Girona-Sevilla

La Champions pasa por Montilivi

  • El Sevilla necesita ganar para seguir alimentando el sueño de disputar la máxima competición continental

  • El Girona, que ha caído en barrena con seis derrotas consecutivas, se juega la vida

Carriço controla el balón ante Franco Vázquez y Ben Yedder, en la sesión preparatoria.

Carriço controla el balón ante Franco Vázquez y Ben Yedder, en la sesión preparatoria. / Juan Carlos Vázquez

Fue el propio Joaquín Caparrós el primero que fijó claramente la Liga de Campeones como objetivo prioritario del Sevilla. Es habitual que antes de que empiece la temporada, cuando los dirigentes de los clubes presentan a los nuevos fichajes, se les pregunte por los objetivos del curso. En esos momentos, unos dirigentes optan por la mesura y otros por la osadía. En el Sevilla, este verano, ese tipo de cuestiones las contestaba José Castro, quien tiene aprendido de sus muchos años de gestión que no es bueno apretar demasiado las tuercas ante un nuevo proyecto. El presidente siempre abogó por una respuesta templada y la frase "nuestra obligación es jugar en Europa" era repetida como una salmodia. Pero Caparrós sí le dio un giro a la tuerca cuando, poco antes de la destitución de Pablo Machín subió el listón: "El Sevilla está obligado a jugar la Champions".

El técnico utrerano, una vez que se hizo con el cargo en sustitución del soriano, no escurrió el bulto y siguió apostando fuerte. La Champions y sólo la Champions como meta por la que luchar, con la que soñar, por la que sufrir. Fue fiel a su propia exigencia y hoy tiene una prueba para demostrar que su fuerte apuesta no es un brindis al sol. Claro que para ello su valentía tiene que ir de la mano de la fortaleza táctica de su equipo, que depende de él, y de la fortaleza mental de sus jugadores, que ya no es algo que pueda controlar por mucha arenga que pueda soltarles a los futbolistas antes del partido o durante el mismo.

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GIR-SEV / Infografía

Por muy prosaico que resulte el título de esta previa, la realidad es que para el Sevilla la Champions pasa por Montilivi, en donde jugará el equipo nervionense un partido de Primera División por segunda vez en su historia. No es un estadio de alto copete, no tiene la alcurnia de otros grandes escenarios españoles, pero así es el fútbol. Fallar hoy sería darle demasiada ventaja al Getafe, haga lo que haga justo después en Anoeta. Sólo faltarían tres partidos y ya parte el equipo azulón con la ventaja del goal average, ganada tanto por su victoria en Nervión al principio de Liga como por la del domingo pasado, con la mediación de la interpretación rigorista de Mateu Lahoz del reglamento y de los brazos abiertos del Mudo y Escudero.

Vuelve Escudero y Mercado causa baja por una gripe, los principales cambios serán en la retaguardia

Ayer se pudo ver en el Wanda Metropolitano que los criterios arbitrales, los raseros, son muy distintos según quién pite y según quiénes sean los contendientes, que no se sabe bien si es antes el huevo o la gallina en el caso de los agravios arbitrales. Por una jugada casi idéntica por la que fue expulsado Escudero, el andaluz Melero López, tras revisar la jugada en la que Arias detuvo con su brazo, separado del cuerpo en un salto, el cabezazo a puerta de Calero, no pitó penalti.

Esto sólo quiere decir que los futbolistas sevillistas deben estar preparados para todo tipo de contingencias, incluidos los arbitrarios criterios arbitrales, porque el reglamento es difícil de interpretar a priori. Y más difícil de prever es la respuesta del colegiado de turno, en este caso el leonés González González, de amargo recuerdo para los sevillistas.

Es decir, que quien evita la ocasión evita el peligro y que ante cualquier despropósito o injustica de poco vale clamar so pena de sufrir un castigo mayor en forma de expulsión. ¿Qué debe hacer el Sevilla entonces? Fácil: competir, jugar al fútbol, imponer su calidad, ser fuerte anímica y tácticamente y ganar a un Girona que está con el agua al cuello.

Aún sin Gonalons, lo normal es que el dúo Banega-Roque Mesa siga en el eje del centro del campo

El equipo de Eusebio ha caído en barrena y recibirá al Sevilla en puestos de descenso, una circunstancia que no ha vivido desde que subió a Primera División hace dos veranos de la mano de Pablo Machín. Seis derrotas consecutivas acumula el equipo gerundés y el equipo de Caparrós, tras su goleada sobre el Rayo Vallecano, debe aprovechar la tensión máxima, las dudas y los nervios del rival y no dejarse amilanar por su presumible salida en tromba, impelido por su necesidad de supervivencia.

El propio Caparrós lo dijo en la previa: "Lo más duro es jugarse la categoría". Y eso es lo que se juega el Girona de Eusebio. Pero por encima de esta realidad debe imponer su necesidad, puede que menos trascendental, un Sevilla que se ha obligado a sí mismo, por boca de su entrenador y desde que éste era el director de fútbol, a luchar por meterse en la máxima competición continental.

La goleada al Rayo sirvió para que Promes, Munir, Ben Yedder y hasta Bryan Gil cogieran confianza

Para ello, el técnico sevillista tiene una baja con respecto al jueves, la de Mercado por un proceso gripal. Pero recupera a Escudero, que puede ofrecer más garantías defensivas en un partido a domicilio que Promes. Aparte de esos cambios en defensa, poco más puede variar el once inicial. Gonalons aún no está listo y lo lógico es que repitan en el eje de la medular Banega y Roque Mesa, visto que Amadou no terminó de convencer en su comparecencia en Getafe. Y arriba, con Andre Silva aún sin entrar tras un periodo de baja ya superado, tampoco debe haber mucho cambio. El once que presente Joaquín Caparrós, en cualquier caso, será de garantías y está en juego un alto objetivo. Sí, la Champions pasa por Montilivi, aunque suene algo prosaico.

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