meses Castro sacaba pecho por la apuesta de que el balón no circulara por la defensa sin más sentido que poner en peligro a todo el equipo, ahora ha vuelto justo al mismo sitio. Diego Alonso quiere que todo circule desde atrás, con toques y toques para que después Rakitic, en lugar de demarrar cuando ya ha sacado ventaja en el centro del campo, lo devuelva otra vez, sí, otra vez, a las zonas de riesgo.

Y así en cientos de ocasiones, porque cabe preguntarse dónde está el beneficio de ese riesgo si una vez superada la presión del rival se devuelve el esférico hacia atrás. Lo cierto es que así regaló el Sevilla dos goles al Cádiz, nada menos que dos. En el primero fue Lukébakio el que perdió el balón en una zona de riesgo absoluto con un intento de regate que le dio el balón al Cádiz con todos los visitantes descolocados. Chris Ramos no lo pudo tener más sencillo para el sentido homenaje a su abuelo.

Pero no conforme con eso, sobre la media hora, Sergio Ramos le complicaba la vida a Soumaré en la salida del balón y todo volvía a repetirse exactamente de la misma manera. Esta vez era Machís quien agradecía que lo dejaran completamente solo delante de Nyland. Dos a cero para el Cádiz a los 28 minutos de juego y los encargados de tomar las decisiones en el Sevilla se preguntarían que por qué habían cambiado otra vez el estilo de fútbol del equipo hacia ese gilitoque.

Restaba mucho tiempo por delante para tratar de darle las vueltas a las cosas, entre otras cosas porque el Cádiz tampoco es que protegiera demasiado bien a Ledesma y eso comenzó a comprobarse en un gol anulado a Sergio Ramos (31’) por un presunto fuera de juego de Lukébakio. Cierto que el balón roza ligeramente en el belga, pero las rayas trazadas dejan muchísimas dudas sobre la posición de fuera de juego que sancionaron.

Pero el Sevilla ya había comenzado a crear peligro, entre otras cosas porque el rival también se lo facilitaba. Ocampos acortó las diferencias con un excelente cabezazo, pero también Suso pudo marcar antes (34’) y Mariano iba a fallar un testarazo increíble (49’ del primer tiempo) debido a que un defensa lo estaba agarrando con impunidad y provocó que rematara casi con el hombro. Eran decisiones arbitrales complicadas, sobre todo en un pisotón de Kouamé a Rakitic (24’) que el juez estimó que sólo merecía una tarjeta amarilla.

La segunda mitad se iba a iniciar peor de lo que acabó la primera. Tanto es así que Nyland se tuvo que lucir para salvar el tercero de Roger (52’). Fue la última llegada peligrosa de los cadistas y el empate no iba a tardar en llegar, concretamente en el minuto 60, cuando a Rakitic le sale un globo perfecto que probablemente no se lo creyera ni él mismo. El Sevilla estaba dos a dos y tenía un mundo por delante para ganar incluso.

Pudo hacerlo, pues el Cádiz le cedió todo el protagonismo, pero lo que provocó fue una sensación de frustración grande para todos los suyos. Ninguna oportunidad clara, apenas centros al área cuando tenía dos delanteros tras la entrada de En-Nesyri, primero con Mariano y después con Rafa Mir. Un solo punto, y gracias, para un Sevilla en el que ya se ha desvanecido la ilusión, que tenían algunos, con el cambio de entrenador. Al menos, en esta visita al Nuevo Mirandilla de Cádiz dejó una imagen bastante preocupante para todos los que sienten la fe radicada en el sevillano barrio de Nervión. Cabe suponer que para todos, aunque vete a saber.

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