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Julián Calero, llano y natural: "El éxito de Mendilibar es muy bueno para el fútbol"

Mendilibar, junto al trofeo de la Europa League que dio al Sevilla en Budapest.

Mendilibar, junto al trofeo de la Europa League que dio al Sevilla en Budapest. / Raúl Caro / Efe

Julián Calero ha saltado a la palestra la pasada temporada por su labor con el Burgos en Segunda División y también por sus ruedas de prensa, llanas, francas, naturales, sin  pelos en la lengua. Después de incluso haber peleado por el ascenso con una plantilla que tenía uno de los presupuestos más bajos de la categoría, ahora está sin equipo, pues busca nuevos retos tras haber completado un ciclo exitoso en Burgos.

En una entrevista a Relevo, el técnico madrileño de 52 años (Parla, 26-10-1970) desgrana su visión del fútbol, desde un punto de vista siempre directo, valiente como su fútbol. Antes de alzarse a la fama en Segunda División como primer entrenador, fue ayudante de Julen Lopetegui en el Oporto, y también en el Mundial de Rusia, en el que asistió a Fernando Hierro tras la destitución del guipuzcoano. 

Recela de los que lo enredan todo, y por ahí encuentra la línea directa con José Luis Mendilibar. "Algunos, en su afán de querer demostrar todo lo que saben, enrevesan tanto las cosas que cuesta entenderles. Que estamos hablando de fútbol, ¿eh?", asegura.

Quizá por eso, y por coincidir con su fútbol y su verbo directo y sin rodeos ni alharacas vanas, Calero se congratula especialmente del éxito de Mendilibar, como una epifanía necesaria en un fútbol engolado y rodeado de demasiado oropel y celofán. 

La referencia al entrenador del Sevilla surge espontánea, cuando se le pregunta si se ve entrenando en Primera División... "El fútbol es totalmente irracional. Nadie sabe qué va a pasar. El mejor ejemplo es Mendilibar: hace tres meses estaba en el paro y ahora es campeón de Europa. Y además nos ha hecho un bien… Su éxito me ha dado una alegría tremenda. Es muy bueno para el fútbol. Mendi es un tipo normal. Estamos anormalizando el fútbol", asegura.

Y continúa con esa deriva espuria del fútbol y su autenticidad... "Hay una tendencia a usar vocablos que se entiendan poco, demasiado rebuscados, a darles muchas vueltas a cosas que no tienen tantas, a buscar en el fondo del tarro cuando te dejas la superficie… Mendilibar ha dado una lección. Tengo varias entrevistas suyas y he leído cosas de él, como que sale de la ciudad deportiva al mediodía y dice que con eso le sobra y le basta. Nos ha demostrado que la simpleza es muy importante".

También se le pregunta si cree que el caso de Julián Calero en el Burgos, el de Rubén Albés en el Albacete y Mendilibar en el Sevilla responden a una nueva línea de entrenadores esenciales, alejados de lo artificioso. "Sí, puede ser. Algunos entrenadores, en su afán de querer demostrar todo lo que saben, enrevesan tanto las cosas que cuesta hasta que les entiendan los jugadores y su entorno. Estamos hablando de fútbol, ¿eh?", dice.

Y continúa: "Cada uno tiene su propia jerga. Yo les digo a mis futbolistas que somos una secta. Eso está bien y forma parte del fútbol, pero hemos llegado a un punto en el que te cuesta hasta comprender a algún compañero. Eso no es bueno. En un vestuario te puedes encontrar gente con carrera y gente a la que le cueste leer y escribir, porque su educación y su base han sido esas. No es menospreciarlos, ni mucho menos. Entonces… ¿a dónde vas? ¿A lo más o a lo menos? Es preferible ir a lo menos y que te entiendan todos".  

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